¿Cómo de cerca?
Así de cerca. Lo bastante cerca como para que la nave empleara un sistema óptico de abertura sintética, capaz de producir imágenes en longitudes de onda visibles, con un nivel de detalle de superficie, de planetas del tamaño de la Tierra.
Ahora surgía un nuevo problema. Lo suficientemente peliagudo como para que la nave comprendiera que necesitaba ayuda. Había despertado a Drake.
Como necesitaría acceso directo a toda la información sensorial, y puesto que en cualquier caso no había ningún planeta en veinte mil años luz a la redonda donde una forma orgánica encarnada pudiera ser de alguna utilidad, la nave empleó un procedimiento distinto. No encarnó la inteligencia despertada, sino que la resucitó en formato electrónico.
Drake examinó una de las imágenes planetarias mientras la nave surcaba ininterrumpidamente el espacio. El mundo se parecía superficialmente a la Tierra, lo suficientemente grande y alejado de su estrella primaria como para tener atmósfera. Debería haber tenido aire de algún tipo, nitrógeno o metano o dióxido de carbono o, si albergaba vida, oxígeno y vapor de agua. El análisis del espectro gaseoso no mostraba rastro de ninguno de esos elementos. La superficie, visible gracias a la ausencia de nubes o manto de aire, era de roca negra. Parecía basalto volcánico que hubiera fluido a altas temperaturas antes de condensarse y solidificarse en grotescas formaciones. No había indicios de agua en la superficie, ni rastro de vida o artefactos. Orbitaban el mundo como un enjambre de luciérnagas cientos de objetos demasiado pequeños como para percibirse con las cámaras. Sin embargo, de vez en cuando el destello de uno de ellos mostraba que estaba transmitiendo, y la nave recibía una señal de ondas-S saliente.
¿De qué se podía hablar en unas instalaciones que orbitaban mundos muertos desde hacía tiempo?
Drake rastreó los destinos de los torrentes de datos salientes, y la nave ofreció sus imágenes a una orden suya: mundo tras mundo, escena tras escena de devastación calcinada. Hasta el último de los planetas estaba en ruinas. Cada uno de ellos estaba visiblemente deshabitado.
—He llevado a cabo un sondeo lo más completo posible a esta distancia. —Los mensajes de la nave eran nítidos y fáciles de percibir ahora que Drake sabía cómo escucharlos—. La pauta se repite de una punta de la galaxia a la otra, desde el borde exterior al disco central. Esos mundos tienen en común lo que he dado en llamar una facultad de mensaje superlumínico de tipo uno. Compáralos con los mundos de tipo dos.
Apareció otra secuencia de planetas para que Drake los inspeccionara. Desde el punto de vista de la nave, las diferencias eran enormes. Desde un punto de vista humano, había una similitud que eclipsaba los demás factores: en ninguno de ellos había vida orgánica.
Drake examinó mil planetas de tipo 2 donde todo lo que los humanos habían aprendido sobre la física, la planetología y la biología indicaba que debería haberse desarrollado la vida. El tipo de espectro del sol era el adecuado, la temperatura en la superficie era de magnitud alta, el planeta tenía una órbita de baja excentricidad, había abundancia de agua en la superficie, amén de una densa atmósfera de hidrógeno, dióxido de carbono y nitrógeno.
Debería haberse desarrollado la vida; debía haberse desarrollado. Y se había desarrollado. La prueba estaba en el enjambre de instalaciones activas alrededor de cada mundo, emitiendo y recibiendo sus torrentes de señales de ondas-S. Nadie instalaría semejante sistema sin un propósito. Una vez había habido vida en esos mundos. Y de algún modo esa vida había sido destruida, no tan espectacularmente como en los mundos de tipo 1, pero sí igual de definitivamente.
—Nos enfrentamos a un problema imprevisto. —¿Era la nave la que hablaba, o eran los pensamientos de Drake? La línea divisoria se difuminaba cuando compartían potencia de procesamiento y un almacenaje común—. Siempre hemos dado por sentado que la facultad de enviar señales superlumínicas estaría acompañada de una tecnología activa. Ahora encontramos abundante facultad de transmisión de ondas-S y nada más. ¿Queremos visitar una galaxia que parece ajena a la vida orgánica?
—¿Es seguro hacerlo?
Ese último pensamiento, sin duda, era exclusivo de Drake. Su mente volvía a retroceder a antiguos recuerdos y le ofrecía una incómoda síntesis.
En un universo infinito, todo lo que puede ocurrir, ocurrirá.
Hablaba para sus adentros, pero sus pensamientos habían dejado de ser algo privado.
—El universo no es infinito —dijo la nave—. Es finito en el tiempo, tanto pasado como futuro, y es finito aunque ilimitado en el espacio.
—De acuerdo. Digamos mejor que aquellas cosas que jamás esperaste que pudieran ocurrir, cuando estabas hace tiempo en un mundo muy lejano, pueden hacerlo si esperas el tiempo necesario y viajas lo suficiente.
No era solo que nunca hubiera esperado ver algo así; cuando era joven apenas si había prestado atención a estas cosas. Sus intereses giraban en torno a la música y Ana, y cualquier cosa tan monótona como la política bélica o la estrategia política tendía a ser ignorada. Era Ana, la activista social, la que lo había educado. Recordaba una lánguida tarde de octubre, cuando yacían juntos en su pequeño apartamento de una sola habitación, con las persianas venecianas medio bajadas y los últimos rayos de sol proyectando largas y distorsionadas sombras de hojas sobre la pared. Drake estaba tumbado de espaldas. No quería hablar ni pensar en nada y le hubiera gustado echar una siesta. Descubrió que era más sencillo mantener la boca cerrada y fingir que prestaba atención, pero solo se salió con la suya unos cuantos minutos.
—Te da igual, ¿no? —Ana le pegó un puñetazo en el hombro izquierdo y se incorporó sobre un codo para poder verle la cara y asegurarse de que no se quedaba dormido—. Te estoy diciendo que podría volver a pasar.
—Nah. La Destrucción Recíproca es una idea caduca. Y estúpida, además.
—Más que estúpida, pero no creo que esté pasada de moda. Durante dos generaciones se volcaron en ella cerebros y recursos. ¿Quieres saber por qué?
La verdad es que no. Pero Drake simplemente dijo:
—Uh-huh.
—Salió adelante porque era un auténtico generador de dinero, donde la corrupción estaba a la orden del día y todos los contratistas se podían enriquecer. Y porque da igual lo que hagas, para los paranoicos nunca es suficiente. Si ellos fabrican más armas, o aunque uno solo piense que podrían fabricarlas, tú tienes que fabricar más. Están igual de locos que tú, así que también ellos deben fabricar más; así que tú tienes que fabricar más, por eso ellos fabrican más, así que tú tienes que fabricar más, por eso ellos fabrican más, así que tú tienes que fabricar más…
Se interrumpió, para decepción de Drake. La cadencia de las frases repetidas resultaba relajante y enseguida se habría quedado dormido escuchándola. En vez de eso dijo:
—No sé por qué te preocupas tanto por todo esto. Es agua pasada. El programa de Destrucción Recíproca desapareció hace veinte años, con la Unión Soviética.
Ana se acurrucó contra él y apoyó una mano extendida sobre su vientre desnudo.
—Eso demuestra lo poco que entiendes a los militares. Yo lo he mamado. Cuatro de mis tíos y cinco de mis primos están en el ejército de tierra o del aire. Deberías estar presente en las reuniones familiares. Me hiciste un gran favor. No toleran tu política.
—No tengo ninguna.
—Peor todavía. Pero no te quieren cerca, y esa es la excusa que necesito para mantenerme alejada. Nunca podré agradecértelo lo suficiente.
—Me lo puedes agradecer dejándome dormir. De todos modos, no deberías darme las gracias. Dáselas al profesor Bonvissuto. Te consiguió la beca.