Sus tres interlocutores hicieron movimientos negativos con las cabezas.
– ¡Muy bien! Me haré cargo de todas las copias de las carpetas que han traído aquí esta tarde. Y antes de seguir adelante, voy a pedirle a John que nos sirva unos refrescos.
Sonrió a su secretario, cuyo lápiz no se había detenido desde el comienzo de la reunión. Inmediatamente, John depositó su cuaderno de notas y se puso en pie.
La doctora Hemingway se excusó y se dirigió al baño, mientras los demás permanecían sentados en silencio. Pero cuando John Wayne entró con la mesita cargada de café, té, pastas, sándwiches, vino y cervezas, y los sirvió con su habitual eficacia, la doctora Hemingway ya estaba de vuelta y los otros tres habían recuperado su habitual vitalidad.
– Me fastidia enormemente no haber ideado una programación que hiciera más hincapié en el aspecto carismático de los candidatos -se quejó la doctora Hemingway, mientras mordisqueaba un sándwich de salmón ahumado.
– De todos modos, yo creo que Moshe se atuvo demasiado estrictamente a las instrucciones originales que se nos impartieron -contestó el doctor Abraham.
Los tres miraron a la doctora Carriol, que se limitó a levantar las cejas, sin ayudarles a clarificar la cuestión.
– Fue divertido -comentó el doctor Chasen suspirando-. Espero que la segunda fase del trabajo sea igual de amena, ¿no es así, Judith? -dijo en un intento de averiguar qué les depararía el futuro. Pero la doctora Carriol se abstuvo nuevamente de contestar.
Finalmente pidió a John Wayne que retirara la mesita, esperó a que su secretario se sentara y tomara el lápiz y el cuaderno y entonces, prosiguió la reunión.
– Soy plenamente consciente de que están ansiosos por saber en qué consiste la segunda fase del trabajo de la Operación de Búsqueda -confesó-. Y no he querido adelantarles detalles al respecto hasta hoy, porque consideré que debían concentrar todas sus energías en la primera fase y para evitar que, de forma inconsciente, alguno de ustedes tomara un atajo, confiando en poder sortear así algún posible obstáculo en la segunda fase. -Hizo una pausa para mirar directamente al doctor Chasen-. Antes de explicarles en qué consiste la segunda parte, creo que debo anunciar que a partir de hoy retiro por completo al doctor Chasen de la Operación de Búsqueda. Moshe, vas a intervenir en un nuevo proyecto, y no es porque yo considere que tu aportación haya sido poco satisfactoria, sino todo lo contrario. -En ese momento suavizó un poco su dureza oficial-. Realizaste un excelente trabajo, Moshe, y debo confesar que me has sorprendido.
– ¡No me digas que nuestros trabajos no estuvieron a la altura de los de Moshe! -protestó la doctora Hemingway, con el rostro contraído por la angustia.
– No te preocupes, Millie, los tres han sido magníficos, y no creo que el resultado definitivo haya sido alterado por los prejuicios, por los que se dejó llevar Moshe en el procesamiento de datos. Cuando les pedí a cada uno de ustedes que presentara tres candidatos, pensé que en la segunda fase esas nueve posibilidades podían ser sometidas a juicio, para averiguar qué virtudes podían ser consideradas intangibles. Creí que el trabajo de computación de la primera fase era más bien un instrumento para eliminar cualquier error humano en los datos evaluados por las computadoras. De modo que reconozco que me fascina que uno de ustedes consiguiera crear una programación capaz de buscar un intangible en una muestra colectiva. Tal vez la segunda fase modifique los hallazgos de Moshe, lo cual no excluye que su forma de enfocar la primera fase fuera absolutamente brillante. Simplemente, le demostrará a Moshe en qué momento se equivocó para que no vuelva a cometer el mismo error. No olviden que en la segunda fase intervienen nueve candidatos, seis de los cuales no pertenecen a la lista de Moshe, el cual decidió hacer hincapié en uno de los diez parámetros: el intangible. Pero cabe la posibilidad de que al hacerlo haya manipulado los datos de tal manera, que no haya puesto bastante énfasis en los otros nueve.
– ¡No! -exclamó el doctor Chasen.
La doctora Carriol sonrió.
– ¡Bueno, bueno! Pero debemos continuar con la segunda fase, tal como estaba previsto, aunque sólo sea porque nos enfrentamos con nueve candidatos y no sólo con los tres presentados por Moshe.
– ¿Sería de alguna ayuda que sometiéramos los seis nuestros a la programación de Moshe? -preguntó el doctor Abraham.
– Sí, es una posibilidad, pero preferiría no hacerlo. No te ofendas, Moshe, pero de alguna manera, eso significaría someter el juicio de esta cuestión al azar.
– Entonces la segunda fase consiste en una investigación humana, ¿no es así? -preguntó la doctora Hemingway.
– Exactamente. Nadie ha logrado todavía definir lo que yo llamo instinto visceral, pero supongo que se trata de una reacción ostensiblemente ilógica frente a otras personas en situaciones humanas. Siempre sostuve que en este ejercicio en particular, donde son tan importantes las emociones humanas, debe existir un período de tiempo para que podamos observar, entrevistar o someter a tests a un pequeño y selecto número de posibilidades. Hoy es 1 de febrero. Digamos que el último día de la primera fase y que mañana se inicia la segunda. Tenemos tres meses por delante. El 1 de mayo debemos haber terminado la segunda fase de la Operación de Búsqueda.
Rayó con la uña la superficie de la mesa, lo cual era un gesto inconsciente que siempre incomodaba profundamente a quienes la estaban observando, pues les daba la sensación de que sus manos tenían vida propia y podían oler su presa, planeando la manera de hacerla caer en la trampa. Era como si pudieran ver.
– A partir de mañana, los equipos de gente que han trabajado con ustedes se separarán y únicamente nosotros sabremos que existe una segunda fase. Deberán explicarles que la Operación de Búsqueda consiguió sus objetivos sin necesidad de continuar con la segunda fase. Durante los próximos tres meses, Sam, Millie y yo, que pasaré a ocupar el lugar de Moshe, nos encargaremos de la investigación personal de los nueve candidatos. Tomaremos tres cada uno. Sam se hará cargo de los tres presentados por Millie; Millie, de los tres presentados por Sam y yo me encargaré de los de Moshe. Sam investigará a la doctora Walking Horse, al doctor Hastings y al profesor Charnowsky. Millie se encargará del maestro Steinfeld, del doctor Schneider y del señor Smith. Yo heredo al doctor Christian, al senador Hillier y al mayor D'Este. Ustedes son expertos investigadores experimentados, de modo que no necesito extenderme sobre los métodos que regirán la segunda fase del trabajo. Mañana John les permitirá revisar las carpetas de los tres candidatos que les han sido adjudicados, pero no podrán retirar esas carpetas de mi oficina ni tomar notas. La segunda fase debe basarse en la memoria, aunque, desde luego, podrán volver a pedir las carpetas para consultarlas cada vez que les resulte necesario -dijo la doctora, asumiendo de repente un aire severo-. Debo recordarles que la segunda fase de la Operación de Búsqueda es todavía más secreta que la primera. Si cualquiera de estas personas se da cuenta de que está siendo investigada, nos encontraremos con serios problemas, porque algunos de estos individuos son personajes importantes por propio derecho y otros tienen verdadero peso en esta ciudad. Por lo tanto, deberán proceder con la máxima cautela. ¿Me han entendido?
– ¡No somos imbéciles, Judith! -exclamo la doctora Hemingway, herida en su amor propio.
– Ya lo sé, Millie, pero prefiero resultarles antipática por extremar las advertencias que lamentarme después por no haberlo hecho.
El doctor Abraham frunció el entrecejo.
– ¡Judith, esta manera de despedir a nuestros equipos me parece demasiado abrupta! ¿Qué se supone que debo decir mañana a mis empleados, aparte de que de un día para otro se han quedado sin trabajo? Todos son lo suficientemente inteligentes como para imaginar que en este trabajo existe una segunda fase y la verdad es que ni siquiera yo supuse que se me obligaría a prescindir de mis colaboradores. No les he preparado para esta mala noticia y te aseguro que resultará duro para ellos.