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La imagen de ellos dos abrazados fue tan intensa que Maggie se pasó al otro lado de la mesa para poner distancia entre ellos.

– Es una locura -dijo ella-. Vamos a tranquilizarnos un poco y a pensarlo de nuevo.

– No es una locura. A mí me dejarán en paz durante al menos un año. Tú puedes restaurar mi coche. y después irte de vacaciones a un bello paraje, y cobrando todo el tiempo. Te compraré un ropero adecuado, y tendrás la oportunidad de conocer a mandatarios de todo el mundo. Viajaremos y asistiremos a conferencias. Con el tiempo, nuestra relación terminará y volverás, a casa con un buen saldo en tu cuenta bancaria.

El plan era tentador, y no sólo por el dinero, sino por la oportunidad de vivir una experiencia nueva_ Además, en parte le gustaba la idea de que Jon se enterara de que salía con un apuesto príncipe.

·Harían falta algunas normas básicas -dijo Maggie.

·¿Como por ejemplo?

– No puedes salir con otra persona mientras estés conmigo, aunque sea fingido, no me gusta que me engañen.

– De acuerdo. Pero tú harás lo mismo.

Ella sonrió.

– Para mí no es tan difícil, pero gracias por el interés. ¿Qué más…? Ah, no quiero que los periódicos publiquen nada de esto. ¿Aquí hay prensa rosa?

– Tenemos algunas publicaciones, pero nada que ver con lo que hay en América o en Europa. Quiero que mencionen al menos que estamos saliendo para convencer a mi padre, pero nada más.

– De acuerdo -Maggie vaciló un poco-. Creo me dejo algo, pero de momento no se me ocurre más.

– Has salido con hombres antes -dijo Qadir-Eso no va a ser muy distinto.

Sólo que no se enamoraría del hombre.

– ¿Estás seguro de todo esto? -le preguntó-.No habrás olvidado que soy mecánico de coches, Lo de las uñas pintadas no es lo mío.

– Sí, lo sé y, por favor, no me vuelvas a recomendar a tu amiga Victoria. Esto lo planeé todo durante la fiesta de anoche. Lo hiciste muy bien. Recuerda el embajador de Rusia se interesó por ti y todo.

– Tampoco es una referencia tan importante.

– Me da lo mismo, yo quiero que seas tú. ¿Dime, si o no, Maggie?

A Maggie no se le ocurrió ni un solo inconveniente. Había una posibilidad muy remota de que se enamorara de Qadir, pero las posibilidades eran mínimas. Él no se parecía en nada a Jon, y Jon era el único del que ella había estado enamorada. De modo estaba segura.

– Sí -respondió por fin.

– Estupendo. Nos volveremos a reunir para con-los detalles.

– Muy bien.

– Te dejo que vuelvas a tus paquetes.

Qadir se acercó a ella con naturalidad, y Maggie tendió la mano para cerrar el trato de ese modo. él se inclinó, le tocó en la mejilla y le dio un muy leve en los labios.

El gesto fue natural, en absoluto sensual, pero Maggie sintió el calor de sus labios que la recorría de arriba abajo. Sintió deseos de echarse sobre él y de que la besara bien.

Su propia reacción la sorprendió, porque acababa de sentir algo que no había sentido jamás. Maggie intuyó que se había metido en un buen lío.

Capítulo 5

MAGGIE se pasó el resto de la mañana intentando analizar lo que había hecho. ¿Iba a fingir que salía con un jeque? Eso no le pasaba a nadie, y menos a ella.

Pero para no volverse loca, decidió centrarse en el contenido de los paquetes que había recibido, y disfruto viendo las piezas que había encargado.

Cuando ya lo había sacado todo, decidió hacer un inventario.

A la una del día notó que estaba muerta de hambre. Estaba pensando en pedir el almuerzo por teléfono cuando apareció Qadir con una carpeta en la mano y una cesta de comida en la otra.

– Tenemos que hablar de muchas cosas -fue lo primero que dijo-. ¿Te parece bien ahora?

– Bueno, si me has traído algo de comer, me parece bien -respondió Maggie.

– ¿Una aceptación con condiciones?

– Es que estoy muerta de hambre.

– Entonces se te puede comprar con comida. -A veces sí.

Parecía que también con dinero, pero no quería pensarlo así, la verdad.

Cuando había colocado la comida en la mesa, Qadir se sentó frente a ella.

– Le pedí a mi asistente personal que me hiciera una lista de posibles lugares donde ir y eventos a los que asistir -dijo Qadir, después de dar un mordisco del sándwich-. Algunos eventos serán públicos, y otros que serán percibidos como privados.

Maggie estuvo a punto de atragantarse.

– ¿Le has hablado de nuestro trato a tu asistente?

– No. Le pedí que me diera un calendario de eventos sociales actualizado. Luego me preparó una lista de restaurante donde suelen ir los fotógrafos de la prensa rosa. Estoy seguro que cree que querré evitarlos.

– Muy bien -Maggie tragó saliva-. Todo eso tiene sentido.

Tendrían que salir para convencer a la gente, sobre todo al padre de Qadir, de que lo suyo era de verdad.

– ¿El rey no se va a disgustar cuando se entere? No me parezco en nada ni a Sabrina ni a Natalie. Qadir sonrió.

– Yo me alegro mucho.

– Tú. ¿Pero y él?

– No es él quien va a salir contigo.

Ella entrecerró los ojos.

– Ponte serio. No quiero que el rey me odie o me haga abandonar el país por no ser una criadora de renombre

No te preocupes por nada. Mi padre estará encantado de pensar que por fin voy en serio con alguien. Hace ya tiempo que no me pasa.

¿Cuánto tiempo?

Colocó la lista en medio de la mesa, para que ella también pudiera verla.

– He marcado algunos eventos a los que creo que debamos asistir. Los demás son voluntarios.

Ella se fijó en la hoja.

– No lo entiendo. ¿Quieres decir que yo también puedo votar?

– Por supuesto. ¿Por qué no?

Porque él era de la realeza, y ella no.

– Muy bien -dijo ella pausadamente-. Es muy amable por tu parte.

El le sonrió.

– No te olvides que soy el más agradable de mis hermanos.

– Eso dices tú. Yo no he hablado con los demás, modo que sólo tengo tu palabra.

Él sonrió.

– Tendrás que confiar en mí.

Sin saber por qué, Maggie se fijó en sus labios y pensó en el beso que él le había dado. Lo que había sentido le pareció tan extraño, que estaba segura de debía de haber sido cosa del champán.

·Maggie? ¿Querías sugerir algo?

·Cómo? Ah, sí, claro.

Maggie ojeó la lista: eventos deportivos, la inauguración de un ala del hospital, la fiesta de despedida de soltera de Kayleen y la boda posterior estaban marcadas en negrita.

– Estas son…

·Obligatorias. Tú tienes que ir a la fiesta de despedida de soltera y los dos a la boda.

– Pero… no puedo ir a la fiesta de despedida de Kayleen, apenas la conozco.

– Si estamos juntos, eres parte de la familia.

·No quiero mentirle a tu familia.

Él se recostó en el asiento.

– El engaño es la naturaleza de nuestro esfuerzo.

– A mí nunca se me ha dado bien mentir -reconoció-. Detestaría ver eso cambiar.

Él no dijo nada, como si quisiera darle la oportunidad de cambiar de opinión.

Muerto su padre, estaba sola en el mundo. El trato con Qadir le ofrecía una libertad económica que jamás había tenido. Sería tonta de dejar pasar la oportunidad.

– Nunca he ido a una fiesta de despedida de soltera -le dijo-. Estoy segura de que será divertido. -Excelente.

Discutieron de otras cosas. Había una exposición de automóviles en el país vecino de El Bahar, y ambos acordaron que asistir sería una buena opción.

– ¿Quieres escoger el anillo de compromiso? -preguntó él.

Ella dio una pinchada del plato de pasta y suspiró.

– He preferido olvidarme de esa parte del trato.

¿Tenemos que hacer un compromiso en toda regla?

– Si tu marcha va a dejarme destrozado, creo que sí. No se imaginaba a Qadir destrozado de ese modo.