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Cuando había llegado a la adolescencia lo había pasado mal y se había sentido muy sola, como si no encajara ni con los chicos, ni con las chicas.

– En el instituto las cosas volvieron a la normalidad. Empecé a ver a los chicos como algo más que amigos, y a ellos no solía importarles que yo supiera más de coches. Pero nunca fui muy amiga de ninguna chica.

Lo había intentado, pero siempre sin éxito. El maquillaje y la ropa no le interesaban, y había sido demasiado tímida para reconocer sus pasiones.

– Imagino que las chicas estarían celosas.

Maggie se echó a reír.

– Ojala. Pero no. Entonces empecé a salir con Jon. Era vecino mío, y nos conocíamos de toda la día lo miré y dejamos de ser sólo amigos. Él me pidio salir y ahí empezó, todo. Al tener pareja encaje mejor con la gente. Él era bueno conmigo, y a mi padre le gustaba para mí. Estuvimos juntos mientras duro el instituto y durante sus años de universitarios.

– ¿Vuestra relación terminó recientemente?

Hace unos meses.

Qadir la estudió con la mirada.

Sigues enamorada de él -afirmó.

,-No -dijo Maggie rápidamente, sabiendo que era cierto-. Le echó de menos; él siempre ha sido mi mejor amigo. Ha sido muy duro perder a mi padre luego a Jon. Pero ya no estoy enamorada de .él.

Qadir no parecía convencido, así que Maggie decidió cambiar de tema.

– Cuéntame algo de tu vida -dijo ella-. Siendo principe, imagino que habrá sido muy emocionante. se te tiran las mujeres encima allá donde vayas? Vamos, quiero conocer los detalles.

– No tienen ningún interés.

– ¿Has estado enamorado alguna vez?

Maggie recordó la conversación que había encuentre su padre y Qadir en el jardín, y la mención de una mujer misteriosa.

– Cuando era muy joven, estando en la universidad conocí a una chica. Se llamaba Whitney.

– ¿Era de aquí?

– De Inglaterra. Yo hice la carrera allí, aunque luego realicé unos trabajos de investigación en Estados Unidos -Qadir se encogió de hombros-. En una chica encantadora; muy lista y emprendedora Ella quería ser médico. Nos enamoramos. Yo la traje a casa para que mi padre la conociera. Pensé que todo había ido bien, pero cuando volvimos a Inglaterra me dijo que no podía casarse conmigo. No estaba dispuesta a renunciar a su sueño para ser mi esposa -miró a Maggie-. El ser miembro de una familia real es algo que entraña algunas limitaciones.

– Supongo que Whitney no podría haberse dedicado a la práctica médica -dijo Maggie.

– Entre otras cosas. Ahora está haciendo el último año de médico residente. Es cirujano pediátrico.

– Aún la echas de menos.

– No. Respeté su decisión y le deseó lo mejor. Pero ya pasó hace tiempo y cada uno ha seguido con su vida.

Maggie comprendía que ya no penaba por Whitney. Bien pensado, Qadir no parecía un hombre que penara por nadie. Se preguntó si él se habría arrepentido de haberla dejado ir.

Lo que acababa de contarle de su vida hizo que Qadir le pareciera una persona más normal.

Qadir notó la mezcla de emociones en la mirada de Maggie, y entendió que ella estaba intentando imaginar a Whitney en el contexto. A lo mejor habría sido preferible no contárselo, pero si lo había hecho era porque Maggie le inspiraba confianza.

No se parecía nada a las mujeres cuya compañía había frecuentado. Aunque era atractiva, carecía de la.sofisticación a la que él estaba acostumbrado. No jugaba con los sentimientos de los demás, y encima sabía de coches más que nadie.

Iba a decírselo, cuando vio un movimiento por el rabillo del ojo. Por la pared del fondo de la sala un fotografo avanzaba discretamente.

– Una excelente oportunidad -dijo Qadir, mientras le agarraba del brazo y tiraba de ella.

– ¿Qué?

Qadir le respondió dándole un beso. En ese momento se vio un destello, seguido de cierto revuelo, seguramente mientras los camareros corrían a echar al fotografo. Qadir esperaba que no le quitaran la cámara.

Aunque la foto estaba hecha, Qadir no dejó de besarla. Le gustaba sentir sus labios suaves, y cómo se entregaba al beso.

Qadir deseaba seguir besándola, y quería sentir su cuerpo aunque- no pasaran de los besos. Pero sabía ése no era ni el momento ni el lugar adecuado, y se apartó aunque de bastante mala gana.

Maggie pestañeó varias veces.

– ¿Eso ha sido el destello de una cámara?

– Vi que se acercaba un fotógrafo y quise darle algo que mereciera la, pena fotografiar.

Ella aspiró hondo, sin duda para calmar los nervios.

Pues sí que se lo has dado; eso seguro.

Al día siguiente, Maggie sólo había tenido tiempo de ponerse una bata cuando llamaron a la puerta.

Victoria estaba en el pasillo, con una mano en la cadera y un periódico en la otra.

– ¿Has visto lo que ha salido en el periódico? -dijo su amiga mientras entraba en la suite.

Victoria plantó el periódico en la mesa de comedor.

En mitad de la página había una foto de Qadir besando a una mujer. Ella sabía que era él, aunque 1a cara no se le veía muy bien, en cambio a ella se la veía de maravilla.

– Aquí ha pasado algo gordo, porque la última vez que hablamos, apenas si querías llamarlo por su nombre de pila.

Maggie encendió la cafetera eléctrica.

– No es lo que parece.

– Yo no sé qué pensar.

Aunque Qadir y ella no habían dicho nada de mantener aquello en secreto, Maggie sabía que era parte del trato. Pero Victoria era su única amiga en El Deharia, y Maggie no podía negar que necesitaba ha hablarlo con alguien.

– Qadir no quiere que el rey siga presentándole jóvenes que le parecen apropiadas para él, así que se le ocurrió hacer algo para que le dejara tranquilo. Vamos a fingir que salimos juntos durante unos meses y después haremos como si nos prometiéramos en matrimonio. Finalmente tendremos una enorme pelea, yo volveré a Aspen y él se quedará desolado. Eso es todo: una proposición de negocios. Me va a pagar. Victoria, y, sinceramente, el dinero me va a venir de perlas.

Victoria la miró de hito en hito.

– ¿Te va a dar mucho dinero?

Maggie sonrió.

– Sí.

– Bueno, pues adelante, chica.

– ¿No estás enfadada?

– ¡No! Pero me da rabia que no me haya pasado algo así con Nadim, claro que para eso tendría que haberse fijado en mí… Maggie, aprovecha esta oportunidad para pedirle a Qadir que te lleve a sitios especiales. él es un príncipe y… -Victoria hizo una pauta como si de pronto se diera cuenta de algo-. ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

– ¿El qué?

– Pues que como ya no se tendrá que preocupar de Qadir, el rey empezará a buscarle novia a Nadim. Y conociendo a Nadim, dirá que sí a cualquier cosa, y ahí se acabará todo.

Maggie sirvió una taza de café para cada una. -No estás enamorada de él, Victoria, a lo mejor vendría bien olvidarte del rollo ése de ser princesa.

– A lo mejor. Es que creo que sería una princesa perfecta.

– Escucha, necesito tu ayuda desesperadamente.¿Tienes tiempo para volver a ese almacén de muestras? Tengo el armario lleno de maravillosas camisetas pero nada más. No quiero dejar en ridículo a cuando vayamos a algún sitio.

Bien pensado -Victoria se quedó mirándola momento-. Podríamos ir de compras, pero primero quiero hacerte una pregunta.

– ¿Qué pregunta?

– ¿Estás segura de lo que estás haciendo? ¿Quiero de liarte con él?

¿Liarse? ¿Con Qadir?

Le vino la imagen de su beso, breve pero potente. vez que él la rozaba, se estremecía de placer pero Maggie lo había atribuido a esa química especial que había entre ellos y tal vez a las circunstancias.

– Es un negocio, nada más.