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– Será mi prioridad número uno -dijo éste, y se llevó la mano de Rowan a los labios. Aquel gesto sencillo y afectuoso la emocionó.

– Dale mis saludos a Miranda -dijo Rowan, cuando Quinn se giró hacia la puerta.

Él miró por encima del hombro y ella no pudo verle el rostro.

– Eso haré -dijo, y salió.

– ¿Me puedes explicar qué pasa? -preguntó John.

– Nada. Sólo Quinn, que es un arrogante y un tozudo. -Y Miranda, pensó.

– De eso ya me he dado cuenta trabajando con él estas semanas -observó John, sonriendo-. Pero es un buen tipo.

– Sí que lo es. Uno de los mejores.

John se inclinó y la besó ligeramente en la boca, y luego en la mano.

– He oído que tienes una cabaña en Colorado. Aunque no me creas, nunca he estado en Colorado. Tess empezará a trabajar como funcionaria del FBI en Washington, así que no tengo motivos para quedarme aquí en Los Ángeles. Además, vivo en un pequeño estudio que sólo tiene una cama y una radio. ¿Qué te parece si tú y yo nos vamos un tiempo a descansar y a relajarnos?

Rowan suspiró y cerró los ojos.

Amaba a John. Y, por primera vez desde los diez años, Rowan sentía que podía amar a alguien que se quedaría con ella mucho, mucho tiempo.

¿Era el azar? ¿El destino? No lo sabía. Pero no se imaginaba despertándose sola en la cama. No quería dormir con la Glock como única compañera. Quería algo más. Un amigo. Un amante.

Un marido.

Eso vendría después. Su amor se había forjado en un mundo infernal creado por Bobby MacIntosh. Con sólo pensar en su hermano enfermo y desquiciado, el estómago se le retorció, y ahogó un sollozo.

Pero Bobby había muerto. Y esta vez no era mentira.

– ¿Rowan? ¿Estás bien? No tenemos que darnos ninguna prisa…

John parecía tan derrotado, como si ella fuera a dejarlo.

– No, no -dijo ella.

– Está bien. Te entiendo.

– No -dijo, con más firmeza. Tragó saliva, abrió los ojos y lo miró, esperando que entendiera lo que quería decir-. Te amo, John.

– Ya lo sé. Pero no estás preparada para…

– Shh. -Rowan pidió más agua con un gesto. Si pensaba ponérselo difícil, necesitaba combustible.

Tragó el líquido refrescante y volvió a empezar.

– Te necesito.

Al principio, él pareció escéptico. Y luego optimista.

– Nunca esperé oír eso de ti.

– Nunca pensé que se lo diría a alguien. A nadie -dijo Rowan, y le apretó la mano.

– ¿Eso significa que no te importa que me reúna contigo en Colorado?

– Necesito trabajar mucho -reconoció ella-. Todavía tengo ciertos… problemas. No sé si acabarán las pesadillas, o si no te hablaré de mala manera o te dejaré fuera, o…

– Rowan -dijo él, con voz clara-. ¿Crees que me importa? Tengo mis propios asuntos. Ya sabes lo de Denny. Y Reinaldo Pomera. Si tengo la oportunidad, iré en su busca.

– Lo sé. Acabarás con tu demonio, John. Como yo acabé con el mío.

– Pero ahora -dijo él, con voz más suave y llena del amor que sentía por ella- tengo alguien que me espera en casa. Si me quieres.

– No hay nadie más con quien compartiría mi hogar -replicó ella.

Podía dejarlo todo a sus espaldas. Y prefería mil veces despertar con John a su lado, en los buenos tiempos como en los malos, que vivir el resto de su vida sin amor.

– Entonces, tenemos un trato. En cuanto te den el alta, nos vamos juntos a Colorado.

– Suena perfecto -dijo ella, con voz queda, antes de dejarse ir a un sueño sin pesadillas.

Allison Brennan

Allison nació y creció en San Carlos, California (en la península de San Francisco). Acudió a escuelas públicas hasta que ganó una beca para asistir a la Menlo School, un instituto de preparación para la universidad en Atherton. Tras eso estudió en la Universidad de Santa Cruz por la belleza del campus y su cercanía a la playa.

Allison inició sus estudios en la facultad en la especialidad de Literatura porque quería ser profesora de inglés, y ocasionalmente escribir libros. Después de llegar a ser la editora en jefe de uno de los periódicos independientes del campus, cambió su especialidad por la de Ciencias económicas y políticas. Dos años después dejó la facultad para trabajar en una campaña política en Sacramento.

Mientras se labraba una carrera en política, Allison trabajó en toda una gama de trabajos, desde barman hasta a recepcionista en un club de campo, o asistente administrativo para una compañía de software mucho antes del boom de las puntocom. En una ocasión mantuvo tres trabajos, lo que le sirvió como preparación para su probable carrera como madre/consultora legislativa/escritora.

A principios de los ‘90, cruzó todo el país para mudarse al área de Washington DC para trabajar con un equipo público de especialistas en política, pero la nostalgia pudo con ella y acabó conduciendo de vuelta a California cuatro meses después.

Afortunadamente, le costó poco tiempo encontrar trabajo, sin embargo tuvo que mudarse al sur de California. Trabajó para un funcionario electo en Glendale y acabó conociendo a su futuro marido, Dan Brennan, quien en ese momento era contable en una compañía médica. Se casaron un año después y se mudaron a Chatsworth en el valle de San Fernando, y aguantaron el terremoto de Northridge cinco días después del nacimiento de su primera hija.

Un año después, Allison y Dan decidieron mudarse a Sacramento para conseguir sus objetivos dentro de la carrera política. Viven allí desde entonces -añadiendo cuatro niños, un perro y dos gatos a su familia.

En enero de 2005, Allison dejó su carrera de treinta años en la asamblea legislativa del estado de California y se centró en dedicarse por completo a su familia y a la escritura.

Allison forma parte de las asociaciones Romance Writers of America, Mystery Writers of America, e International Thriller Writers. Su trilogía de debut en el suspense romántico, THE PREY (La presa), THE HUNT (La caza) y THE KILL, han sido editados a principios de 2006 por Ballantine.

Centrada en la escritura

Desde que era pequeña, escribir era por diversión. Un pasatiempo. Seguro, quería escribir un libro y publicarlo, pero como nunca lograba terminar nada no sentía la presión de intentarlo y que me publicaran.

Poco tiempo después del nacimiento de mi tercer hijo, intenté encontrar un modo de estar en casa con mis hijos. Puesto que me encantaba escribir historias, me comprometí a terminar uno de los múltiples libros que había empezado, y entonces buscar que lo editaran. Pensaba que terminar el libro sería la parte más dura, pero logré terminar cinco libros en menos de dos años. ¡Comprender los detalles del negocio editorial es una experiencia aún en curso!

Los dos años entre mi compromiso con la escritura y la comercialización de mi primer libro fue una experiencia de aprendizaje crucial. Cuando completé mi quinto libro, yo creía que era así, interrogué a un puñado de agentes. Encontré a la agente de mis sueños, Kimberly Whalen en Trident Media Group, quien procedió a vender mi suspense romántico, ahora conocido como La Presa, una semana después de que se lo enviara.

A pesar de que dejar mi trabajo era un riesgo, di un salto de fe. Con cinco niños, ¡los gastos en guardería eran mayores que nuestra hipoteca! También ayudó que mi marido Dan tuviera un buen puesto con beneficios médicos.

Una cosa que aprendí rápido: ser una madre ama de casa/escritora a tiempo completo es físicamente más cansado que trabajar a tiempo completo fuera de casa.

Por qué suspense romántico

Como la mayoría de escritores, soy una ávida lectora. Empecé suave -Encyclopedia Brown, Trixie Belden, Nancy Drew [1]- pero cuando tenía doce años, descubrí las vastas colecciones de Agatha Christie y Ed McBain de mi madre.