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– ¿Qué hay de comer?

Patrik se pasó la mano por el vientre, indicando que tenía hambre.

– Espaguetis a la boloñesa.

– Mmmm, ¡qué rico! ¿Sabías que eres la mujer perfecta?

Patrik se le acercó por detrás, la rodeó con sus brazos y empezó a besarle el cuello.

– Eres sexy, inteligente, fantástica en la cama y, sobre todo, lo más importante de todo, eres buena cocinera. ¿Qué más se puede pedir?

En ese momento, llamaron al timbre. Patrik miró a Erica inquisitivo, pero ella bajó la vista y fue a abrir después de secarse las manos en un paño de cocina. Al otro lado de la puerta esperaba Dan. Tenía muy mal aspecto, la espalda vencida y la mirada sin vida. Erica se alarmó al verlo, pero se contuvo e intentó que no se le notase.

Cuando Dan entró en la cocina, Patrik miró a Erica intrigado. Ella se aclaró la garganta y los presentó:

– Patrik Hedström, éste es Dan Karlsson. Dan tiene algo que contarte. Pero, bueno, vamos a sentarnos.

Erica se encaminó al comedor con la olla de la carne picada. Se sentaron a comer, aunque la situación era muy tensa. Se sentía agobiada, pero sabía que era necesario hacerlo así. Había llamado a Dan por la mañana para convencerlo de que debía revelarle a la policía su relación con Alex y le propuso que lo hiciese en su casa, con la esperanza de que le resultase menos penoso.

No hizo caso de la insistente mirada inquisitiva de Patrik y tomó la palabra:

– Patrik, Dan ha venido porque tiene algo que contarte, como policía.

Le hizo una señal a Dan, animándolo a empezar. Dan bajó la vista hacia el plato, que no había tocado siquiera. Tras varios minutos de incómodo silencio, comenzó a hablar.

– Yo soy el hombre con el que se veía Alex. Y el padre del niño que esperaba.

Se oyó un tintineo: a Patrik se le había caído el tenedor. Erica posó la mano sobre su brazo y le explicó:

– Patrik, Dan es uno de mis mejores amigos de toda la vida. Ayer averigüé que él era el hombre con el que Alex se veía en Fjällbacka. Os he invitado a almorzar a los dos porque pensé que sería más fácil hablar en este entorno que en la comisaría.

Vio que a Patrik no le había gustado lo más mínimo que ella se hubiese entrometido de aquel modo, pero de eso ya se encargaría después. Dan era su amigo y pensaba hacer todo lo posible para que su situación no se agravase. Cuando habló con él por la mañana, le contó que Pernilla se había ido con las niñas a Munkedal, a casa de su hermana porque, según le dijo, necesitaba pensar, que no sabía cómo acabaría aquello y que no podía prometerle nada. Dan veía que su vida se desmoronaba a su alrededor. El confesarlo todo ante la policía sería, en cierto modo, una liberación. Las últimas semanas habían sido muy duras. Se había visto obligado a lamentar la pérdida de Alex en secreto al tiempo que se sobresaltaba cada vez que sonaba el teléfono o que llamaban a la puerta, convencido de que la policía había descubierto su relación con ella. Ahora que Pernilla lo sabía, no temía contárselo a la policía también. Nada podía ser peor que la situación que ya vivía. No le importaba qué iba a ser de él, con tal de no perder a su familia.

– Dan no tiene nada que ver con el asesinato, Patrik. Os contará cuanto queráis saber sobre él y Alex, pero jura que jamás le hizo ningún daño, y yo lo creo. Te ruego que intentes que esto quede dentro de la comisaría, en la medida de lo posible. Ya sabes lo cotilla que es la gente y la familia de Dan ya ha sufrido bastante. Dan incluido, por cierto. Cometió un error y, créeme, sé que lo está pagando muy caro.

Patrik no parecía nada conforme, pero asintió dándole a entender que tenía en cuenta sus palabras.

– Erica, me gustaría hablar con Dan a solas.

Ella no opuso objeción alguna sino que se levantó enseguida y se fue a recoger la cocina. Desde allí oía sus voces que subían y bajaban de tono. La voz profunda y grave de Dan, y la de Patrik, algo más clara. La discusión sonaba acalorada a veces pero cuando, algo más de media hora después, los dos aparecieron en la cocina, Dan parecía mucho más aliviado. Patrik, en cambio, parecía irritado aún. Dan abrazó a Erica antes de irse y le estrechó la mano a Patrik.

– Te llamaré si tenemos más preguntas que hacerte -le advirtió Patrik-. Puede que tengas que venir a dejar tu testimonio por escrito.

Dan asintió sin abrir la boca y se marchó, tras despedirse de los dos con la mano.

La mirada de Patrik no presagiaba nada bueno.

– Nunca, nunca vuelvas a hacer algo así, Erica. Estamos investigando un asesinato y tenemos que hacerlo todo como es debido.

Cuando se enfadaba, se le arrugaba la frente y Erica tuvo que reprimir un impulso de besarlo hasta borrar esas arrugas.

– Lo sé, Patrik Pero el primero en vuestra lista, de sospechosos era el padre de la criatura y yo sabía que si iba a la comisaría lo meteríais en una sala de interrogatorios y le apretaríais las clavijas. Dan no soportaría algo así en estos momentos. Su mujer se ha llevado a las niñas y lo ha dejado y él no sabe si volverá algún día. Además, ha perdido a alguien que, lo mires como lo mires, significaba bastante para éclass="underline" Alex. Y no ha podido mostrar su dolor ante nadie, no ha podido hablar con nadie de ello. Por eso pensé que podíais empezar por hablar aquí, en un ambiente neutro, sin policías de por medio. Comprendo que tendréis que volver a interrogarlo, pero ya ha pasado lo peor. De verdad que siento mucho haberte engañado así. ¿Crees que podrás perdonarme?

Con el puchero más seductor que supo componer, se le acercó despacio. Tomó los brazos de Patrik y los colocó alrededor de su cintura y, después, se puso de puntillas para alcanzar su boca. Fue probando a meter la punta de la lengua y, pocos segundos después, él respondió adecuadamente. Tras un instante, él la apartó y la miró tranquilo a los ojos.

– Estás perdonada, por esta vez. Pero no vuelvas a hacerlo, ¿me oyes? Y ahora, creo que debemos meter el resto de la comida en el microondas para que yo pueda acallar los rugidos de mi estómago.

Erica asintió y, abrazados, volvieron al comedor, donde el almuerzo seguía casi intacto en los platos.

Cuando llegó la hora de volver a la comisaría y Patrik estaba a punto de salir, Erica se acordó de pronto de algo más que había pensado contarle.

– ¡Ah! Recuerdas que te dije que tenía un vago recuerdo de que, justo antes de que se mudase Alex, circuló algún rumor sobre ella; algo que tenía que ver con la escuela. Intenté comprobarlo, pero no conseguí averiguar nada. Lo que sí me recordaron fue que, de hecho, existe otra conexión entre Alex y Nils, aparte de que Karl-Eric trabajaba en la fábrica de conservas. Nils fue profesor de apoyo en primaria durante un semestre. Yo nunca lo tuve como profesor, pero sé que trabajó con la clase de Alex de vez en cuando. No sé si será importante, pero pensé que debías saberlo.

– ¡Vaya! Así que Alex tuvo a Nils de profesor.

Patrik quedó pensativo en la escalinata.

– Tal y como tú has dicho, puede que no tenga la menor importancia, pero en estos momentos, cualquier relación entre Alex y Nils puede ser de interés. No tenemos muchas otras pistas en las que basarnos.

La miró muy serio.

– No puedo dejar de pensar en algo que me ha dicho Dan. Según él, últimamente Alex no dejaba de hablar de que había que aclarar el pasado, que había que enfrentarse a antiguos problemas difíciles para poder seguir adelante… No sé, ¿crees que puede guardar relación con lo que acabas de contarme?

Patrik calló de nuevo, pero enseguida volvió a poner los pies en la tierra:

– No puedo descartar a Dan como sospechoso, espero que lo comprendas.

– Sí, Patrik, lo comprendo. Pero no seáis duros con él, te lo ruego. ¿Vendrás esta noche?

– Sí, tengo que pasar por casa a coger algo de ropa y esas cosas. Pero llegaré sobre las siete.