– ¿Incubadora?
– Sólo hasta que estemos completamente seguros de que está suficientemente caliente. Pero estoy seguro de que es una precaución innecesaria. La niña está bien.
– ¡Es maravilloso!
Pero había una cosa más que tenía que preguntar.
– ¿Kenneth?
– ¿Podemos hablar de ello en otro momento? -preguntó Jake, cuya cara se ensombreció.
– No.
– No son buenas noticias -dijo él, apretándole la mano con fuerza.
– Cuéntame.
– Lo vimos cuando nos alejábamos de las rocas. Angus nos dijo dónde buscar y por qué. El sargento telefoneó a la central y, cuando Kenneth llegó a la bahía, le estaban esperando.
– ¿No le arrestaron? -Preguntó Kirsty, que lo intuyó por el tono de voz de Jake…
– Se adentró en alta mar de nuevo y los barcos pesqueros y de reserva natural salieron tras él. Estuvieron persiguiéndole durante media hora sin acercarse, simplemente esperando a que se le acabara la gasolina. Sabían que estaba mareado.
– ¿Y entonces qué pasó?
– Se acercó a la orilla, pero entonces, aceleró la lancha al máximo y se estrelló contra las rocas.
– Dios bendito.
– Las enfermedades mentales son tan malas -dijo Jake tristemente-. Hay muchas cosas que desconocemos. Si pudiera volver atrás en el tiempo, quizá estudiaría psiquiatría.
– Pero entonces Dolphin Bay se quedaría sin el mejor médico de familia del mundo. Oh, Jake…
– He decidido que este lugar necesita otro médico. Lo decidí hace mucho tiempo, pero ahora estoy seguro. Y ese otro médico eres tú, Kirsty McMahon. Te amo tanto…
– No puedes amarme.
– ¿Por qué no?
– Porque ya no amas.
– Sí que lo hago. Ahora sí.
– Yo te acosé y te hice propuestas deshonestas.
– Simplemente pediste un beso. Yo estoy hablando de algo más. Te pido matrimonio.
El dolor estaba volviendo, aturdiéndola. Miró a Jake a los ojos y vio reflejado en ellos amor y deseo…
– Esto no es justo -susurró Jake al ver el dolor y la confusión que reflejaban los ojos de ella-. No te empujaré.
– No puedo pensar con claridad…
– No lo intentes -dijo él, agachándose y besándola en la frente-. Te voy a dar algo con lo que te vas a quedar profundamente dormida. Cuando te despiertes comenzaremos de nuevo.
– Comenzaremos…
– Comencemos de nuevo, Kirsty -dijo Jake con suavidad-. Olvidémonos de que fui un imbécil, y ahora olvidémonos de que te he pedido que te cases conmigo. Pero también… olvidémonos de tu miedo al compromiso, de tu creencia de que la gente que está a tu alrededor morirá, de tu miedo de seguir adelante. Duerme, mí encantadora Kirsty, y despierta a un mundo nuevo. Nuestro nuevo mundo. Que comienza ahora.
Jake cumplió su palabra.
Durante las siguientes semanas, mientras el magullado cuerpo de Kirsty se curaba, él no habló de matrimonio.
Cuando la ambulancia aérea trasladó a Angus a Sidney, también se llevó a Kirsty, ya que necesitaba cirugía torácica. Sólo fue antes de que la subieran al avión que la besó con delicadeza en los labios.
Mientras estuvo en Sidney, no la telefoneó más de lo que hubiera hecho un médico normal. Cuando una semana después regresó a Dolphin Bay, Angus lo hizo con ella. El bypass al que se había sometido éste había sido todo un éxito.
Susie había telefoneado una y otra vez a Kirsty mientras ésta había estado en el hospital, describiéndole lo perfecta que era su hija y lo mucho mejor que podía andar ella sin el peso del embarazo.
– Jake ha estado reponiendo la vía intravenosa a Spike todos los días -le dijo Susie a su hermana al verla-. Está portándose muy bien.
– ¿Todavía duerme en el castillo?
– Esta mañana se ha llevado a las niñas a su casa -dijo Susie, mirando de reojo a su hermana-. Dijo que Angus y tú tendríais que descansar, y sería mejor si no estaban por aquí las gemelas y Boris. Margie ha acordado que venga su hermana a ayudar en las labores de la casa hasta que todos estemos bien.
– Así que Jake vendrá por aquí, ¿cuándo?
– Dijo que vendría esta noche y todas las noches de ahora en adelante mientras lo necesitemos. Por Angus.
Aquella noche, Jake estuvo media hora con el conde. Luego bajó a la planta de abajo y habló un rato con Kirsty y con Susie. Cuando se fue a marchar, Kirsty lo acompañó a la puerta y trató de darle las gracias. Pero él la tomó de los hombros y la besó. Fue un delicado beso en los labios.
– No me des las gracias por ser cariñoso, Kirsty.
Parecía que en aquel momento eran ambos los que necesitaban tiempo y espacio para aceptar lo inevitable. Ella había telefoneado a Robert y le había dicho que tenía que buscar a otra persona.
Jake y ella sabían que la felicidad estaba a la vuelta de la esquina, pero no había que apresurarse…
Pero entonces llegó la fiesta de la cosecha, una gran fiesta en Dolphin Bay.
– El año pasado no pude asistir -les dijo Angus-. Tenía neumonía. Pero este año iré aunque muera en el intento.
Jake no estaba presionando a Kirsty. Era su amigo… el amigo que reía con ella, el amigo que compartía el amor por sus niñas pequeñas…
– No puedes tenerle esperando para siempre -dijo Angus.
– Lo sé.
– ¿Entonces qué es lo que te retiene?
– Es como… he sido tan independiente durante tanto tiempo -susurró-. Pero ahora soy feliz.
– ¿Te aterra que al dar el siguiente paso pierdas lo que has conseguido?
– La muerte de mi madre rompió nuestra familia -explicó Kirsty-. Mis padres estaban enamorados, pero tras la muerte de mi madre, mi padre simplemente… su mundo se detuvo. Y Susie… se entregó por completo y, cuando Rory murió, estuvo a punto de hacerlo ella también.
– Así que no vas a dar ese último paso.
– Lo… lo daré -confesó Kirsty, que sabía que amaba demasiado a Jake.
– Es un obstáculo muy duro -dijo Angus-. Pero es parte de la vida, muchacha. Amas y sufres el riesgo de una pérdida, o no amas… caso en el cual ya has perdido. Deirdre y yo nos lo pasamos estupendamente juntos. Y aquí estoy yo con las arañas de luces de plástico y la vieja reina Victoria en el cuarto de baño. Pero no lo querría de otra manera. Tuve cuarenta maravillosos años junto a mi encantadora Deirdre y aquí estoy, enamorándome otra vez de una chiquitina llamada Rose que me ha robado el corazón…
Angus dejó de hablar al oír un claxon desde el patio delantero, secándose una lágrima.
– Suficiente. Me estoy convirtiendo en un llorón. Pero no pongas en riesgo las cosas por esperar demasiado, muchacha.
No. No lo iba a hacer. Mientras llevaba a Angus, a Susie y a Rosie a la fiesta, pensó que todo lo que tenía que hacer era decir que sí.
Jake ya estaba allí. Alice y Penelope salieron a recibirles en cuanto llegaron. Todos hablaban, pero Kirsty sabía que Jake la estaba mirando. No, no la estaba mirando. Estaba con ella.
Kirsty se apartó un poco del grupo justo cuando Angus subió al escenario y dio un discurso, plagado de humor irónico. Entonces comenzó la competición de calabazas, donde Spike participaba y en la que, para sorpresa de todos, había una calabaza más grande que la de Angus.
– ¿De quién es…? -Preguntó Kirsty.
Entonces una cabeza sobresalió detrás de la enorme calabaza. Ben Boyce.
– Tú… tú… -comenzó a decir Angus, al que parecía que le iba a dar una apoplejía. ¡Traidor!
– ¿Traidor por qué? -Preguntó Ben… inocente.
– Yo cultivé mi calabaza en mi jardín y tú lo hiciste en el tuyo. ¿Qué malo hay en eso?
– ¡Tú ayudaste con mi calabaza!
– Lo hice -dijo Ben-. No hubiera sido deportivo no hacerlo. Se llama Fatso y es mejor que Spike. Tiene más sed.