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Las almas de los muertos están en los otros, los que han quedado, y allí se van muriendo del todo, lentamente.

La fama es venal, pero sólo en el momento. A la larga es inrevisable y esto es lo único que la reconcilia con el momento.

Sea lo que fuere lo que hayas pensado sobre la muerte, ahora ya no tiene validez. De un gran salto ha alcanzado un poder de contagio como no lo tuvo jamás. Ahora es realmente todopoderosa, ahora es verdaderamente Dios.

Al solitario el «tú» le da el calor que necesita para hablar de sí mismo sin la jactancia del «yo» ni la hipócrita indiferencia del «él». Uno pone su otro yo ante sí mismo como si fuera su amigo positivo o lo negativo de él le son conocidos desde hace tiempo; sin malquerencia ni adoración uno le comunica lo que realmente sabe; pero tiene que oír también, y en esta ocasión se oye a sí mismo.

Toda obra es una violación, aunque sólo sea por su mero volumen. Hay que encontrar medios distintos y más puros de expresarse.

Hitler tendría que seguir viviendo ahora como judío.

Lo tranquilizador de la Historia es su falsedad. Es una historia sobre la Historia, pues ¡si supiéramos la verdad! El satírico que ya no puede aplicar su sátira al mundo exterior fracasa como ser moraclass="underline" el destino de Gogol.

Poco a poco, el odio contra sus personajes va tomando conciencia en él en forma de odio contra sí mismo. Sea quien fuere aquel a quien él ha detestado, se ha detestado así mismo. Se ha buscado un juez severo que le amenace con el infierno. No consigue terminar las «Almas muertas» que son su propio tribunal. Las arroja al fuego, se arroja a sí mismo, y permanece en forma de ceniza.

El miedo se venga. Todo miedo que uno haya padecido se transmite a otros seres. El grado de desarrollo de un hombre se muestra en los seres a quienes transmite su miedo: si le da igual quién sea el que va a recibir este miedo; si construye casas para el miedo; si lo deja fluir libremente; si le basta con animales; si necesita hombres o sólo hombres muy especiales, que reciban este miedo de un modo concreto.

La oración como un modo de ejercitarse en los deseos.

Una meta seria de mi vida es conocer realmente a fondo todos los mitos de todos los pueblos. Pero quiero conocerlos como si hubiera creído en ellos.

Una idea torturante: que a partir de un determinado momento, la Historia dejó de ser real. Sin darse cuenta, la Humanidad entera había abandonado de repente la realidad; todo lo que desde entonces habría ocurrido no sería verdad; pero nosotros no podríamos darnos cuenta de ello. Y que ahora nuestra misión es encontrar este momento y que mientras no lo tengamos no saldremos de esta destrucción.

Todas las criaturas son antediluvianas, de antes de la atómica.

Ahora sería el momento, Dante, de un minucioso juicio universal.

Los intentos de mantener vivo el recuerdo de los hombres – en vez de mantenerlos vivos a ellos mismos – son, a pesar de todo, lo más grande que la Humanidad ha hecho hasta ahora.

Mantener vivos a los hombres con palabras ¿no es esto ya acaso como crearlos con palabras?

No me abandona la idea de un último hombre que sabe todo lo que ha ocurrido antes de él; que conoce las historias de los que se han muerto ya, en todas sus variedades, que valora estas historias, las detesta y las ama; que está lleno de ellas como quisiera estarlo yo, pero que está realmente solo y es plenamente consciente de su muerte ¿Qué hace este último hombre consigo mismo y de qué recursos echa mano para conseguir la custodia de sus preciosos conocimientos? No puedo creer que desaparezca sin dejar huella por poco que se le haya dado tiempo para orientarse. Su dolor se transformará pronto en habilidad; educará animales para que se conviertan en personas y les dará sus riquezas.

Tengo sólo 40 años, pero casi no pasa un día sin que me entere de la muerte de un hombre a quien he conocido. Con los años van a ser cada día más. la muerte se colará hasta en cada una de las horas. ¡Cómo no sucumbir al fin!

Sentimiento de culpa frente a mi padre: ahora tengo ya nueve años más de los que él llegó a tener.

¡Oh si alguien fuera capaz de sacar la amargura del pozo del futuro y tragársela él solo!, ¡entonces los demás serían felices!

Cinismo: de nadie esperar más de lo que uno mismo es.

Ha predicado tanto que ya no cree en nada ¿Hasta qué punto le es posible a uno afirmar públicamente su fe sin ponerla en peligro? Encontrar esta relación.

Los padecimientos de los judíos se convirtieron en una institución; pero ésta se ha sobrevivido a sí misma. Los hombres ya no quieren oír hablar más de ella. Con pasmo se enteran de que fue posible exterminar a los judíos; los hombres, sin quizá advertirlo ellos mismos, desprecian ahora a los judíos por otra razón. El gas se empleó en esta guerra, pero sólo contra los judíos, y ellos no pudieron hacer nada. Contra ello no pudo ni hacer nada el dinero, que antes les daba fuerza. Los degradaron hasta convertirlos en esclavos, luego en ganado, luego en sabandijas. Esta degradación se consiguió totalmente; a los otros, a los que oyeron hablar de esta degradación, les va a ser más difícil borrar sus huellas que a los judíos mismos. Todo acto de poder es un arma de doble filo; toda humillación aumenta el placer del que se envanece infligiéndole y se contagia a los que también quisieran envanecerse. La antiquísima historia de la relación de los no judíos con los judíos ha cambiado básicamente. No se les detesta menos; pero ya no se les teme. Por esto los judíos no pueden cometer un error más grande que continuar con las lamentaciones en las que fueron maestros y para las que ahora tienen más motivo que nunca.

¿Por qué ya no hay hombres buenos por obstinación?

Todo se hizo más rápido para que hubiera más tiempo. Cada vez hay menos tiempo.

La guerra ha pasado al espacio cósmico; la Tierra toma aliento antes de su final.

Sería curioso que de entre todas las formas de vida que tal vez sigue habiendo en alguna u otra parte, nosotros, en la Tierra, fuéramos los únicos que hubiéramos conocido la guerra.

Lo más peligroso de todo es la lucha con uno más débil; este fanfarrón, inútil, vacío sentimiento de superioridad que hay antes de la lucha, durante la lucha, después, este incesante: “ja, ja, ¡te podría comer vivo!” Todos los malos sentimientos podría yo sacar de esta situación en la que uno es indiscutiblemente el más fuerte, el más fuerte con mucho, y luego, aunque lo es de un modo indiscutible, se pone a discutir.

Los últimos animales le piden gracia al hombre. En este mismo momento, los hombres saltan por los aires. Los animales siguen vivos. El placer maligno de imaginar que los animales podrían sobrevivimos.

Con culpa empezó la guerra. Con culpa ha terminado. Sólo que ahora la culpa es diez mil veces más grande.

Ella desea que él lo sepa todo; pero para ella sería peligroso que él lo supiera todo. Los pocos días en que él confía realmente del todo, en ella, ella, con una palabra, le infunde una inquietud recelosa. De este modo ella puede esperar que al fin él acabe sabiéndolo todo. Ella soporta el engañarle, pero su ignorancia no la soporta: porque la presunta omnisciencia de él es lo que la da a ella fuerza para vivir, es decir, fuerza incluso para engañarle.