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P. anda de otra manera, como si no supiera nada de muertos.

P. está convencido de que la mirada de un muerto nos deja apestados para siempre y de que jamás vamos a curarnos de esta peste.

P. asegura que no envejecerá nunca porque hace caso omiso de los muertos.

La armonía preestablecida de la aniquilación.

Después de cada ronda los pueblos cambiaron de nombre.

No era posible seguir el ritmo de este cambio. Había siempre uno que ganaba pero no se sabía quién era.

El estaría perdido si no hubiera leído a Swift antes que a Schiller.

Los dioses que nos molestan hasta desde dentro de sus vitrinas.

Cuando los bakairi no están contentos con su jefe, abandonan el pueblo y le piden que gobierne sólo. (Von der Steinen).

Uno quiere ser mejor: lo que quiere es que sea más fácil.

Muchas emociones lamentables: no las tomes demasiado en serio, cambian; las buenas, no obstante, son siempre las mismas.

Lo más insoportable sería un Dios que fuera tal como uno lo desea.

Lo más difíciclass="underline" deshacerse de una vida en la que uno ha entrado del todo. Desembarazarse de los muchos nombres que hay en ella y que no le importan a uno lo más mínimo. Sacar de los pulmones el aire que ha arrebatado, porque se ha vuelto insípido. Abrir al fin las manos que han estado agarrando lo que no debían.

¿Cuánto puede un amor lavar del otro? El engaño de la fidelidad.

Prohibiciones, sus inspiraciones.

Un hombre encuentra a otro al que no ha conocido jamás, después de haber estado buscándolo treinta años. Lo reconoce al instante. También el buscado reconoce al que lo buscaba. El furor de éste reconocimiento les obliga a matarse el uno al otro.

Siempre que ha ido demasiado lejos no ha ido tan lejos como debía.

Lo más difícil de todo, sin embargo, es perdonar a los otros lo que uno se ha censurado a sí mismo.

Un santo es alguien que ha conseguido dirigir contra sí mismo todos los tormentos morales.

El sabio, con todo, debería ser un hombre que ya no se torturara a sí mismo. Sabe que no existe nada perfecto, y le ha abandonado la pasión por lo perfecto.

El año en el que el lago se heló, el año en el que la muerte se vengó en él.

Cuando el vencido se retuerce en el suelo, ya no sabe nada y sólo quiere una cosa: el regreso de estos muertos; cuando está dispuesto a entregar a todos los vivos por esta sola cosa, entonces, y solo entonces, comprende que la muerte le ha aniquilado, y que para él sería mejor no haber nacido nunca.

Dilo a menudo; dítelo otra vez; es lo único que te aguanta. Esta repetición, esta rabiosa, incesante repetición es el tributo que la tristeza paga a la vida. En la repetición de la queja, la vida vuelve a entrar furtivamente. Los que se callan soportan demasiado… ¿o es que enmudecen antes de poder calibrar lo que están soportando?

No es un juego porque no deja nada fuera. Es un juego porque te escinde para decirse.

No te hace mejor porque tu buscas la culpa en ti, pero culpas a todo el mundo.

Negra nube, no me abandones ahora. Permanece encima de mí para que mi vejez no se vuelva insípida; permanece en mí, veneno de la aflicción; que no me olvide de los hombres que están muriendo.

Los que no están destrozados, ¿cómo lo hacen? Los impávidos, ¿de qué están hechos? Una vez todo ha terminado, ¿qué respiran? Una vez todo está en calma, ¿qué oyen? Cuando lo derribado ya no se vuelve a levantar ¿cómo andan? ¿Dónde encuentran una palabra? ¿Qué viento sopla sobre sus pestañas? ¿Quién les abre los oídos a los muertos? ¿Quién echa aliento al nombre que se ha quedado helado? Cuando se apaga el sol de los ojos, ¿dónde encuentran luz?

Uno conoce al hombre que se le ha muerto, a todos los que viven no los conoce.

Sus ojos negros que se alimentan de la muerte.

Ahora está todo oscuro, pero el recuerdo humea.

Los nudos de la existencia se encuentran allí donde uno recupera para sí a un muerto sacándolo a los ojos de los vivos. Pero uno quiere que éstos lo sepan, no se lo regala. Se es terriblemente avaro de los muertos.

Podría ser que el más desgraciado fuera el único capaz de ser feliz y esto se vería casi como algo justo…; pero luego están los muertos y parece que éstos no dicen nada sobre la cuestión.

1964

Sociedades

Una sociedad en la que los hombres pueden ser viejos o jóvenes, según quieran, y pueden estar cambiando siempre la juventud por la vejez y viceversa.

Una sociedad en la que todos los hombres duermen de pie en medio de la calle y sin que les moleste nada.

Una sociedad en la que los hombres lloran una sola vez en su continuamente, todos quieren ver lo mismo; lo ven.

Una sociedad en la que los hombres lloran una sola vez en su vida. Ahorran mucho con esto y cuando ya han llorado, no tienen ilusión por nada, se quedan extenuados, se han hecho viejos.

Una sociedad en la que le pintan a cada hombre un retrato y cada hombre le reza a su propio retrato.

Una sociedad en la que los hombres, de repente, desaparecen, pero no se sabe que están muertos, no hay muerte, no hay ninguna palabra para esta idea; los hombres están contentos.

Una sociedad en la que los hombres en vez de comer se ríen.

Una sociedad en la que nunca están más de dos hombres juntos; todo lo que no sea esto es impensable e insoportable. Cuando se acerca un tercero, los dos, asqueados, se separan.

Una sociedad en la que cada uno enseña a hablar a un animal, que luego habla por él; pero el que ha enseñado al animal enmudece.

Una sociedad formada sólo por viejos que, ciegamente, engendran hombres cada vez más viejos.

Una sociedad en la que no hay excrementos; todo se disuelve en el cuerpo. Son gentes sin sentimientos de culpabilidad, devorantes y sonrientes.

Una sociedad en la que los buenos despiden mal olor y todo el mundo los rehuye. Sin embargo se les admira desde lejos.

Una sociedad en la que nadie muere solo. Mil personas se reúnen, por propia iniciativa y son ejecutadas públicamente; ésta es su fiesta.

Una sociedad en la que cada uno sólo habla abiertamente al otro sexo; los hombres a las mujeres, las mujeres a los hombres; pero no un hombre a otro hombre, una mujer a otra mujer; en todo caso, sólo a escondidas, sin que nadie les vea.

Una sociedad en la que los niños hacen de verdugos para que los mayores no se manchen las manos de sangre.

Una sociedad en la que la gente sólo respira una vez al año.

¿Y si ocurriera que todos creyeran lo falso? ¿O si ocurriera que cada uno hiciera lo contrario de aquello en que cree?

¡Míralos, los grandes fanáticos que eran capaces de creer que con esto habían contagiado a miles y miles! ¡La doctrina cristiana del amor y la inquisición! El fundador del imperio de los alemanes que debía durar mil años: las penalidades de este imperio y su descomposición. El salvador blanco de lo aztecas bajo la figura de los españoles que los aniquilan. La segregación de los judíos como pueblo elegido y el fin de esta segregación en las cámaras de gas. La fe en el progreso: la consumación de éste en la bomba atómica.