– Aunque sea una sola vez, quiero sentir, en el cuerpo y en el alma, al mismo tiempo, el amor -le supliqué-. Quiero conocer el amor absoluto y después haced conmigo lo que queráis, matadme o entregadme al Rey. Aceptaré sumisa mi destino.
Él se puso también a llorar.
– ¡Por favor, tened piedad! -le dije.
– No puedo. Eso sería romper mi juramento. Sería traición y condenaría mi alma.
– Poco le ha de importar al Rey que yo haya perdido mi virginidad. Lo que busca es mi título de Dama del Santo Grial -argumenté-. Al casarse con María, no le importó que ella no fuera virgen, que estuviera divorciada y que su anterior marido fuera su propio vasallo, el conde de Cominges. Lo único que quería era la posesión de Montpellier. Virgen o no, me tomará igualmente.
– ¿Y si quedáis embarazada?
– Sería maravilloso. Mi hijo permanecería con vos.
– No puedo. Vuestro útero es sagrado. No es mi privilegio probarlo.
– El rey de Aragón es igual que su tío el arzobispo Berenguer -dije despechada-. Sólo desea mi cuerpo. Uno quería mi sangre. Otro, mi matriz.
Me di cuenta de que no podía odiar a aquel caballero estúpido. Lo amaba demasiado. Por un momento pensé en volver al insulto, a soltar mi desesperación en palabras, pero decidí que era inútil. Eso sólo le alejaría de mí.
Pensé de nuevo en mi franco de Montmorency. Si Hugo hubiera muerto en la escaramuza con Amaury de Montfort en lugar de Guillermo, éste me hubiera hecho suya sin vacilar lo más mínimo. Ahora entendía por qué notaba algo extraño en Hugo que le impedía entregarse como lo hacía el otro. Y me arrepentí de haberme resistido en Narbona. Él sí que me hubiera hecho conocer la pasión física, el amor pleno. Pero el tiempo no vuelve atrás.
Cuando reemprendimos el camino, me sentía derrotada. No había logrado que Hugo se desprendiera de su lealtad a su señor ni por un instante, ni siquiera provocándole al límite. Me dije que no lo intentaría de nuevo; la batalla anterior nos había producido mucho dolor a ambos. Debía resignarme a ser poseída por un hombre y a amar a otro. Le miré en silencio mientras hacíamos el camino y recé a Dios para que aquel estúpido estuviera siempre cerca de mí.
109
«Ai! Que el meu cor se'm nua com un pom de clavells!»
[(«¡Ay! Que mi corazón se anuda, como un manojo de claveles.»)]
Canción popular
Aquella noche dormimos profundamente. La jornada de viaje, la tensión, el llanto y el poco sueño de la noche anterior hizo que nos derrumbáramos en nuestra cama de frazadas. Yo le buscaba a él. Él me rehuía a pesar del frío relente. No volví a intentar provocarle. Aquello se había terminado.
Amanecimos el día siguiente en calma, reanudando nuestro viaje sin mencionar lo ocurrido, como si no hubiera pasado nada. En el camino, yo veía las estribaciones de los Pirineos haciéndose cada vez más altas y temía mi destino al otro lado. Conversábamos apaciblemente al detenernos o sobre las monturas, cuando el camino lo permitía, pero yo no dejaba de pensar en el triste desenlace que nos aguardaba.
– ¿Qué es el Grial? -le pregunté de repente.
Me miró sorprendido.
– ¿El Santo Grial?
– El Grial, sea santo o no.
– Vos lo sois. ¿Por qué me lo preguntáis? Bien lo sabéis.
– Y lo soy porque, a semejanza de la copa con la que José de Arimatea recogió la sangre de Cristo, yo también contengo la Sangre Sagrada, ¿verdad?
– Así es.
– Entonces, ¿por qué también llaman Dama Grial a la Loba de Cabaret?
– Eso es distinto -repuso él-. La llaman así los que adoran el amor cortés, la Fin'Amor, el Joy. Identifican el gozo del amor, el Joy, como el Grial.
– ¿Puede haber más de un Grial?
– No, sólo hay un Grial. Pero algunos discrepan sobre su verdadera naturaleza.
– Eso quiere decir que hay Griales distintos dependiendo de la persona, ¿verdad?
Hugo se encogió de hombros antes de responder.
– Algún poeta lo identificó con un pájaro, otros, con un caldero mágico.
– Entonces, ¿qué es eso llamado Grial que acepta tantas versiones?
– No lo sé. Para mí el Santo Grial sois vos.
– Porque eso dice la Orden de Sión.
El caballero guardó silencio.
– ¿Sabéis qué creo?
Hugo escuchaba y no dijo nada.
– Que la Dama Loba está en lo cierto.
– ¿Que el Joy es el Grial?
– No, que el Grial no es físico, que está hecho de materia etérea. Es el deber ser, lo que cada uno ansía, y es distinto para cada persona.
– Explicaos.
– El valor supremo para la Dama Loba es el Joy, ese estado feliz y pleno que da el amor. Es lo que ella busca y cada día se esfuerza por encontrarlo. Para vuestro clan de Sión, en cambio, es la sangre de Cristo. Pero no como fin. Es obvio que buscáis el poder que de ella emana. El rey Pedro quiere derrotar a los cruzados y al Papa, que le ha ofendido. Ése es su Grial. Para Arnaldo, el abad del Císter, el Grial es la sumisión de todos los territorios cristianos al poder papal. En realidad, a su propio poder como representante del Papa. Quiere eliminar a todo aquel que se le oponga, ya sea con armas o con creencias. En cambio, el arzobispo Berenguer buscaba en la sangre de Cristo la fuerza esotérica que le permitiera conquistar el poder temporal. Para su socio, el rabino Salomón, era la libertad de su pueblo, el que éste tuviera su propio reino. Para el rabino David, sin embargo, era la armonía con Dios, no ofender a su Adonai, el Creador. Para los cátaros, su Grial es alcanzar la pureza y unirse con Dios, no reencarnarse más en este mundo, que para ellos es el infierno. Para Guillermo era el amor. Mi amor. Yo era su Grial, sin que tuviera nada que ver la sangre de Cristo. Buscaba en mí el pleno amor, físico y espiritual, y por mí lo sacrificó todo, incluso la vida. ¿Os dais cuenta? Cada uno sentimos que hay un bien superior y nos esforzamos por alcanzarlo. Ése es nuestro Grial. Y es su búsqueda lo que da sentido a nuestra vida.
– Pero a veces nuestros deseos cambian -objetó Hugo-. Hay cosas, menores en algún momento, que llegan a convertirse después en el bien más deseado.
– Ése es el privilegio del Grial; no es físico y tiene naturaleza sutil -repuse-. Cambia según nosotros cambiamos. Es un reflejo de nuestros anhelos, de nuestra necesidad profunda. De la enseñanza que estamos destinados a aprender, porque el verdadero valor del Grial está en su búsqueda.