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Si las cosas no fueron muy cordiales, por lo menos no anduvieron mal; ella era competente, había hecho ese tipo de tarea antes, y se había preparado para esa misión particular. Sabía qué debía preguntar y cómo escuchar.

—Este paciente, George Orr —dijo ella— ¿no es un adicto, verdad? ¿Se lo diagnostica coma psicótico o como perturbado, después de tres semanas de terapia?

—Perturbado, tal como la Oficina de Sanidad define el término. Profundamente perturbado y con orientaciones de la realidad artificiales, pero mejora con la terapia.

Ella tenía un grabador de bolsillo y estaba registrando todo; cada cinco segundos, tal como requería la ley, el instrumento emitía un sonido: tiip.

—¿Quiere describir la terapia que está empleando, por favor, tiip y explicar el papel que desempaña este aparato en ella? No me explique cómo tiip funciona, porque eso figura en su informe, sino lo que hace tiip. Por ejemplo, ¿en qué difiere su uso del Elektroson o del casco?

—Bien, esos aparatos, como usted sabe, generan diferentes impulsos de baja frecuencia que estimulan las células nerviosas de la corteza cerebral. Esas señales son lo que podríamos llamar generalizadas; su efecto sobre el cerebro se obtiene de modo básicamente similar al de la luz estroboscópica en un ritmo crítico, o al de un estímulo aural como el toque del tambor. La Ampliadora envía una señal específica que puede ser recogida por un área específica. Por ejemplo, a un individuo se le puede enseñar a producir ritmo alfa a voluntad, como usted sabe; pero la Ampliadora puede inducirlo sin aprendizaje, incluso cuando el individuo se halla en un estado que normalmente no conduce al ritmo alfa. Transmite un ritmo alfa de 9 ciclos a través de electrodos ubicados en forma conveniente, y en pocos segundos el cerebro puede aceptar el ritmo y empezar a producir ondas alfa con tanta facilidad como un budista zen en trance. Del mismo modo, y de manera más útil, se puede inducir cualquier etapa del sueño, con sus ciclos típicos y sus actividades regionales.

—¿Puede estimular el centro del placer, o el centro del habla?

¡Oh, el brillo moralista en los ojos de la inspectora, cuando se refirió al centro del placer! Haber ocultó toda su ironía y su irritación, y respondió con amistosa sinceridad:

—No. No es como el SEB. No es como la estimulación eléctrica ni como la estimulación química de ningún centro; no implica intrusión en áreas especiales del cerebro. Simplemente induce a cambiar toda la actividad del cerebro, a pasar a otro de sus estados naturales. Es algo así como una canción pegadiza que hace que los pies se muevan. Así el cerebro entra en el estado deseado para el estudio o la terapia y lo mantiene por el tiempo necesario. La denominé Ampliadora para señalar su función no creativa. No se impone nada desde el exterior. El dormir inducido por la Ampliadora es, precisamente, literalmente, la clase de calidad de sueño normal para ese cerebro particular. La diferencia entre esta máquina, y las máquinas para electrodormir es como la que existe entre un sastre particular comparado con prendas producidas masivamente. La diferencia entre la Ampliadora y la implantación de electrodos es la misma que existe entre un escalpelo y una mandarria.

—¿Pero cómo produce usted los estímulos que utiliza? ¿Usted tiip registra el ritmo alfa de un sujeto para usarlo tiip en otro?

El había estado eludiendo este punto. No pensaba mentir, por supuesto, pero simplemente no tenía sentido hablar sobre una investigación no completada mientras se la estaba realizando y probando; podía darle una impresión muy errónea a un lego. Se lanzó cómodamente a una respuesta, encantado de oír su propia voz en lugar de los diversos sonidos que emitía ella; era curioso que sólo oyera el molesto sonido del grabador cuando hablaba ella.

—Al principio utilicé un conjunto generalizado de estímulos, seleccionados entre registros de muchos sujetos. La paciente depresiva que se menciona en el informe fue tratada con éxito de esta manera. Pero me pareció que los efectos eran más erráticos de lo que me hubiera gustado. Empecé a experimentar; con animales, por supuesto, gatos. A los investigadores del dormir nos gustan los gatos; ¡duermen mucho! Bien, con sujetos animales descubrí que la línea más prometedora era utilizar ritmos previamente registrados del propio cerebro del sujeto. Una especie de autoestimulación a través de registros. Me interesa la especificidad, como ve. El cerebro responde a su propio ritmo alfa de inmediato, espontáneamente. Ahora, por supuesto, hay posibilidades terapéuticas que se abren a la otra línea de investigación. Sería posible imponer de manera gradual un modelo ligeramente distinto al del paciente, un modelo más sano o más completo. Uno registrado previamente de ese sujeto, tal vez, o de un sujeto diferente. Esto podría ser de gran importancia en casos de lesión o trauma cerebral, ya que ayudaría a un cerebro lesionado a reestablecer sus antiguos hábitos en nuevos canales, algo que el cerebro se esfuerza mucho por conseguir. Se podría usar para “enseñarle” nuevos hábitos a un cerebro de funcionamiento anormal, etcétera. De todos modos, en este punto todo eso es una especulación, y si es que vuelvo a la investigación en esa línea, por supuesto me reinscribiré en SEB —eso era muy cierto; no había necesidad de mencionar que estaba haciendo investigación en esa línea porque hasta ese momento nada era seguro y no lo comprenderían—. La forma de autoestimulación por registros que estoy usando en esta terapia puede describirse como sin efecto sobre el paciente, más allá del que se ejerce durante el período de funcionamiento de la máquina: cinco a diez minutos.

Él sabía más de la especialidad de cualquier abogado del SEB que ella acerca de la suya. Vio que la abogada asentía ligeramente con la cabeza al final de esas palabras, la había convencido. Pero entonces ella dijo:

—¿Qué es lo que hace, entonces?

—Sí, estaba llegando a eso —replicó Haber, y rápidamente reajustó su tono ya que la irritación se transparentaba—. En este caso tenemos un sujeto que teme soñar: un onirófobo. Mi tratamiento es, en esencia, un simple tratamiento de condicionamiento, según la clásica tradición de la psicología moderna. Se induce al paciente a soñar acá, en una situación controlada; el contenido del sueño y el aspecto emocional se controlan mediante sugerencia hipnótica. Se le enseña al sujeto que puede soñar en forma segura, agradable; un condicionamiento positivo que lo liberará de su fobia. La Ampliadora es un instrumento ideal para esos fines; asegura que el sujeto sueñe, instigando y luego reforzando su propia actividad típica de estado d. Podría llevarle a un sujeto hasta una hora y media superar las diversas etapas del dormir s y alcanzar el estado d por si mismo, una extensión poco práctica para sesiones terapéuticas diurnas, y además, durante el dormir profundo la fuerza de la sugerencia hipnótica relativa al contenido del sueño podría perderse en parte. Esto no es deseable; mientras él está en condicionamiento, es esencial que no tenga malos sueños ni pesadillas. Por lo tanto, la Ampliadora me provee de un elemento para ahorrar tiempo y de un factor de seguridad. La terapia podría lograrse sin ella, pero tal vez llevaría meses; con ella, espero terminar en unas pocas semanas. En los casos adecuados puede resultar tan útil como ha resultado la hipnosis en el psicoanálisis y en la terapia de condicionamiento.