Sería tan sencillo. Un pequeño descuido y caería como cayó Isaías.
Las pequeñas zonas en las que la nieve no ha desaparecido forman hexágonos en la oscuridad. Estamos atravesando el universo.
Abandono el glaciar antes que él y corro hacia abajo. Quiero cortarle el paso a la lancha motora. No me ha visto ni oído. Sin embargo sabe que estoy aquí.
El hielo es hikuliaq, hielo fresco, que se ha formado donde el hielo antiguo ha desaparecido. Es demasiado grueso para que pueda atravesarse con la lancha, demasiado fino para andar sobre él. Sobre el hielo flota, oscilante, una niebla blanca y helada.
Me ve o tal vez sólo vea que hay una silueta. Entonces sale al hielo. Lo sigo en una dirección paralela a la suya. Ve quién soy. Nota que no tiene fuerzas para llegar a mí.
El Kronos está oculto en la niebla. Se desvía demasiado hacia la derecha. Cuando finalmente endereza instintivamente el rumbo, el barco está doscientos metros detrás de nosotros. Ha perdido el sentido de la orientación. Es llevado hacia mar abierto, al lugar donde la corriente ha vaciado el hielo haciéndolo tan fino como una membrana, como una membrana vitelina. Y debajo de ella, el mar es tan oscuro y salado como la sangre. Y un rostro sube, desde las profundidades, hacia la membrana de hielo, es el rostro de Isaías, de Isaías todavía nonato. Está llamando a Toerk. ¿Es Isaías quien lo atrae hacia sí o soy yo quien lo rodeo para, de esta forma, empujarle hacia el hielo frágil?
Sus fuerzas se están agotando. Si no te has criado en este paisaje, acaba con tu resistencia.
Tal vez el hielo ceda bajo su peso dentro de un instante. Tal vez sienta como un alivio que el agua lo torne ingrávido y lo absorba. Desde abajo, el hielo, incluso en esta noche, tiene un color blanco azulado, como el de una luz de neón.
O tal vez modifique su rumbo, volviendo a virar hacia la derecha, hacia el hielo. Esta noche, la temperatura descenderá todavía más y llegará una tormenta de nieve. Sólo podrá sobrevivir durante un par de horas. En algún momento se detendrá y el frío lo transformará, como a un carámbano, una cáscara de hielo se cerrará alrededor de una vida apenas líquida hasta que también el pulso disminuya y él se confunda con el paisaje, entrando a formar parte de él. Es imposible vencer al hielo.
Detrás de nosotros permanece la piedra, su enigma, las preguntas que ha suscitado. Y el mecánico.
En algún lugar delante de mí, la silueta que corre se oscurece lentamente.
Cuéntanos, me dirán. Para que entendamos y podamos cerrar el caso. Se equivocan. Sólo aquello que no entendemos puede darse por concluido. No habrá ninguna conclusión.
Peter Høeg