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Bon Dieu, ¡qué estúpido he sido! —dijo Hércules Poirot—. El asunto es sencillísimo, ¿verdad?

Tras esta afirmación a punto estuvo de producirse un tercer asesinato: el de Hércules Poirot, en la Jefatura de Policía de Kilchester y a manos del superintendente Spence.

2

—Quiero una conferencia particular —anunció Poirot—. Con mistress Ariadne Oliver.

La conferencia particular con mistress Oliver no se consiguió sin dificultad. Mistress Oliver estaba trabajando y no se la podía molestar. Poirot, sin embargo, se negó a aceptar negativas. Y al cabo de un rato logró oír la voz de la escritora.

Delataba enfado y precipitación.

—Bueno; ¿qué pasa? —inquirió—. ¿Era necesario llamarme en estos instantes? Se me ha ocurrido una idea magnífica para un asesinato en una pañería... una de esas anticuadas que venden combinaciones, peleles y camisetas raras de manga larga, ¿sabe?

—No sé. Y, de todas formas, lo que tengo que decir es mucho más importante.

—No puede serlo. No para , quiero decir. A menos que anote inmediatamente un bosquejo de mi idea, ¡se me escapará!

Poirot no tomó en cuenta esta angustia creadora. Hizo preguntas bruscas e imperativas, a las que mistress Oliver replicó con cierta vaguedad.

—Sí... sí... es un teatro de compañía fija... un teatro pequeño cuyo nombre no recuerdo: pues uno de ellos era Cecil No-sé-cuántos, y el muchacho con quien yo hablé se llamaba Michael.

—¡Admirable! Eso era todo lo que necesitaba yo saber.

—Pero ¿por qué Cecil y Michael?

—Vuelva a sus combinaciones, peleles y camisetas de manga larga, madame.

—No comprendo por qué no detiene usted al doctor Rendell —dijo mistress Oliver—.Si yo fuera jefe de Scotland Yard, lo haría.

—Es muy posible. Le deseo suerte con el asesinato en la pañería.

—Toda la idea me ha desaparecido ya —dijo mistress Oliver—. Me la ha echado usted a perder.

Poirot presentó sus excusas.

Soltó el auricular y le sonrió a Spence.

—Vamos ahora... o iré yo, por lo menos... a entrevistarnos con un actor joven que se llama Michael y que representa pequeños papeles en el Repertory Theatre, de Cullenquay. Lo único que le pido a Dios es que se trate del Michael que yo busco.

—¿Por qué diablos...?

Poirot esquivó con destreza la creciente ira de Spence.

—¿Sabe usted, cher ami, lo que es un secret de Polichinelle?

—¿Es eso una lección de francés? —inquirió, iracundo, el superintendente.

Un secret de Polichinelle es uno que todo el mundo puede conocer. Por esta misma razón, la gente que no lo conoce no oye hablar nunca de él, porque si todo el mundo cree que sabe usted una cosa, nadie se la dirá.

—No sé cómo me contengo y no le pongo las manos encima —gruñó el enfurecido funcionario.

Capítulo XXV

La encuesta había terminado. El fallo: asesinato perpetrado por persona o personas desconocidas.

Después de la encuesta, a petición de Hércules Poirot, los que habían asistido a ella acudieron a Long Meadows.

Trabajando con diligencia, Poirot había logrado establecer cierto orden en la sala. Se habían colocado los asientos en semicírculo, a los perros de Maureen se los había excluido con dificultad, y Hércules Poirot, conferenciante por propio nombramiento, ocupó su sitio en un extremo de la estancia e inició la conferencia con un leve carraspeo para aclararse la garganta.

Messieurs et mesdames...

Hizo una pausa. Las palabras que pronunció a continuación fueron inesperadas y parecieron casi burlescas:

"Mistress McGinty ha muerto. ¿Cómo murió?

"De rodillas, como yo.

"Mistress McGinty ha muerto. ¿Cómo murió?

"Con la mano tendida, como yo.

"Mistress McGinty ha muerto. ¿Cómo murió?

"Así...

Viendo la expresión de los que le escuchaban, prosiguió:

—No; no estoy loco. El hecho de que les repita la rima infantil de un juego de chiquillos no significa que me encuentre en la segunda infancia. Algunos de ustedes quizá hayan jugado a eso en su niñez. Mistress Upward había jugado a ello. Me lo repitió incluso... con una variación. Ella dijo: "Mistress McGinty ha muerto. ¿Cómo murió? Arriesgando el cuello, como yo." Eso dijo... y eso hizo. Arriesgó el cuello... y por eso ella, como mistres McGinty, murió...

Para nuestro propósito, es preciso que volvamos al principio... a mistress MoGinty... de rodillas, fregando suelos ajenos. A mistress McGinty la mataron. Y un hombre, James Berttley, fue detenido, juzgado y condenado. Por ciertas razones, el superintendente Spence, encargado del caso, no estaba convencido de la culpabilidad de Bentley, a pesar de la fuerza de las pruebas existentes. Yo me mostré de acuerdo con él. Vine aquí a contestar una pregunta: "¿Cómo murió mistress McGinty? ¿Por qué murió?

"No les haré relatos largos y complicados. Diré tan solo que una cosa tan sencilla como un frasco de tinta me proporcionó un indicio. En el Sunday Comet, leído por mistress McGinty el domingo antes de su muerte, se publicaron cuatro fotografías. Ya están enterados a estas alturas de todo lo referente a esas fotografías. Conque solo diré que mistress McGinty reconoció entre ellas una que había visto en una de las casas en que trabajaba.

"Le habló de ello a James Bentley, aunque él no le dio importancia a la cosa por entonces. Ni después tampoco. En realidad, apenas la escuchó. Pero obtuvo la impresión de que había visto el retrato en casa de mistress Upward y que, cuando hizo referencia a una mujer que, de saberse todo, no tendría por qué enorgullecerse tanto, se refería a mistress Upward. No podemos fiamos de esta declaración suya; pero no cabe duda de que empleó la frase relacionada con el orgullo, y nadie puede negar que mistress Upward era orgullosa y autoritaria.

"Como todos ustedes sabrán, ya que algunos de ustedes se hallaban presentes, y los otros lo habrán oído contar, saqué esas cuatro fotografías en casa de mistress Upward. Observé una expresión de sorpresa en el rostro de la señora, y la acusé de haber reconocido a alguna de las mujeres. Tuvo que confesar que era cierto. Dijo que "había visto una de aquellas fotografías en alguna parte, pero que no recordaba dónde". Cuando le pregunté qué fotografía, señaló la de la niña Lily Gamboll. Pero eso, permítanme que les diga, no era la verdad. Por razones particulares, deseaba guardar el secreto. Señaló otra fotografía para desorientarme.

"Una persona hubo que no se dejó engañar, sin embargo: la persona autora del asesinato. Una persona sabía cuál era el retrato que mistress Upward había reconocido. Y aquí no me andaré con rodeos: el retrato en cuestión era el de Eva Kane, mujer que fue cómplice, víctima o, posiblemente, instigadora en el famoso asesinato del caso Craig.

"A la noche siguiente, mistress Upward murió. La asesinaron por la misma razón que asesinaron a mistress McGinty. Mistress MCGinty alargó la mano. Mistress Upward alargó el cuello. El resultado fue el mismo en ambos casos.

"Ahora bien: antes que mistress Upward muriera, tres mujeres recibieron llamadas telefónicas: mistress Carpenter, mistress Rendell y miss Henderson. Las tres llamadas eran mensajes de mistress Upward pidiendo a cada una de las personas en cuestión que acudieran a hacerle compadía aquella noche. Era la noche en que su sirvienta salía, y su hijo y mistress Oliver se iban a Cullenquay. Parece, por consiguiente, que deseaba hablar en privado con cada una de estas tres señoras.