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Formamos parte de la región más desolada y estúpida, financieramente, del mundo: la América Latina. La importancia de Latinoamérica es que no tiene finanzas sanas. Somos importantes porque les creamos problemas a los demás. Se lo he dicho repetidas veces. No somos, como cree un vulgar populismo trasnochado, víctimas del Fondo Monetario o esclavos del Primer Mundo. Todo lo contrario. Ellos son nuestras víctimas. De ellos sacamos, gracias a nuestros errores y debilidades calculados, la única fuerza de Latinoamérica, que consiste en aplazar.

Aplazamiento tras aplazamiento. De la deuda. De la devaluación. De la flotación de la moneda. De los servicios públicos. De la educación. De la salud. De la capacitación del capital humano. Todo lo aplazamos porque nos basta con ser problema para ser "salvados" una y otra vez y continuar aplazando problemas y soluciones hasta que el infierno se congele.

¿Qué quiere que le diga, señor Presidente? La estrategia nos ha funcionado. Nos mantiene a flote, con la cabeza apenas fuera del agua. De allí mi alarma. Sume usted todos nuestros problemas y piense con serenidad: ¿Nos conviene romper este status quo? ¿Verdad que no? De allí mi alarma y la razón de estas líneas.

Señor Presidente: el jefe de la policía federal, el general Cícero Arruza, se nos impacienta peligrosamente. Por fortuna, aún no le contagia los nervios al secretario de la Defensa (con quien cultivo buena relación y es quien me da a conocer lo anterior), mas ganas (y argumentos) no le faltan. Sume usted los problemas: huelgas de estudiantes, obreros y campesinos; agresión extranjera; pobreza endémica, lo que todos sabemos. Pero ahora un nuevo factor aparece. Vacíos de poder. Vacíos de poder, lo subrayo, señor Presidente. Ausencia de autoridad, aquí, allá, acuyá. Trabajadores mexicanos que no pueden entrar a los USA acampados en los estados del Norte o de regreso, desalentados e inquietos, en Guanajuato, Puebla y Oaxaca. Trabajadores guatemaltecos colándose por la frontera sur desguarnecida y demandando trabajo inexistente o quitándoselo a los mexicanos. Y el narcotráfico circulando de sur a norte y de este a oeste, desde las fronteras y desde las costas, sin barrera alguna pero con poderes ciertos: el de los caciques resurrectos, algunos aliados al narco (Narciso "Chicho" Delgado en Baja California, José de la Paz Quintero en Tamaulipas), otros independientes y por eso más temibles (Félix Elías Cabezas en Sonora), otros más íntimamente ligados a los movimientos de desempleo, pobreza, insatisfacción (Rodolfo Roque Maldonado en San Luis Potosí, el "Mano Prieta" Vidales en Tabasco, ufanándose de que si lo matan a él, lo siguen sus "nueve hijos malvados") y señoreando las fronteras de tierra y mar el Rey del Narco, Silvestre Pardo.

Movimientos de desempleo, pobreza, insatisfacción… y ambición generacional. ¿Qué edad promedio tenemos en su gabinete, señor Presidente Terán? ¿Cincuenta, sesenta años? Somos vejestorios, momiza, mamuts para un país con setenta millones de hombres y mujeres de menos de veinte años. Estos son los ejércitos que los caciques quieren movilizar y Cícero Arruza lo sabe. Lo sabe y lo quiere organizar para crear el caos y tomar el poder antes de que, dentro de un año, se inicien las campañas.

¿Qué queremos usted y yo? El status quo con todos sus defectos, pero con orden y sin sangre. ¿Qué quieren los caudillos locales? Pescar en río revuelto. Un país sin más ley que la suya, balcanizado como la Argentina, ya ve usted, alguna vez una república unida y hoy un conjunto deplorable de republiquetas "independientes", Córdoba, San Luis, La Rioja, Catamarca, Jujuy, Santiago del Estero, cada una con su Facundo local, su caciquillo prepotente y su propia emisión de papel moneda sin valor. Argentina, Jauja miserable, Edén arruinado, Pampa Bárbara de vuelta… "Séneca" dice que siempre lo salva la cultura. César Aira es el primer argentino que recibe el Premio Nobel de Literatura.

¿Eso queremos para México? Dese cuenta de la estrategia de Cícero. Primero, la ruptura del orden establecido. Segundo, la balcanización. Tercero, la unidad restablecida con mano militar. En ese momento, el muy leal y profesional divisionario Mondragón von Bertrab se une, en nombre de la patria, al régimen castrense.

¿Qué cómo sé todo esto? ¿Son simples conjeturas, adivinanzas de mi parte? No, señor Presidente. Perdone mi franqueza, pero mi lealtad es sobre todo con usted. Sé todo esto de boca del propio secretario de la Defensa, Mondragón von Bertrab. ¿Por qué me lo dijo? Para que se lo dijera a usted. ¿Me lo pidió así? No, pero hubo de suponerlo. ¿Por qué no se lo dijo directamente a usted?

– Con el Presidente, yo no supongo. Afirmo.

¿Para qué me lo dijo? Para alertarle de lo que ocurre. Von Bertrab, con esta estrategia, queda bien con usted -pero también con los revoltosos, si éstos triunfan. Es un doble juego inherente a la vida política. Pero eso no le resta ni peligro ni verdad a la situación. Señor Presidente: Estamos caminando como un ciego desorientado al que le gritan desde la banqueta que se cuide de los automóviles que se le vienen encima desde varias direcciones. ¿Estará el ciego, también, sordo?

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La Pepa" Almazán a Tácito de la Canal

Mi amor, no te pases de discreto, Date cuenta. Van a dar las doce y nuestros enemigos no están dormidos. El tiempo se nos acaba. Mi abuelita, que Dios tenga en su gloria, decía siempre:

– Hay que ser Belcebú para vencer a Satanás.

Tú y yo tenemos que ser más diablos que el diablo. Dirígete a lo alto. Si quieres ganar el cielo, tienes que mirar a Dios. Date cuenta de la legión de mandingas que te rodea. Tu P de p sólo tiene la fama, pero eso es como navegar con bandera de p. El BH está aliado con esa Lucrecia Borgia de Las Lomas, la puta de la MR. Abre los ojos, cariño. La parejita te ha metido en tu mera oficina, boshito, al novato NV pero yo siempre desconfío de los inocentes. Son cínicos que fingen ser santos para engañar al Señor y llegar al Paraíso. Tú y yo vamos aplicando nuestra nacional y consabida Ley de Herodes: o te chingas o te jodes.