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– Elimina a Tácito.

Nicolás Valdivia ha tenido a bien enviarme, por conducto del joven Magón, las copias que prueban la conducta criminal de Tácito en el negociado de MEXEN. Cómo se le escapó a un operador tan astuto que el archivista guardaba tan culpables pruebas, aún no lo sé. Magón, que es hijo del archivista, dice que su papá nunca permite que desaparezca un papel. Puede ser. Pero ¿por qué dejó Tácito que los documentos pasaran al archivo en vez de pasar por la trituradora? Sólo se me ocurre entrar a los terrenos pantanosos del orgullo del poder, la hubris, Onésimo (palabrita que ya te expliqué un par de veces y no voy a repetir), que llevó al Presidente Nixon, por ejemplo, a guardar celosamente todas las cintas que lo exhibían como un criminal grosero y que finalmente lo expulsaron de la Casa Blanca… A todos los niveles, Onésimo, te encuentras gobernadores que guardan película de sus matanzas, comandantes que hacen filmar los fusilamientos que ordenan, torturadores que se deleitan mirando cintas de sus atrocidades… ¿Tácito habrá sido sólo más fino y más soberbio, impidiendo que esos documentos quedaran para la historia de Tácito? No lo creo. Nixon, para volver al mejor ejemplo, tenía un archivo separado, "The White House Files", donde quedaba el testimonio de sus canalladas y crímenes, pero listo para ser sacado inmediatamente de la Casa Blanca si perdía las elecciones.

Con Tácito, hay gato encerrado. Los documentos están rubricados por él. Pero una rúbrica se falsifica fácilmente. Yo me pregunto, ¿quién le entregó los papeles al archivista don Cástulo Magón? No creo que haya sido De la Canal. Si averiguamos quién le dijo,

– Don Cástulo, no deje de archivar esto…

habremos resuelto el enigma.

Te repito. Elimina a Tácito. María del Rosario posee los originales de los documentos incriminantes, comparte el secreto con su criatura Nicolás Valdivia, al que ella ha encumbrado, y desde luego con Bernal Herrera, su ex amante y candidato a la Silla del

uila.

Nicolás Valdivia, te repito, ha tenido a bien enviarme, por conducto del joven Magón, las copias que prueban la conducta criminal de Tácito en el negociado de MEXEN. Repito, ¿cómo se le escapó a un operador tan astuto que el archivista guardaba tan culpables pruebas? No lo sé. Pero leyéndolas, entiendo por qué el Presidente Terán apresuró la renuncia de Tácito.

Y también la de Herrera. Este último queda, pues, como el claro favorito. Me entera Magón de que la intriga de Tácito contra Herrera y María del Rosario la aplastó el propio Presidente, indicando de paso que Herrera era su favorito.

Este es el cuadro visible. Ahora bien, Onésimo, el cuadro real contiene todas estas posibilidades, sólo que el tema invisible no sería, como todos creemos, el tema "Candidato a la Presidencia', sino el tema "Presidente Provisional" en caso de renuncia o ausencia del Presidente en funciones.

Me imagino tu cara. Disimula tu asombro. Y no creas en las intrigas de César León o en las amenazas de Cícero Arruza para que el Presidente renuncie. Aquí hay algo más. Hay gato encerrado. El joven Magón, que es empleado de confianza del secretario de Gobernación Valdivia, me da a entender que éste (Valdivia) le dio a entender a él (Magón) que "Séneca", el favorito del Presidente, ha logrado ver a Terán en un estado de debilidad física impresionante.

¿Cómo lo sabe Valdivia? Porque Séneca se lo contó a María del Rosario, de la cual está secretamente enamorado, y ésta se lo contó a Valdivia, que es pro

tegido de esa Eva Perón de huarache que es doña María del Rosario. Ahí tienes, Onésimo. Todos se espían entre sí, se roban documentos unos a otros y creo que hasta se espían a sí mismos cuando nadie los ve…

Con lo cual confirmamos que en política los secretos son a voces y que sólo las voces son secretas. Adivina un enigma en todo lo que sabes, Onésimo, y olvídate de los secretos: son ánforas vacías. Distracciones.

Mejor dale vueltas -muchas vueltas- a lo que ya sabemos.

Allí están los misterios.

49

María del Rosario Galván a Bernal Herrera

Ha muerto el Presidente Lorenzo Terán. Es como perder a un padre bueno, Bernal. Yo he vivido desde joven con la imagen detestable de mi propio padre déspota y corrupto. A veces es él quien se apropia de mis pesadillas. Despierto gritándole,

– ¡Vete! ¡Desaparece! ¡Eres más terrible muerto que vivo!

Cuando murió Franco, Juan Goytisolo, anti franquista de toda la vida (hoy tiene ochenta y nueve años y vive ilocalizable en el dedal de la Medina de Marrakech), no pudo dejar de entonar un réquiem por el padrastro que dominó a los españoles durante cuarenta años.

En cambio, Lorenzo Terán fue un patriarca bueno. Quizá demasiado bueno. Lo llamo "padre", pero en realidad fue hijo nuestro, tuyo y mío, Bernal. Nosotros lo hicimos. Nosotros lo persuadimos para que dejara sus negocios en Coahuila y se lanzara como Presidente de la sociedad civil ante la catástrofe de nuestra partidocracia, que no salva del desastre a una sola formación política en México, como si fuesen ocho niños caprichudos encerrados en el mismo cuarto y contagiados de sarampión.

En cambio, Lorenzo Terán, limpio, sin compromisos, hombre de empresa. Y por añadidura, hechura nuestra, Bernal. Tomamos, sin embargo, una decisión. No íbamos a manipular. Le seríamos leales respetando su investidura y su autonomía. Lo serviríamos. Lo aconsejaríamos. Pero no le daríamos trato de marioneta. ¿Hicimos mal? ¿Debimos ejercer presiones más severas sobre él? ¿Debimos ser algo más que consejeros -mi caso- o leales ejecutores -el tuyo-? ¿Se dio cuenta el Presidente de que todos los actos de poder te los debió a ti: huelgas, estudiantes, campesinos? Fuiste tú el que actuaste. Le presentaste hechos consumados al Presidente. Porque Lorenzo Terán, tan combativo en campaña, decidió ser una especie de santo estilita en el gobierno. Trepado en una columna para servir solitariamente a Dios y dejar que la sociedad se gobernase a sí misma.