Significa que en una historia policiaca sólo sabremos al final quién era el criminal. En México, en cambio, se conoce de antemano al criminal. La víctima es siempre el país. Ah, amiga mía. No le hagas caso a los salvadores demagógicos, nuestros Mahatma Propagandi. Pero cuídate de nuestros represores bufos, nuestros Robespierrot.
Oye al escuadrón de los desesperados.
Oye los rumores de esta Ciudad de México en la que se sabe todo lo que no se dice. Escríbelo. Nadie te creerá.
Cállate. Todos lo sabrán.
Sí, muy amiga más que apreciada. Si fuese político, los traicionaría a todos. Menos mal que sólo soy un intelectual y sé que los políticos me traicionarán a mí.
Sí, mi bella e ilustrada señora, nada tiene valor salvo nuestra intimidad, nuestro ser más callado. No lo repitas. No te entenderán.
Me voy diciéndome que nos parecemos a nuestros sueños. Nada es más semejante a nuestra realidad que nuestra utopía. No tenemos otra, ¿ve usted, señora? Sólo un suicida se atreve a decir esto. No son mis últimas palabras. No pido que las inscriban sobre mi tumba.
AQUÍ YACE XAVIER ZARAGOZA
LLAMADO "EL SÉNECA". 1982-2020
EN MÉXICO, TODO PENSAMIENTO ES UN
CONTRABANDO
A ti, en secreto, te comunico que no hay misterio después de la muerte. El muerto no sabe que estamos vivos. Antes de nacer y después de morir, vivimos, al fin, nuestros propios, intocables mundos. Mi sentencia de despedida, María del Rosario, es mucho más sencilla.
– Me voy antes de que el cielo deje de verse para siempre en México D. F
Y me reprocho a mí mismo irme con rabia, irme sin serenidad…
Me voy con rabia porque me dejé seducir por la política. Descubrí que el arte de la política es la forma más baja de todas las artes.
Me voy con rabia porque no pude convencer al Presidente de que el jefe del Estado no puede pesar solo más que todos y más que el tiempo.
Me voy con rabia porque no supe detener la locura política de cada sexenio, que es la de apropiarse de toda la historia de México y reinventarla cada seis años. ¡Qué locura!
Me voy con rabia porque soy culpable de que el Presidente me hiciera caso cuando le di un buen consejo. La culpa es mía, no suya.
Me voy con rabia porque mi razón y mi lógica no vencieron a la propaganda, que es la comida de los fanáticos.
Me voy con rabia porque no aprendí nunca a cultivar magueyes.
Me voy con rabia porque empecé indignando y terminé irritando.
Me voy con rabia porque prediqué la moral desde la cumbre de una montaña de arena.
Me voy con rabia porque nunca fui capaz de decirte Te amo.
Me voy con rabia porque sólo envidio a los muertos.
51
Nicolás Valdivia a Jesús Ricardo Magón
Querido, me cuesta mucho confiar en alguien que no seas tú. No sé cuáles puedan ser las consecuencias de la información que le proporcionaste a María del Rosario, que antes era mi corresponsal obvia… Pero hoy ya no sé. Demasiados hilos se cruzan. Demasiadas tramas se entretejen. ¿Debería quedarme callado? Sería lo más seguro, pero temo mucho que el secreto se vaya conmigo a la tumba. A ese grado te tengo confianza. Desde que te vi por primera vez en la azotea de tu casa y te llevé a trabajar conmigo, ha ido creciendo mi cariño hacia ti. Por fin he encontrado un alma compañera, un hombre con lecturas idénticas y modos de pensar semejantes a los míos. Te siento muy cerca y así quiero conservarte.
De modo que el secreto mío también es tuyo, pero tú y yo somos la misma cosa.
Te advierto que saber lo que sé es un peligro, para mí y para quien me escucha. Destruye la cinta una vez que la oigas. Te la lleva tu propio padre don Cástulo, de manera que todos estemos protegidos por la discreción.
Regresé al puerto a hablar con El Anciano del Portal porque él me lo pidió. Allí estaba como siempre, vestido de traje cruzado, con corbata de moño y el perico en el hombro, las fichas de dominó sobre la mesa y el mozo sirviendo café espumante con artes acrobáticas.
– Siéntese, Valdivia.
En seguida se dio cuenta, a causa de mis gestos -los ojos de asombro mal disimulado, la cabeza girando de derecha a izquierda, las manos abiertas en súplica-, de que yo deseaba una reunión privada, no en pleno zócalo de Veracruz.
– Siéntese, Valdivia. Cuando las cosas se hacen abiertamente, no provocan sospecha. Es el secreto lo que despierta el olfato de los lobos. Aquí en los portales ni usted ni yo llamamos la atención. Mire: los buitres han vuelto a volar sobre el Castillo de Ulúa. Eso es más llamativo que un cordial cafecito entre usted y yo…
No dije nada. No pregunté. Sabía que El Anciano iba a hablar. En su mirada se podía adivinar que todo lo que iba a ocurrir ya había pasado. Me di cuenta de esta verdad y sentí frío en la espalda. El Viejo era un brujo, es cierto, y sabía, Jesús Ricardo, de los sutiles pero determinantes cambios de tiempo y espacio en nuestras vidas. Era la lección profunda de existencia tan longeva. Espacio y tiempo. Cómo leerlos, padecerlos y ubicarnos en uno y en otro. Y nos plazca o no, el espacio pertenece al orden de lo que coexiste, y el tiempo, al de lo que sucede. Lo que los une es que ambos, tiempo y espacio, afectan lo que ya es pero también lo posible, lo que puede suceder. En sí mismos, son nociones imaginarias. Se necesita la concreción del aquí y el ahora para que Tiempo y Espacio tengan contenido.
¿No lo escribió hace muchos años Susan Sontag? El tiempo existe para que las cosas me pasen a mí. El espacio existe para que no me pasen todas al mismo tiempo.
En la vida política, estrictamente, ¿podemos afirmar que la casualidad, la sucesión y la recurrencia pertenecen al mundo de la vida diaria, en tanto que la intensidad, simultaneidad y correspondencia del tiempo personal, interno, el tuyo y el mío, querido, son propiedades del alma?
Bueno, tú sabes la alegría que es para mí tener un compañero en la misma onda. ¿Con quién más puedo hablar de estas cosas sino contigo? ¿Con quién más puedo hacerme entender cuando digo que el tiempo que estamos viviendo no es sólo imaginación e idea, sino una manera productiva de representar la vida, y que la política es una de las maneras de darle existencia al tiempo?