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– ¿Era puto?

– No me consta.

– Pero era soltero.

– Eso no prueba nada.

– ¿Con quién se acostaba?

Ah cabrón, que te endilguen secretarias y meseras, pero que a mí nadie me mencione en relación contigo. Te lo advierto. Que nadie diga:

– Cómo no. Si se acostaba con Josefina Almazán, "La Pepa", tú sabes…

¿Quisieras que hasta allí llegara mi defensa de tu persona, pobre diablo? ¿Qué no has hecho para rebajarte a fin de ascender? ¿No te habré visto hablando por teléfono con el difunto Presidente (cuando teníamos teléfonos, cabrón), hablando de pie y haciendo sonar los talones cada vez que afirmabas un "sí señor"? ¿No te he visto conservar las cenizas de los cigarrillos que acabaron por matar al señor Presidente? ¿No te parabas encuerado frente al espejo diciendo muy ufano,

– Nada me identifica más que mis deseos. Son únicos. Son intransferibles?

Y yo aguantándome tus imbecilidades, tus vanas pretensiones, yo dándote el clásico cultivo yucateco para utilizarte a favor de mi marido, yo la fiel esposa de Andino Almazán hasta cuando me dejaba lamer el culo por ti, gusano maldito, mírate al espejo, ¿crees que alguna mujer se pueda enamorar de veras de ti, lindo hermoso?, ¿crees que alguna mujer menos controlada que yo no se orina de la risa en la cama oyéndote decir después de tus orgasmos de chisguete,

– Me devora la ambición, quiero dejar mi marca en la pared del tiempo y sólo tengo, como el león, mis garras?

¡Bomba! ¡Pero qué cursi que sos boshito! ¡Lo que he tenido que soportar! Y todo por Andino, todo para llevarlo a la Presidencia, aliarlo con su opuesto que es el general Arruza y dar el golpe. Almazán Presidente, no provisional sino por seis años gracias al pronunciamiento de Arruza, ese era el verdadero plan, no el tuyo, bizcocho miserable, con Arruza me acosté para usarte a ti de biombo, hacerte creer que la intriga era para favorecerte a ti, lo que no nos reímos Arruza y yo de ti, mi general sí que es macho, ese sí que sabe coger, no tú, pinche lombriz…

– Cuidadito -me dijo el general-. Será muy lombriz. Pero acuérdate de que los gusanos, cuando los partes por la mitad, se siguen moviendo.

¿Sabes? Lo bueno de todo este asunto es que nadie creerá jamás que una mujer como yo, una yucateca sabrosa, opulenta, cachonda y con perrito, haya escogido a un pobre diablo como tú para gozar en la cama.

¿Y sabes otra cosa? Te escribo abiertamente, sin Ps ni Ts ni As porque me importa una pura chingada que exhibas esta carta. No te queda crédito cual ninguno. Todo lo que digas o hagas será visto como fraude, fraude, fraude… Esa es la palabra escrita sobre tu cabeza de melón: RATERO Y MENTIROSO.

– Tengo facciones ascéticas y conductas libertinas.

Es lo primero que me dijiste, baboso. Fue tu tarjeta de presentación. Tuve que aguantarme la risa. Estaba dispuesta a jugar todas las fichas. Con el general para llevar a mi marido Andino a la Presidencia provisional tras la destitución de Terán por incompetente y luego dejarlo de pelele para que Arruza gobernara conmigo. Contigo de segunda opción por si llegabas a la Presidencia "por tus méritos" (todo es posible en esta vida) o te nombraba Presidente el Congreso con Andino como provisional. ¿Cuánto ibas a durar? Lo que decidiéramos mi general y yo, nomás.

Y ya de perdida, tú Provisional para apoyar a Andino Presidente y Arruza de mandamás detrás de la Silla.

Ya ves, un puro juego de ajedrez en el que yo era la reina, Arruza el rey, Andino el alfil y tú el pinche peón.

Adiós, mi pobre Tácito. Del hoyo saliste y al hoyo regresas. Y dile a Nicolás Valdivia que los ideales no tienen importancia, que las convicciones valen una chingada. Dinos con quién estás. Eso es lo que importa.

Ah, y Valdivia ha dado órdenes de no recibirte más en ninguna oficina de gobierno…

56

Dulce de la Garza a El Anciano del Portal

Señor Presidente, no aguanto mi emoción y mi tristeza y por eso le escribo, no sé si me atrevería a mirarlo a los ojos, usted que tantísimo dolor me ha causado y que ahora me devuelve una felicidad imposible con la que ya ni siquiera soñaba. Usted me convocó al café del puerto. Yo sabía que Tomás lo respetaba muchísimo. Cuántas veces no me repitió que usted era más que su maestro, era como su padre y como padre le aconsejó siempre ser menos bueno, más duro.

– El peor enemigo del poder es el inocente -le dijo usted a Tomás y esas palabras las tengo grabadas en el corazón, como todo lo que me dijo mi amor-. Hasta ahora has sido un precandidato sumiso, como debe ser. Ahora quieres ser un reformador. Espera. No comas ansias. No madrugues a la medianoche. Haz tus reformas cuando ya estés sentado en la Silla del Águila, como lo hice yo. Aprovecha mi experiencia.

No, si yo sé que Tomás era un valiente, no se guardaba nada, se aventaba al ruedo. No, si yo entiendo que todos los que tienen poder en México lo vieron como una amenaza. Y por eso lo mataron.

He vivido ocho años, tenía veintiuno entonces, tengo veintinueve yendo para treinta hoy, lo que se llama la flor de la edad, ¿no? Ocho años penando, señor Presidente. Pero al menos mi pena era mi certidumbre. Ahora viene usted y me hunde en un pozo de desesperación y peores desgracias.

Sí, Tomás está vivo. Y usted tiene el cinismo de contarme lo que le dijo a mi hombre cuando usted mismo, nadie más que usted es culpable, usted me lo arrebató…

– Tomasito, imagina que eres un prisionero bien atendido. Piensa que la vida es fea y peligrosa. La crueldad acecha. Mira, muchacho. Cierra la puerta del mundo por un tiempecito y regresa rejuvenecido. Mide tu tiempo. Esta no es tu hora todavía. Ya vendrá. Te lo juro.

Usted no tuvo el valor de ir ayer a esa celda. Usted nomás le mandó un mensaje escrito conmigo a Tomás. Aquí lo tengo:

"Quise darte el poder. Quise darte la oportunidad de hacer las cosas que yo mismo no pude porque en mis tiempos el sistema era distinto. Lo siento mucho, lo siento de veras, Tomasito. No me entendiste. No supiste medir los tiempos. Lo que hice lo hice por ti, una vez más. Sí, no fue la primera ni la última vez que te ofrecí un buen consejo y quise servirle de escudo a tus ímpetus idealistas. Ahora ya llegó tu tiempo. Ahora el país reclama legitimidad, símbolos, drama, esperanza. Desde la Resurrección de Cristo no habrá otra como la tuya, hijo mío. Yo que rehuyo la publicidad te tendré un ejército de camarógrafos, televisión, reporteros, cuando salgas. ¿De Ulúa? Ah qué caray, te digo que no cuentan con mi astucia. Óyeme bien, Tomás: Tú nunca estuviste en Ulúa. Te perdiste en la selva, fuiste secuestrado, y desorientado por la tortura y el peyote, te perdiste en la pinche jungla. Una bruja de Catemaco enterró tus uñas y tu pelo bajo una ceiba. Llevas ocho años embrujado, Tomás, perdido en un mundo natural, parte tú mismo de la selva, sin distinguirte en nada de la vainilla y la pimienta, del chote y el espino blanco, del jonote y la caña de azúcar, toda la pródiga naturaleza veracruzana que nos vio nacer, Tomasito, te envolvió como un manto real, te absorbió y te hizo parte de ella… No te olvides, Tomasito, estás embrujado. Duermes sentado porque si te acuestas no soplan los vientos marinos. Duermes con las ventanas abiertas para que te empapen las lluvias del Golfo de México. Y si te mueres, que digan que el "Norte" fue cómplice del crimen. Te creías muerto, Tomás. Ahora se te aparece Dulce tu novia a rescatarte, a decirte,