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– Ocurrieron por todo Blackwater Landing y sus alrededores. Dos de las víctimas se ahogaron en el canal. Las pruebas parecían indicar que se habían caído y golpeado la cabeza. Pero el investigador médico dijo que podrían haber sido golpeadas intencionalmente y luego sumergidas en el agua. Garrett fue visto por sus casas no mucho antes de que se ahogaran. Luego el año pasado alguien murió a causa de picaduras. Avispas. Justo como Ed. Sabemos que Garrett lo hizo.

Bell quiso seguir hablando pero Mason lo interrumpió. Dijo en voz baja:

– Una chica de apenas veinte años, como Mary Beth. Realmente agradable, buena cristiana. Estaba durmiendo la siesta en el porche trasero de su casa. Garrett le tiró un nido de avispones. La picaron ciento treinta y siete veces. Tuvo un ataque al corazón.

Lucy Kerr dijo:

– Yo acudí a la llamada. Lo que vi fue realmente horrible. Murió despacio. Muy dolorosamente.

– Oh, ¿y el funeral que pasamos cuando veníamos hacia aquí? -preguntó Bell-. Ese era Todd Wilkes. Tenía ocho años. Se mató.

– Oh, no -murmuró Sachs-. ¿Por qué?

– Bueno, había estado bastante enfermo -explicó Jesse Corn-. Pasaba más tiempo en el hospital que en su casa. Estaba realmente destrozado. Pero hay más: se vio a Garrett gritándole hace unas semanas, le decía de todo. Estábamos pensando que Garrett lo siguió acosando y asustándolo hasta que no pudo más.

– ¿El motivo? -preguntó Sachs.

– Es un psicópata, ese es su motivo -escupió Mason-. La gente se ríe de él y él se venga. Tan simple como eso.

– ¿Esquizofrénico?

Lucy dijo:

– No es lo que dicen sus consejeros en la escuela. Lo llaman personalidad antisocial. Posee un alto coeficiente intelectual. Tenía muy buenas notas en sus informes escolares, antes de que empezara a hacer novillos hace dos años.

– ¿Tenéis una foto de él? -preguntó Sachs.

El sheriff abrió un archivo.

– Esta es la foto del informe por el ataque con el nido de avispas.

La imagen mostraba a un muchacho delgado, de pelo corto, con cejas prominentes y en una sola línea y ojos hundidos. Había una erupción en su mejilla.

– Aquí hay otra -Bell desplegó un recorte de periódico. Mostraba una familia de cuatro miembros en un almuerzo campestre. La leyenda al pie decía: «Los Hanlon en el picnic anual de Tanner's Corner, una semana antes del trágico accidente de coche en la ruta 112 que costó las vidas de Stuart, de 39 años, y de Sandra, de 37, y su hija Kaye, de 10. En la foto también aparece Garrett, de 11, que no estaba en el coche en el momento del accidente».

– ¿Puedo ver el informe de la escena del crimen de ayer? -preguntó Rhyme.

Bell abrió una carpeta. Thom la tomó. Rhyme no tenía un dispositivo para pasar las páginas, de manera que su ayudante lo hacía.

– ¿Puedes sostenerlo mejor?

Thom suspiró.

Pero el criminalista estaba irritado. Se había trabajado con mucho descuido en la escena del crimen. Había fotos Polaroid que mostraban algunas huellas pero no se había puesto una regla antes de sacarlas, para poder saber su tamaño. Además, ninguna de las huellas tenía una tarjeta numerada que indicara que habían sido hechas por diferentes individuos.

Sachs también se dio cuenta y sacudió la cabeza, haciendo un comentario.

Lucy, a la defensiva, dijo:

– ¿Siempre hacéis eso? ¿Poner tarjetas?

– Por supuesto -dijo Sachs-. Es el procedimiento rutinario.

Rhyme siguió examinando el informe. Se trataba de una descripción sumaria de la ubicación y la postura del cuerpo del muchacho. Rhyme pudo ver que la línea que la delimitaba en el suelo había sido hecha con pintura en aerosol, que no debe utilizarse pues arruina las huellas y contamina la escena del crimen.

No se habían guardado puñados de tierra para encontrar indicios en el lugar donde se había encontrado el cuerpo o donde había habido un obvio forcejeo entre Billy, Mary Beth y Garrett. Y Rhyme podía ver colillas de cigarrillos sobre el suelo, que pueden proporcionar muchas claves, pero no se había guardado ninguna.

– Siguiente.

Thom dio vuelta a la hoja.

El informe sobre los puntos de fricción, las huellas dactilares, era un poco mejor. La pala tenía cuatro huellas enteras y diecisiete parciales, todas identificadas positivamente como pertenecientes a Garrett y a Billy. La mayoría de ellas eran latentes pero había unas pocas evidentes -fácilmente visibles sin productos químicos ni utilizando fuentes de luz alternativas- en una mancha de barro del mango. Sin embargo, Mason se había descuidado cuando trabajaba en la escena y las huellas de sus guantes de látex sobre la pala cubrían muchas del asesino. Rhyme hubiera cesado a un técnico que hubiese manejado con tanto descuido la evidencia, pero como había otras huellas dactilares buenas, en este caso daba igual.

El equipo llegaría pronto. Rhyme dijo a Belclass="underline"

– Voy a necesitar un técnico forense para que me ayude con los análisis y el equipo. Preferiría un policía pero lo importante es que conozca la ciencia. Y que conozca esta región. Un nativo.

El pulgar de Mason trazó un círculo sobre el reborde del gatillo de su revolver.

– Podemos encontrar a alguien pero yo pensé que usted era el experto. Quiero decir, ¿no es por eso que lo trajimos?

– Una de las razones por las cuales trabajo para vosotros es que yo sé cuando necesito ayuda -miró a Bell-. ¿Tienes a alguien en mente?

Fue Lucy Kerr la que contestó:

– El hijo de mi hermana, Benny; estudia ciencias en la UNC [1]. Bachiller.

– ¿Listo?

– Las mejores calificaciones. Sólo que es… un poco silencioso.

– No lo quiero por su conversación.

– Lo llamaré.

– Bien -dijo Rhyme-. Ahora quiero que Amelia investigue las escenas de los crímenes: el cuarto del muchacho y Blackwater.

Mason dijo:

– Pero -movió su mano señalando el informe- ya lo hicimos. Pasamos un peine fino.

– Me gustaría que ella los examinara de nuevo -dijo Rhyme, seco. Luego miró a Jesse-. Tú conoces la región. ¿Podrías ir con ella?

– Seguro. Con mucho gusto.

Sachs le lanzó una mirada aviesa. Pero Rhyme conocía el valor de un galanteo; Sachs necesitaría ayuda, y mucha. Rhyme no pensaba que Lucy o Mason pudieran mostrarse ni la mitad de colaboradores con ella que el enamoriscado Jesse Corn.

Rhyme dijo:

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[1] Universidad de Carolina del Norte. (N. de la T.)