- ?Recuerda usted el nombre de este amigo de Julian?
- Mire, con un apellido como Aldaya, no hacen falta nombres, a ver si me entiende usted. Tambien me acuerdo de otro chico, un poco atolondrado, un tal Miquel. Creo que tambien era companero suyo de clase. No me pregunte ni que apellido ni que cara tenia.
Parecia que habiamos llegado a un punto muerto y temi empezar a perder el interes de la portera. Decidi seguir una corazonada.
- ?Vive alguien ahora en el piso de los Fortuny?
- No. El viejo murio sin hacer testamento, y la mujer, que yo sepa, aun esta en Buenos Aires y no vino ni al entierro.
- ?Por que Buenos Aires?
- Porque no pudo encontrar un sitio mas lejos de el, digo yo. No la culpo, la verdad. Lo dejo todo en manos de un abogado, un tipo muy raro. Yo no le he visto nunca, pero mi hija Isabelita, que vive en el quinto primera, justo debajo, dice que a veces, como tiene llave, viene por la noche y se pasa horas andando por el piso y luego se va. Una vez hasta me dijo que se oian como tacones de mujer. Ya me contara usted.
- A lo mejor eran zancos -sugeri.
Me miro sin comprender. Obviamente, para la portera el tema era muy serio.
- ?Y nadie mas ha visitado el piso en todos estos anos?
- Una vez se presento aqui un tipo muy siniestro, de esos que sonrien todo el rato, un risitas, pero que se le ve venir de lejos. Dijo que era de la Brigada Criminal. Queria ver el piso.
- ?Dijo por que?
La portera nego.
- ?Recuerda su nombre?
- Inspector noseque. Ni me crei que fuese policia. El asunto olia mal, ya me entiende. A algo personal. Le facture con viento fresco y le dije que no tenia las llaves del piso y que si queria algo, que llamase al abogado. Me dijo que volveria, pero no le he vuelto a ver por aqui. Ni ganas.
- ?No tendra usted por casualidad el nombre y la direccion de ese abogado, verdad?
- Eso se lo tendria que preguntar usted al administrador de la finca, el senor Molins. Tiene la oficina aqui cerca, en el 28 de Floridablanca, entresuelo. Digale que va usted de parte de la senora Aurora, servidora de usted.
- Se lo agradezco mucho. Y digame, senora Aurora, ?entonces el piso de los Fortuny esta vacio?
- Vacio no, porque nadie se ha llevado nada de ahi en todos los anos desde que murio el viejo. Si a veces hasta huele. Yo diria que hay ratas y todo, fijese usted.
- ?Cree usted que seria posible echarle un vistazo? A lo mejor encontramos algo que nos indique que se hizo realmente de Julian...
- Ay, yo no puedo hacer eso. Tiene usted que hablarlo con el senor, Molins, que es el que lo lleva.
Le sonrei con malicia.
- Pero usted tendra una llave maestra, supongo. Aunque le dijese a ese individuo que no... No me diga que no se muere usted de curiosidad por saber lo que hay ahi dentro.
Dona Aurora me miro de reojo.
- Es usted un demonio.
La puerta cedio como la losa de un sepulcro, con un quejido brusco, exhalando el aliento fetido y viciado del interior. Empuje el porton hacia el interior, desvelando un pasillo que se hundia en la negrura. El aire hedia a cerrado y a humedad. Volutas de mugre y polvo coronaban los angulos de la techumbre, pendiendo como cabellos blancos. Las losas quebradas del suelo estaban recubiertas por lo que parecia un manto de cenizas. Adverti lo que parecian marcas de pisadas adentrandose en el piso.
- Santa Madre de Dios -murmuro la portera-. Aqui hay mas mierda que en el palo de un gallinero.
- Si lo prefiere, ya entro yo solo -sugeri.
- Eso quisiera usted. Venga, tire palante , que yo le sigo.
Cerramos la puerta a nuestra espalda. Por un instante, hasta que la mirada se nos acostumbro a la penumbra, permanecimos inmoviles en el umbral del piso. Escuche la respiracion nerviosa de la portera y percibi el vahido agrio a sudor que desprendia. Me senti como un ladron de tumbas, con el alma envenenada de codicia y anhelo.
- Oiga, ?que sera ese ruido? -pregunto la portera, inquieta.
Algo aleteaba en las tinieblas, alertado por nuestra presencia. Me parecio entrever una forma palida revoloteando en el extremo del corredor.
- Palomas -dije- Deben de haberse colado por una ventana rota y anidado aqui.
- Pues mire que me dan un asco a mi los pajarracos esos -dijo la portera-. Con lo que llegan a cagar.
- Usted tranquila, dona Aurora, que solo atacan cuando tienen hambre.
Nos adelantamos unos pasos hasta el fin del pasillo. Llegamos a un comedor que daba al balcon. Se apreciaba el contorno de una mesa destartalada recubierta por un mantel deshilachado que parecia una mortaja. La velaban cuatro sillas y un par de vitrinas veladas de suciedad que custodiaban la vajilla, una coleccion de vasos y un juego de te. En una esquina permanecia el viejo piano vertical de la madre de Carax. Las teclas habian ennegrecido y apenas se veian las junturas bajo el velo de polvo. Frente al balcon palidecia una butaca de faldones raidos. Junto a ella habia una mesa de cafe sobre la que reposaban unas lentes de lectura y una Biblia encuadernada en piel palida y ribeteada con filetes dorados, de las que se regalaban entonces por la primera comunion. Todavia conservaba el punto, una hebra de cordel escarlata.
- Mire, en esa butaca es donde encontraron muerto al viejo. Dijo el medico que llevaba ahi dos dias. Que triste morir asi, solo como un perro. Y mire que se lo busco, pero aun asi, mire que me da lastima.
Me acerque a la butaca mortuoria del senor Fortuny. Junto a la Biblia habia una pequena caja con fotografias en blanco y negro, retratos viejos de estudio. Me arrodille a examinarlas, dudando casi viejos rozarlas con los dedos.
Pense que estaba profanando los recuerdos de un pobre hombre, pero la curiosidad pudo mas. La primera estampa mostraba a una pareja joven con un nino de no mas de cuatro anos. Le reconoci por los ojos.
- Ahi los tiene usted. El senor Fortuny de joven, y ella...
- ?No tenia Julian hermanos o hermanas?
La portera se encogio de hombros, suspirando.
- Decian por ahi que ella habia perdido un embarazo por una de las palizas del marido, pero yo no se. A la gente le gusta mucho la chafarderia, la verdad. Una vez, Julian le conto a los crios de la escalera que tenia una hermana que solo el podia ver, que salia de los espejos como si fuese de vapor y que vivia con el mismisimo Satanas en un palacio debajo de un lago. Mi Isabelita tuvo pesadillas para un mes entero. Mire que era morboso ese crio a veces.
Eche un vistazo a la cocina. El cristal de una pequena ventana que daba a un patio interior estaba roto, y podia oirse el aleteo nervioso y hostil de palomas al otro lado.
- ?Todos los pisos tienen la misma distribucion? -pregunte.
- Los que dan a la calle, osease los de la segunda puerta, si, pero este, al ser atico, es algo diferente -explico la portera-. Ahi tiene la cocina y un lavadero que da al tragaluz. Por ese pasillo hay tres habitaciones y al fondo un bano. Bien puestos dan mucho arreglo, no se piense. Este es parecido al de mi Isabelita, claro que ahora parece una tumba.
- ?Sabe cual era la habitacion de Julian?
- La primera puerta es el dormitorio principal. La segunda da a una habitacion mas pequena. A lo mejor esa, digo yo.
Me adentre en el pasillo. La pintura de las paredes se deshacia en jirones. Al fondo del corredor, la puerta del bano estaba entreabierta. Un rostro me observaba desde el espejo. Hubiera podido ser el mio o el de la hermana que vivia en los espejos de aquel piso. Intente abrir la segunda puerta.
- Esta cerrada con llave -dije.
La portera me miro, atonita.
- Esas puertas no tienen cerradura -murmuro.
- Esta si.
- Pues la haria poner el viejo, porque en los demas pisos...