- ?Se encuentra usted bien, senor Romero de Torres?
La subita aparicion de Fumero en el relato del padre Fernando Ramos me habia dejado helado, pero el efecto sobre Fermin habia sido fulminante. Amarilleaba y le temblaban las manos.
- Es una bajada de tension -improviso Fermin con un hilo de voz-. Este clima catalan a las gentes del sur a veces nos mortifica.
- ?Puedo ofrecerle un vaso de agua? -pregunto el sacerdote, consternado.
- Si su ilustrisima no tiene inconveniente. Y quiza una chocolatina, por aquello de la glucosa...
El sacerdote le escancio un vaso de agua, que Fermin apuro avidamente.
- Todo lo que tengo son caramelos de eucalipto. ?Le sirven?
- Dios se lo pague.
Fermin engullo un punado de caramelos y, al rato, parecio recuperar cierta palidez.
- ?Este muchacho, el hijo del conserje que perdio heroicamente el escroto defendiendo las colonias, esta usted seguro de que se llamaba Fumero, Francisco Javier Fumero?
- Si. Completamente. ?Acaso le conocen ustedes?
- No -entonamos los dos en polifonia.
El padre Fernando fruncio el ceno.
- No seria de extranar. Francisco Javier ha acabado siendo un personaje tristemente celebre.
- No estamos seguros de comprenderle...
- Me entienden ustedes de maravilla. Francisco Javier Fumero es inspector jefe de la Brigada Criminal de Barcelona y su reputacion es sobradamente conocida incluso por los que no salimos de este recinto. Y usted al oir su nombre ha encogido varios centimetros, diria yo.
- Ahora que lo menciona vuecencia, el nombre tiene una cierta musiquilla familiar...
El padre Fernando nos miro de reojo.
- Este muchacho no es hijo de Julian Carax. ?Me equivoco?
- Hijo espiritual, eminencia, que moralmente tiene mas peso.
- ?En que clase de embrollo estan ustedes metidos? ?Quien les envia?
Tuve entonces la certeza de que estabamos a punto de salir despedidos a puntapies del despacho del sacerdote y opte por silenciar a Fermin y, por una vez, jugar la carta de la honestidad.
- Tiene usted razon, padre. Julian Carax no es mi padre. Pero no nos envia nadie. Hace anos tropece por casualidad con un libro de Carax, un libro que se creia desaparecido, y desde entonces he intentado averiguar mas sobre el y esclarecer las circunstancias de su muerte. El senor Romero de Torres me ha prestado su ayuda...
- ?Que libro?
- La Sombra del Viento. ?Lo ha leido usted?
- He leido todas las novelas de Julian.
- ?Las conserva usted?
El sacerdote nego.
- ?Puedo preguntarle que hizo con ellas?
- Anos atras alguien entro en mi habitacion y les prendio fuego.
- ?Sospecha usted de alguien?
- Por supuesto. De Fumero. ?No es por eso por lo que estan ustedes aqui?
Fermin y yo intercambiamos una mirada de perplejidad.
- ?El inspector Fumero? ?Por que habria el de querer quemar esos libros?
- ?Quien si no? Durante el ultimo ano que pasamos juntos en el colegio, Francisco Javier intento matar a Julian con la escopeta de su padre. Si Miquel no le hubiese detenido...
- ?Por que intento matarle? Julian habia sido su unico amigo.
- Francisco Javier estaba obsesionado con Penelope Aldaya. Nadie lo sabia. No creo que ni la misma Penelope hubiera reparado en la existencia del muchacho. Mantuvo el secreto durante anos. Al parecer seguia a Julian sin que el lo supiera. Creo que un dia le vio besarla. No lo se. Lo que se es que intento matarle a plena luz del dia. Miquel Moliner, que nunca se habia fiado de Fumero, se abalanzo sobre el y le detuvo en el ultimo momento. El agujero del balazo aun se puede ver junto a la entrada. Cada vez que paso me acuerdo de aquel dia.
- ?Que paso con Fumero?
- El y su familia fueron expulsados del recinto. Creo que a Francisco Javier le metieron durante una temporada en un internado. No supimos de el hasta un par de anos mas tarde, cuando su madre murio en un accidente de caza. No hubo tal accidente. Miquel habia tenido razon desde el principio. Francisco Javier Fumero es un asesino.
- Si yo le contara... -musito Fermin.
- Pues no estaria de mas que me contasen ustedes algo, algo veridico, para variar.
- Le podemos decir que Fumero no fue quien quemo sus libros.
- ?Quien fue entonces?
- Con toda seguridad fue un hombre con el rostro desfigurado por el fuego que se hace llamar Lain Coubert.
- ?No es ese...?
Asenti.
- El nombre de un personaje de Carax. El diablo.
El padre Fernando se reclino en su butaca, casi tan perdido como nosotros.
- Lo que parece cada vez mas claro es que Penelope Aldaya es el centro de todo este asunto, y es de ella de quien menos sabemos -apunto Fermin.
- No creo que yo pueda ayudarles ahi. Apenas la vi, de lejos, un par o tres de veces. Cuanto se de ella es lo que me conto Julian, que no era mucho. La unica persona a quien oi mencionar el nombre de Penelope alguna vez fue a Jacinta Coronado.
- ?Jacinta Coronado?
- El aya de Penelope. Habia criado a Jorge y a Penelope. Los queria con locura, especialmente a Penelope. A veces venia al colegio a recoger a Jorge, porque a don Ricardo Aldaya no le gustaba que sus hijos pasaran un segundo sin la vigilancia de alguien de la casa. Jacinta era un angel. Habia oido decir que yo, como Julian, eramos muchachos de recursos modestos y siempre nos traia algo de merendar porque creia que pasabamos hambre. Yo le decia que mi padre era el cocinero, que no se preocupase que de comer no me faltaba. Pero ella insistia. Yo la esperaba a veces y hablaba con ella. Era la mujer mas buena que jamas he conocido. No tenia hijos, ni novio conocido. Estaba sola en el mundo y habia dado la vida por criar a los hijos de los Aldaya. Adoraba a Penelope con toda su alma. Aun habla de ella...
- ?Esta usted todavia en contacto con Jacinta?
- La visito a veces en el asilo de Santa Lucia. Ella no tiene a nadie. El Senor, por razones que nos estan veladas al entendimiento, no siempre nos premia en vida. Jacinta es una mujer muy mayor ya y sigue tan sola como siempre lo estuvo.
Fermin y yo intercambiamos una mirada.
- ?Y Penelope? ?No la ha visitado nunca?
La mirada del padre Fernando era un pozo de negrura.
- Nadie sabe que se hizo de Penelope. Esa muchacha era la vida de Jacinta. Cuando los Aldaya se marcharon a America y ella la perdio, lo perdio todo.
- ?Por que no se la llevaron con ella? ?Marcho Penelope tambien a la Argentina, con el resto de los Aldaya? -pregunte.
El sacerdote se encogio de hombros.
- No lo se. Nadie volvio a ver a Penelope o a oir hablar de ella despues de 1919.
- El ano que Carax marcho a Paris -observo Fermin.
- Tienen que prometerme ustedes que no van a molestar a esa pobre anciana para desenterrar recuerdos dolorosos.
- ?Por quien nos toma el mosen? -pregunto Fermin, airado.
Sospechando que no nos iba a sacar nada mas, el padre Fernando nos hizo jurarle que le mantendriamos informado de lo que averiguasemos. Fermin, para tranquilizarlo, se empeno en jurar sobre un Nuevo Testamento que yacia en el escritorio del sacerdote.
- Deje los Evangelios tranquilos. Me basta con su palabra.
- No deja pasar usted una, ?eh, padre? ?Que fiera!
- Venga, les acompano hasta la salida.
Nos guio a traves del jardin hasta la verja de lanzas y se detuvo a una distancia prudencial de la salida, contemplando la calle que serpenteaba de bajada hacia el mundo real, como si temiera evaporarse si se aventuraba unos pasos mas alla. Me pregunte cuando habria sido la ultima vez que el padre Fernando habia abandonado el recinto del colegio de San Gabriel.
- Lo senti mucho cuando supe que Julian habia fallecido -dijo con voz queda-. Pese a todo lo que paso luego y a que nos distanciamos con el tiempo, fuimos buenos amigos: Miquel, Aldaya, Julian y yo. Incluso Fumero. Siempre crei que ibamos a ser inseparables, pero la vida debe de saber algo que nosotros no sabemos. No he vuelto a tener amigos como aquellos, y no creo que los vuelva a tener. Espero que encuentre usted lo que busca, Daniel.