Выбрать главу

- ?Como se encuentra, Fermin? -pregunte.

- Veinte anos mas joven -dijo en voz baja para no despertar a la Bernarda.

- No haga cuento, que se le ve hecho una mierda, Fermin. Menudo susto. ?Esta seguro de que se encuentra bien? ?No le da vueltas la cabeza? ?Oye voces?

- Ahora que lo menciona, a ratos me parecia percibir un murmullo disonante y arritmico, como si un macaco intentase tocar el piano.

Barcelo fruncio el ceno. Clara seguia tecleando en la distancia.

- No se preocupe, Daniel. He encajado palizas peores. Ese Fumero no sabe pegar ni un sello.

- Luego, el que le ha hecho una cara nueva es el mismisimo inspector Fumero -dijo Barcelo-. Ya veo que se mueven ustedes en las altas esferas.

- A esa parte de la historia no habia llegado todavia -dije yo.

Fermin me lanzo una mirada de alarma.

- Tranquilo, Fermin. Daniel me esta poniendo al corriente del sainete este que se llevan ustedes entre manos. Debo reconocer que el asunto esta interesantisimo. Y usted, Fermin, ?como anda de confesiones? Le advierto que tengo dos anos de seminarista.

- Yo le ponia lo menos tres, don Gustavo.

- Todo se pierde, empezando por la verguenza. La primera vez que viene usted a mi casa y acaba en la cama con la doncella.

- Mirela, pobrecilla, mi angel. Sepa que mis intenciones son honestas, don Gustavo.

- Sus intenciones son asunto suyo y de la Bernarda, que ya es mayorcita. Y ahora, a ver. ?En que pesebre se han metido ustedes?

- ?Que le ha contado usted, Daniel?

- Hemos llegado hasta el segundo acto: entrada de la femme fatale -preciso Barcelo.

- ?Nuria Monfort? -pregunto Fermin.

Barcelo se relamio con deleite.

- ?Pero es que hay mas de una? Esto parece el rapto del serrallo.

- Le ruego que baje la voz, que aqui mi prometida esta presente.

- Tranquilo, que su prometida lleva en las venas media botella de brandy Lepanto. No la despertariamos ni a canonazos. Ande, digale a Daniel que me cuente el resto. Tres cabezas piensan mejor que dos, especialmente si la tercera es la mia.

Fermin hizo amago de encogerse de hombros entre los vendajes y cabestrillos.

- Yo no me opongo, Daniel. Usted decide.

Resignado a tener a don Gustavo Barcelo a bordo, continue mi relato hasta llegar al punto en que Fumero y sus hombres nos habian sorprendido en la calle Moncada horas antes. Concluida la narracion, Barcelo se levanto y anduvo arriba y abajo por la habitacion, cavilando. Fermin y yo le observabamos con cautela. La Bernarda roncaba como un becerrillo.

- Criaturita -susurraba Fermin, embelesado.

- Varias cosas me llaman la atencion -dijo finalmente el librero-. Evidentemente, el inspector Fumero esta en esto hasta el frenillo, aunque como y por que es algo que se me escapa. Por un lado esta esa mujer...

- Nuria Monfort.

- Luego tenemos el tema del regreso de Julian Carax a Barcelona y su asesinato en las calles de la ciudad tras un mes en que nadie sabe de el. Obviamente, la famula miente por los codos y hasta sobre el tiempo.

- Eso vengo yo diciendolo desde el principio -dijo Fermin-. Pasa que aqui hay mucha calentura juvenil y poca vision de conjunto.

- Quien fue a hablar: san Juan de la Cruz.

- Alto. Tengamos la fiesta en paz y cinamonos a los hechos. Hay algo en lo que Daniel ha contado que me ha parecido muy extrano, todavia mas que el resto, y no por lo folletinesco del embrollo, sino por un detalle esencial y aparentemente banal -anadio Barcelo.

- Deslumbrenos, don Gustavo.

- Pues helo aqui: eso de que el padre de Carax se negase a reconocer el cadaver de Carax alegando que el no tenia hijo. Muy raro lo veo yo. Casi contra natura. No hay padre en el mundo que haga eso. No importa la mala sangre que pudiera haber entre ellos. La muerte tiene estas cosas: a todo el mundo le despierta la sensibleria. Frente a un ataud, todos vemos solo lo bueno o lo que queremos ver.

- Que gran cita es esa, don Gustavo -adujo Fermin. ?Le importa si la anado a mi repertorio?

- Para todo hay excepciones -objete-. Por lo que sabemos, el senor Fortuny era un tanto particular.

- Todo lo que sabemos de el son chismes de tercera mano -dijo Barcelo-. Cuando todo el mundo se empena en pintar a alguien como un monstruo, una de dos: o era un santo o se estan callando de la misa la media.

- A usted es que le ha caido en gracia el sombrerero por cabestro -dijo Fermin.

- Con todo respeto a la profesion, cuando la semblanza del villano tiene por toda base el testimonio de la portera del inmueble, mi primer instinto es el de la desconfianza.

- Por esa regla de tres no podemos estar seguros de nada. Todo lo que sabemos es, como usted dice, de tercera mano, o de cuarta. Con porteras o no.

- No te fies del que se fia de todos -apostillo Barcelo.

- Que velada tiene usted, don Gustavo -alabo Fermin-. Perlas cultivadas al por mayor. Quien tuviera su vision preclara.

- Aqui lo unico realmente claro en todo esto es que necesitan ustedes de mi ayuda, logistica y probablemente pecuniaria, si pretenden resolver este pesebre antes de que el inspector Fumero les reserve una suite en el presidio de San Sebas. Fermin, ?asumo que esta usted conmigo

- Yo estoy a las ordenes de Daniel. Si el lo ordena; yo hago hasta de nino Jesus.

- Daniel, ?que dices tu?

- Ustedes se lo dicen todo. ?Que propone usted?

- Este es mi plan: en cuanto Fermin este repuesto, tu, Daniel, casualmente, le haces una visita a la senora Nuria Monfort y le pones las cartas sobre la mesa. Le das a entender que sabes que te ha mentido y que esconde algo, mucho o poco, ya veremos.

- ?Para que? -pregunte.

- Para ver como reacciona. No te dira nada, por supuesto. O te mentira otra vez. Lo importante es clavar la banderilla, valga el simil taurino, y ver adonde nos conduce el toro, en este caso la ternerilla. Y ahi es donde entra usted, Fermin. Mientras Daniel le pone el cascabel al gato, usted se aposta discretamente vigilando a la sospechosa y espera a que ella muerda el anzuelo. Una vez lo haga, la sigue.

- Asume usted que ella ira a algun sitio -proteste.

- Hombre de poca fe. Lo hara. Tarde o temprano. Y algo me dice que en este caso sera mas temprano que tarde. Es la base de la psicologia femenina.

- ?Y mientras tanto usted que piensa hacer, doctor Freud? -pregunte.

- Eso es asunto mio y a su tiempo lo sabras. Y me lo agradeceras.

Busque apoyo en la mirada de Fermin, pero el pobre se habia ido quedando dormido abrazado a la Bernarda a medida que Barcelo formulaba su discurso triunfal. Fermin habia ladeado la cabeza y le caia la baba sobre el pecho desde una sonrisa bendita. La Bernarda emitia ronquidos profundos y cavernosos.

- Ojala este le salga bueno -murmuro Barcelo.

- Fermin es un gran tipo -asegure.

- Debe de serlo, porque por la pinta no creo que la haya conquistado. Anda, vamos.

Apagamos la luz y nos retiramos de la estancia con sigilo, cerrando la puerta y dejando a los dos tortolos a merced de su sopor. Me parecio que el primer aliento del alba despuntaba en las ventanas de la galeria al fondo del corredor.

- Supongamos que le digo que no -dije en voz baja-. Que se olvide.

Barcelo sonrio.

- Llegas tarde, Daniel. Tendrias que haberme vendido ese libro hace anos, cuando tuviste la oportunidad.

Llegue a casa al amanecer, arrastrando aquel absurdo traje de prestado y el naufragio de una noche interminable por calles humedas y relucientes de escarlata. Encontre a mi padre dormido en su butaca del comedor con una manta sobre las piernas y su libro favorito abierto en las manos, un ejemplar del Candido de Voltaire que releia un par de veces cada ano, el par de veces que le oia reirse de corazon. Le observe en silencio. Tenia el pelo cano, escaso, y la piel de su rostro habia empezado a perder la firmeza alrededor de los pomulos. Contemple a aquel hombre al que una vez habia imaginado fuerte, casi invencible, y le vi fragil, vencido sin saberlo el. Vencidos acaso los dos. Me incline para arroparle con aquella manta que hacia anos que prometia donar a la beneficencia y le bese la frente como si quisiera protegerle asi de los hilos invisibles que lo alejaban de mi, de aquel piso angosto y de mis recuerdos, como si creyera que con aquel beso podria enganar al tiempo y convencerle de que pasara de largo, de que volviese otro dia, otra vida.