Y acto seguido los dos ancianos supervivientes dieron media vuelta y, cogidos del brazo, emprendieron el regreso, playa arriba, en dirección a la ciudad y sus hogares.
Durante un instante, Walter y Espy los contemplaron cruzar lentamente la playa, como si la memoria en sí fuera igual de quebradiza y desmenuzada que la arena que iban pisando. Después, él rodeó con el brazo a Espy y ambos imitaron a los ancianos.
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