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– ¿Qué tipo de caso?

– Nada que os incumba -replicó Crón inmediatamente. Después cedió-. Un caso de animales que han entrado ilegalmente en una propiedad. Un granjero de nuestra comunidad exige daños y perjuicios contra otro granjero. Es un asunto que tiene que tratarse inmediatamente ya que el litigante está muy rabioso.

Los casos de animales que invadían otra propiedad eran bastante comunes. Los daños causados en la tierra o las cosechas por los animales domésticos de un vecino eran frecuentes en las comunidades agrícolas y ganaderas. Los granjeros vecinos solían intercambiar unas garantías llamadas tairgille para cubrir los posibles daños causados por los animales.

En muchos asuntos de la vida, la ley confiaba en el uso de una garantía para asegurarse de que las obligaciones legales se llevaban a cabo. Incluso en el cargo de Fidelma, considerada una jueza profesional, tenía que depositar, con el brehon del distrito, una garantía de cinco onzas de plata por si una sentencia suya resultaba polémica. Si el brehon consideraba que la sentencia era defectuosa, ella tenía que compensar a los que había perjudicado. Sólo se confiscaba su garantía si el litigante expresaba su insatisfacción en un determinado periodo transcurrido tras la sentencia y si el brehon consideraba que era culpable. Si un juez se negaba a aportar esa garantía quedaba inhabilitado.

Con seguridad se trataba de un asunto nimio y que Crón podría tratar adecuadamente. Fidelma estaba a punto de excusarse y marchar, cuando de repente sospechó algo. Se dio la vuelta con rapidez.

– ¿Uno de los granjeros litigantes se llama Muadnat?

Crón se la quedó mirando sorprendida.

– ¿Sois adivina, hermana? ¿Qué sabéis de Muadnat? -preguntó Crón.

Fidelma comprobó que tenía razón por la expresión de sorpresa. Obviamente Crón no sabía que Fidelma había actuado de brehon en Lios Mhór. Así que por eso Muadnat había aparecido en el rath del jefe.

– ¿Conocéis el caso de Muadnat contra su pariente Archú?

Crón apretó los labios, como si eso fuera a ayudarla a recordar. Asintió lentamente con la cabeza.

– Sólo sé lo que se dice por ahí. Muadnat se vio obligado a presentarse ante un brehon en Lios Mhór y perdió una granja que reclamaba.

– Yo era ese brehon -anunció Fidelma-. Mientras estaba en Lios Mhór recibí el encargo de mi hermano de venir aquí.

Los ojos azules de la jefa la miraron con curiosidad. Fidelma continuó.

– ¿Contra quién presenta litigio Muadnat?

– Otra vez Archú.

La mente de Fidelma trabajó deprisa.

– ¿Podéis explicarme los detalles de ese pleito?

Por un momento pareció que Crón iba a negarse y luego se lo pensó mejor.

– Creo que Archú tiene que defenderse de una acusación -dijo Crón a la defensiva.

– ¿Pero los detalles? -insistió Fidelma.

– Bien simple. Desde que Archú se quedó con la granja en disputa junto a la Marisma Negra se convirtió en vecino de Muadnat, ya que las tierras son colindantes. Muadnat afirma que Archú, con malicia y negligencia, permitió que sus cerdos se alejaran y atravesaran de noche los cercados divisorios y causaran daños en su propiedad. Es más, los animales defecaron en la granja de Muadnat.

Fidelma se quedó considerando el asunto.

– Dicho de otro modo, si Muadnat dice la verdad en lo que alega contra Archú, ¿podrá exigir una gran compensación? -preguntó Fidelma.

La expresión de Crón indicaba que era bastante obvio.

– Muadnat ya me lo ha advertido.

Fidelma se mostró cínica.

– ¿Así que Muadnat ya ha comprobado lo que dice la ley?

– ¿Qué presuponéis? -exigió la joven tánaiste con dureza.

– Simplemente hago una observación, no presupongo nada. Es cierto, sin embargo, que si por negligencia un animal entra ilegalmente en una propiedad, se considera que es como si el propietario de los animales entrara ilegalmente; si esta acción tiene lugar de noche, se multiplica por dos la cuantía de la multa; si los animales han defecado, todavía aumenta más la suma de compensación. Dicho de otro modo, Archú tendría que pagar a Muadnat una suma sustancial para compensarlo.

– Probablemente la mitad o más de lo que vale su granja -admitió Crón-. A menos que tenga mucho ganado, sin duda perderá la granja.

– Y ambas sabemos que no es así -replicó Fidelma con sequedad-. Muadnat no se conformará con menos que la granja.

– Creo que así es la ley.

Fidelma se quedó pensativa antes de volver a hablar.

– Como heredera electa, tenéis el derecho y la responsabilidad de presidir un juicio en el territorio de vuestro clan, y podéis dictar sentencia si no hay un brehon disponible.

– Conozco mis deberes y obligaciones -contestó Crón entornando los ojos con suspicacia.

– No quisiera ofenderos, pero ¿hasta qué nivel habéis estudiado leyes?

– Sólo he estudiado el Bretha Comaithchesa, la Ley de Vecindad, ya que somos una pequeña comunidad agrícola y ésta es la ley que más se aplica aquí. Pero no tengo ninguna titulación. Estudié en Lios Mhór sólo durante tres años, hasta adquirir el nivel de Freisneidhed.

Fidelma iba asintiendo lentamente con la cabeza. El nivel correspondiente a tres años de estudio era el que tenía la mayoría de jefes de los cinco reinos. Los jefes tenían que recibir instrucción, ya que habían de cumplir con muchas obligaciones y una de ellas era la de juez del tribunal tribal. Fidelma advirtió que Crón la estaba mirando con cierta hostilidad. Tendría que ser diplomática, tal como Eadulf le había implorado, ya que su relación con Crón ya resultaba bastante difícil.

– ¿Me permitiríais que presidiera con vos este caso y os asesorara?

Crón se sonrojó, pensando que su intención era insultarla.

– Creo que soy capaz de juzgar este asunto -respondió a la defensiva-. He observado cómo lo hacía mi padre otras veces.

– Yo no he dicho que no fuerais capaz -replicó Fidelma en tono apaciguador-. Pero me da que aquí hay algo más que un simple caso de entrada ilegal en una propiedad. Recordad que yo ya he visto una vez a Muadnat intentando despojar a Archú con formas legales.

– ¿Eso no os va a impedir ser imparcial? -preguntó Crón, intentando reprimir un cierto desdén.

– Quizá sea parcial -admitió Fidelma-. Sin embargo, lo que yo sugiero es que juzguéis vos, yo me quedo sentada a vuestro lado para asesoraros en cualquier asunto legal. Os prometo que mi asesoramiento sólo será sobre cuestiones legales.

Crón dudó; se preguntaba si la oferta de Fidelma ocultaba algo.

– ¿La sentencia no la voy a dictar yo?

– Sois la heredera electa de Araglin -admitió Fidelma-. Vos dictaréis la sentencia.

Crón se lo pensó un momento. Era cierto que Fidelma, dálaigh cualificada con el grado de anruth, uno por debajo del máximo otorgado en los cinco reinos, podía exigir un lugar en el tribunal. Así era la ley; en un lugar donde no hay brehon permanente, un juez visitante puede, dependiendo del grado de su cargo, tener más autoridad legal que el jefe local. Que Fidelma hubiera pedido permiso sólo para sentarse en el tribunal y asesorar, era una manera clara de mostrar que no deseaba interferir en la autoridad de Crón.

– ¿Qué puede ser falso en la declaración de Muadnat? -preguntó Crón todavía a la defensiva.

– Eso hay que verlo. A Muadnat no le gustó que la sentencia no le fuera favorable y tener que entregar la granja al joven Archú.

Crón lo admitió.

– ¿Creéis entonces que Muadnat ha inventado su acusación?