Выбрать главу

– ¿Queréis decir que Eber ni siquiera sabía que Móen era hijo suyo? -preguntó Agdae.

– Todos dicen que era bueno con el chico -respondió Fidelma-. De toda la gente de aquí, todos odiaban a Eber, sólo Moén no lo odiaba.

Fidelma volvió a dirigirse a Gadra.

– Preguntad a Móen si sabía que Eber era su padre.

Gadra sacudió la cabeza en señal de negación.

– No hace falta. Ha sufrido mucho. Sin embargo, os digo yo que Teafa nunca se lo dijo. Era para protegerlo. Eber nunca supo que Móen era hijo suyo, por lo que yo sé.

– En realidad, finalmente alguien se lo dijo -añadió Fidelma con rapidez-. Un día hubo una pelea que el joven Crítán presenció. Luego volveremos a eso.

– ¿Por qué la vida sexual… de mi padre? -interrumpió Crón. Después hizo una pausa y reformuló la pregunta-. Aunque esto pueda tener interés, no explica quién es el responsable de la muerte de Eber y Teafa.

– Ah, pues sí que nos lo explica.

– Explicaos, por favor -invitó la tánaiste con frialdad-. ¿Queréis decir que ahora creéis que Móen es culpable? ¿Que descubrió quién era su verdadero padre? ¿Que lo odiaba por el mal que Eber le había hecho a su madre y a él mismo?

Fidelma movió la cabeza en señal de negación.

– Yo desestimé la acusación de que Móen era el asesino en un primer estadio de esta investigación. Incluso antes de que hubiera hablado con él, sabía que Móen no era el asesino.

– ¿Quizá podáis explicarnos por qué? -preguntó con sequedad el padre Gormán-. A mí me pareció bien claro.

– Según la acusación original, Moén había matado a Teafa y luego se había dirigido a las habitaciones de Eber y lo había asesinado. Había algunas cosas erróneas en esto. En primer lugar, por el joven y altivo Crítán, me enteré de que había visto a Teafa con vida después de que Móen fuera a las habitaciones de Eber. Si era responsable de ambos asesinatos, Móen hubiera tenido que matar primero a Teafa y después a Eber.

– ¿Por qué no podía haberlo hecho así? -inquirió Agdae.

– Porque Menma aseguraba que había encontrado a Móen inclinado sobre el cuerpo de Eber, con un cuchillo en la mano, cuando lo acababa de matar. La parte principal de la acusación reposa en el hecho de que Móen fue pillado casi en el acto.

Todos admitieron este punto en silencio. Después habló Crón.

– Pero vos ya habéis acusado a Menma de asesino y por tanto mentiroso. Tal vez mintió.

– Mentía bastante -admitió Fidelma impasible-. Pero no en este caso. El hecho de descubrir a Móen en la escena de este crimen fue un regalo. No podía haberle salido mejor. Pero Teafa todavía estaba con vida cuando Móen entró en las habitaciones de Eber. Crítán, que regresaba de donde Clídna, vio a Móen de camino a las habitaciones de Eber y después vio a Teafa, todavía viva, junto a su cabaña con una lámpara. Por un momento, cuando me estaba explicando esta historia, creo que Crítán se dio cuenta de que no era lógico. Pero quería que Móen fuera el culpable, así que no hizo caso.

»Móen se fue a dar un paseo de madrugada y justo cuando entraba en la cabaña de Teafa alguien le entregó una varilla en ogham. El ogham es el sistema de comunicación utilizado con Móen. Éste me explicó que alguien con las manos encallecidas, pero que él pensó que era una mujer por el fuerte olor a perfume, le había puesto la varilla de ogham en su mano. En ella decía que fuera enseguida a las habitaciones de Eber. Así lo hizo y allí se tropezó con el cuerpo de Eber, momento en que Menma lo encontró. La persona que le puso la varilla de ogham en la mano era el asesino, que quería que descubrieran a Móen y lo condenaran.

– ¿Qué prueba tenéis de la existencia de esa legendaria varilla en la que se daban instrucciones a Móen de ir a ver a Eber? -preguntó el padre Gormán.

– ¿Prueba? Tengo la varilla -respondió Fidelma con una sonrisa de satisfacción-. Veréis, Móen pensó que había dejado caer la varilla junto a la puerta. Se le cayó de la mano antes de que se dirigiera a las habitaciones de Eber. El asesino no quería que se encontrara esa prueba; ya habían matado a Eber. Justo cuando el asesino iba a recuperar la varita, Teafa, que se había despertado, salió. Sostenía una lámpara y había descubierto que Móen no estaba. Vio la varilla de ogham y la recogió. En ese momento la vio Crítán. Le preguntó a Crítán si había visto a Móen. El muchacho mintió y continuó su camino. El asesino, que tuvo que esperar oculto en la oscuridad hasta que Crítán se fuera, se enfrentó a un dilema. Teafa había regresado al interior de la cabaña para leer el mensaje en ogham, así que ahora había que matarla. La lámpara de aceite que Crítán había visto en la mano de Teafa cayó al suelo en la lucha y prendió fuego. Había que extinguirlo porque el asesino quería asegurarse de que Móen también fuera acusado de ese asesinato. La varilla con las instrucciones en ogham fue lanzada al fuego, pero no se quemó toda; quedó lo suficiente para compararlo con lo que había recordado Móen. Él recordaba que en la varilla decía: «Eber quiere verte ahora». Todavía se pueden leer las letras «er» y «quiere».

El hermano Eadulf sonreía ante la simplicidad de lo que estaba reconstruyendo Fidelma.

– Móen hizo otra cosa imposible -añadió-. Cuando Menma lo encontró inclinado sobre el cuerpo, dijo que era justo antes del amanecer, y la lámpara estaba encendida junto a la cama de Eber.

– ¿Y bien? ¿Qué hay de malo en eso? -preguntó Dubán-. Antes de amanecer es oscuro.

Eadulf rió entre dientes.

– ¿Por qué iba a necesitar encender una lámpara Móen? Eso echa por tierra la acusación de que Móen entró sigilosamente y mató a cuchilladas a Eber mientras estaba dormido.

– Exactamente -admitió Fidelma-. A menos que creamos que un ciego necesita una lámpara para ver lo que está haciendo.

– Eber podía haber encendido la lámpara -indicó Agdae-. Podía haber encendido la lámpara para que Móen entrara y…

– ¡Por supuesto! -exclamó Fidelma con sarcasmo-. Eber estaba despierto, encendió la lámpara y dejó entrar a Móen. Entonces, muy atento, regresó a la cama y esperó a que Móen encontrara el camino hasta donde tenía los cuchillos de caza, eligió uno, encontró el camino hasta la cama y lo acuchilló hasta matarlo. La respuesta más sencilla es la versión que dio Móen de lo que había sucedido; que cuando entró en la habitación ya encontró a Eber muerto. El asesino ya había atacado, e hizo que Móen fuera a las habitaciones de Eber, pero se encontró con que tenía que ocuparse de Teafa. Eber no fue asesinado mientras dormía. Lo mató alguien que él conocía muy bien; alguien de quien no sospechaba en absoluto. Había encendido la lámpara y le había permitido entrar en su dormitorio.

– ¿En quién iba a confiar tanto Eber como para dejarlo entrar en su dormitorio? -preguntó Agdae-. ¿Su mujer?

Crón dio un grito.

– ¿Estáis acusando a mi madre?

Fidelma se quedó mirando a Cranat pensativa. La viuda de Eber estaba sentada observándola con desprecio.

– Estaba esperando que llegarais a mí con vuestras sucias acusaciones -dijo Cranat-. Sor Fidelma, os recuerdo que soy una princesa de los Déisi. Tengo amigos poderosos.

– Vuestro rango y vuestras amistades no significan nada para mí, Cranat. La ley es igual para todos. Pero finalmente hemos llegado a la araña que está en el centro de esta complicada tela.

Crón se quedó boquiabierta mirando a su madre.

– No puede ser.

– Cranat nunca ha ocultado que quisiera dinero y poder -dijo con desprecio Agdae.

– No podéis probar que Cranat ha matado a su marido -protestó el padre Gormán.

– ¿Probar que lo ha matado? Permitidme que lo intente. Desde que Crón tenía trece años Cranat ha estado dispuesta a soportar su odio hacia Eber, siempre que él la soportara a ella. Cuando Teafa le dijo lo que estaba haciendo Eber, lo único que hizo ella fue retirarse de su cama; pero continuó viviendo como la mujer del jefe; riquezas antes que virtud. Eber parecía estar preparado para tolerar esa situación. Quizá sólo quisiera una esposa para guardar las apariencias. Dubán me informó de que hace unas semanas hubo otra discusión entre Teafa y Cranat, cuando Crón se convirtió en tánaiste. En la discusión se mencionó a Móen. Ahí es donde Cranat se enteró de la verdad respecto al hijo de su marido. ¿Fue entonces cuando urdió la venganza?