– ¿Pero por qué Zai no se lo explico todo a tu padre?
– Porque baba no quería escucharle y porque el señor Zai se sentía culpable.
– Pero lo único de lo que era culpable era de intentar salvar a tu padre.
– Eso lo dices ahora, David, pero tú no estabas en el hutong aquella noche. Si, tíoo Zai lo había planeado todo para que mis padres vivieran en lugar de morir. Pero se había colocado en el medio del circulo y había denunciado a mi madre. Me había hecho gritar las imprecaciones a mi padre para saciar el deseo de violencia de nuestros vecinos.
El quiso replicar, pero ella alzo una mano para hacerle callar.
– No intento justificar mis propias acciones -dijo-. Soy culpable de muchas cosas, de acosar al maestro Zho, que se paso los cinco años siguientes en el establo con las vacas, de crueldad con el líder de nuestro grupo en la granja, que intento suicidarse antes que enfrentarse con una nueva reunión de lucha, de traicionar a mis padres, que tuvieron que pagar un precio tan alto por mis delirios adolescentes.
– Hulan, salvaste a tus padres -le corrigió él-. No es posible que no le hayas contado a tu padre lo que ocurrió aquella noche.
– Lo he intentado, pero no es el modo de ser chino. En América, se habla de todo y se llega hasta el fondo, pero nosotros no. ¿El pasado? ¿Emociones? -Meneó la cabeza.
– Aún así deberías hacerlo.
– Mi padre no siente deseos de revivir aquellos días -dijo Hulan, volviendo a menear la cabeza.
– Tu padre parece… -No sabía como expresarlo.
– ¿Frio? Déjame decirte algo. Mi padre jamás me ha acusado de nada. Me quiere. Siempre está diciendo que quiere verme más a menudo.
– ¿Y así fue como entraste en el ministerio?
– Me estoy adelantando a mi historia, pero si. Mi padre me consiguió el trabajo.!Pero no como inspectora! Me contrato como chica para el té. ¿me imaginas con un vestidito, sonriendo estúpidamente, y sirviendo el té a los hombres todo el día?
– No.
– No tuve más remedio que recurrir a tío Zai a espaldas de mi padre. El se había ocupado de mi desde que era niña. Me había enviado fuera del país para protegerme. Había pagado mi educación de su propio bolsillo. Sabía que era abogado y creía que podía pensar. Cuando baba lo descubrió, era demasiado tarde.
– Aún no es demasiado tarde para decirle a tu padre la verdad -argumento David-. Debería saber que se necesitaba mucho valor para hacer lo que hiciste.
– No, yo fui la auténtica criminal en todo aquello. ¿Y sabes cuál fue mi castigo? Estudié en una magnifica universidad privada. Conseguí un trabajo en un buen bufete de abogados. Te conocí a ti.
Se paso los dedos por los cabellos, apartándose los mechones caídos de la cara.
– Entonces yo era una cáscara vacía. Durante muchos años había disimulado mis emociones. Me había prometido que jamás volvería a tener sentimiento alguno, pero tú hiciste que me enamorara. Ti abriste de nuevo mi corazón a la alegría, la felicidad y el honor. Yo pensé que quizá podría compensar mi pasado. Creía que una manera de conseguirlo era enterrando mis acciones pasadas. Ahora sé que hice bien no contándotelo.
Pero estaba en un error. David pensaba en el precio que ella y él mismo habían tenido que pagar por sus mores y sacrificios. Mientras ella contaba su historia, él pensaba en las oportunidades y los años que habían perdido.
Extendio una mano hacia Hulan, pero ella se apartó con brusquedad.
– iNo me toques! Es que no comprendes que nunca te merecí? Jamas fuí digna de tu amor. Todo fue una horrible equivocación.
– Yo no era digno de ti.
– Muy bien -dijo ella. El cansancio empezaba a notarse en su voz-. Así que quieres saber por qué te dejé. Ya no hay secretos. Ya conoces mis peores pecados.
– Hulan, por favor, no digas eso… -Ella no le dejo hablar.
– Vivíamos en el apartamento junto a la playa, ¿lo recuerdas? -David asintió-. Claro que lo recuerdas. Solíamos pasear por la playa los fines de semana. Solíamos sentarnos en la orilla para planear nuestro futuro. Nos casaríamos, compraríamos una casa, tendríamos hijos, cambiaríamos un poco el mundo. Tengo que confesarte que esto último era un sueño para mi, un modo de reparar mis maldades anteriores. Pero no pasaba un solo día sin que no me preocupara el modo en que el universo me castigaría por lo que había hecho. Entonces llego el sábado en el que me enteré del como.
– Tu padre te pidió que volvieras a casa.
– Me escribió que mi madre había vuelto por fin del hospital. iSe había pasado trece años en Rusia! Dijo que me necesitaba y que había llegado el momento de resarcirla.
– ¿Por qué no me lo dijiste? -Una vez más él pensaba en el tiempo perdido.
– Un millón de veces me he hecho esa pregunta. Supongo que tenía miedo de no poder soportar tu desprecio. Yo, Liu Hulan, a la que habían impuesto el nombre de una valiente revolucionaria, estaba aterrorizada. Así que hice mis preparativos a escondidas, como una ladrona. Compré un billete de avión. Hice una sola maleta. Te di un beso de despedida y te aseguré que volvería al cabo de un par de semanas. Tengo que confesarte también que, cuando cerré la puerta de nuestro apartamento, cerré la puerta a la única felicidad que había experimentado desde que era una niña.
– Cuando volviste aquí, sabías que sería para siempre? Tengo que saberlo, Hulan. Por favor.
– Cuando llegué, no sabía qué podía esperar. Pero cuando ví a mi madre… -Se cubrió los ojos con las manos.
– ¿Qué le había ocurrido?
– Nadie me lo ha dicho. No creo que mi padre lo sepa, y si el tío Zai lo sabe, no lo cuenta. Mi madre era una hermosa bailarina. ¿Te lo conté alguna vez? Tenía tanta gracia, tanta agilidad. iY su voz! Cuando cantaba, todo el mundo lloraba. Decían que tenía voz de angel. Pero cuando volví a verla, estaba en una silla de ruedas y su voz prácticamente había desaparecido. Tenia que quedarme. Lo entiendes, ¿verdad?
– ¿Y mis cartas?
– Aun las conservo.
– ¿Y todas las veces que solicité un visado?
– Le pedía ayuda a tío Zai. El movía los hilos para que rechazaran tus solicitudes.
– Deberías haberme dejado venir. Deberías haberme dicho la verdad. Aunque no pudieras contármelo todo, al menos podrías haber dicho algo en lugar de desaparecer de aquella manera.
– ¿Pero como? Qué parte de la historia podía haberte contado? Piénsalo bien. ¿Por donde habría podido empezar? ¿Qué parte podría haber dejado fuera? Me hubieras hecho cientos de preguntas.
– No, no las hubiera hecho.
– Sabes bien como eres, David. La verdad lo es todo para ti. Y tu sentido de la justicia…
– Oh, Dios…
Hulan le cogió la mano y la apretó contra su pecho. -Admirable. Intrépido. Inquebrantable. Acaso no Sabes que esas son las cosas que mas me hacían amarte?
– Pero te alejaron de mi.
– Sií -admitió ella. Se apoyo contra la pared.
Esta vez, cuando David quiso abrazarla, no lo rechazo, y lentamente el la atrajo hacia sí.
– Así que, en respuesta a tus preguntas -dijo ella-, no estoy conchabada con Guang Mingyun ni con el Ave Fénix. Ese dinero procede de mi familia y de las conexiones de mi padre. No te he mentido desde que volvimos a encontrarnos. Te lo he traducido todo. He intentado explicarte todo lo que he visto. De esas acusaciones al menos soy inocente.
Se sentía desfallecida en los brazos de David, casi como si no sintiera su cuerpo en absoluto.
– Te amo, Hulan. Nada de lo que hicieras o dijeras podría cambiar ese hecho jamás.
– Pero lo que hice…
– Salvaste a tus padres del mejor modo que supiste. En cuanto a todo lo demás, tu maestro, la persona de la granja… Joder, no eras más que una niña.
– Eso no lo justifica.
– No, pero desde entonces has intentado repararlo. -Notó que ella intentaba apartarse, pero la retuvo entre sus brazos-. La verdadera cuestión es si tu podrás perdonarme.
Ella alzo la vista para mirarlo. Tenía lágrimas en los ojos, que resbalaron por sus mejillas. David siguió abrazándola mientras ella lloraba.
12 de febrero, Residencia Oficial
Pasaron la noche en casa de Hulan, sintiéndose seguros al saber que agentes del MSP los vigilaban desde el sedán aparcado frente a la puerta. Por la mañana Hulan aúm se sentía conmocionada y David estaba completamente agotado, pero jamás habían estado tan unidos. Todas las barreras que existían entre ellos por fin habían caído. Poco a poco volvieron a concentrar su atención una vez más en su difícil situación. Hulan hizo té y los dos se sentaron alrededor de la pequeña mesa redonda de la cocina. Empezaron con la premisa de que habían agotado sus pistas.