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¿Envenenaste realmente a un viejo pescador cuando vivíais allí? ¿Le pegaste a tu madre medio ciega y la abandonaste a su destino una tormentosa noche de invierno?

Es posible; aunque siempre te ha gustado maquillar las cosas y fabular. Siempre le has tenido alergia a lo cotidiano, a los deberes y obligaciones. Crecer con una madre así no es fácil; cuando hablaba contigo, siempre tenía que dilucidar qué había ocurrido realmente.

Me prometí una cosa a mí misma: que mis hijos tendrían una infancia mucho más tranquila y segura que la que tuve yo.

La hermana de Joakim me odiaba por cuidar de su hija, aunque ella no podía hacerlo. Mamá, tú, con tus románticas ideas sobre las drogas, deberías ver lo que estas les hacen realmente a las personas.

El odio de Ethel solo fue en aumento. Pero podría haberse pasado diez años gritando y chillando ante nuestra casa y yo nunca le habría permitido recuperar la custodia de Livia.

La gente del barrio estaba harta de ella y de los problemas que causaba.

Tenía el presentimiento de que algo sucedería: se palpaba en el ambiente. Pero la noche en que vi a un vecino acercarse a Ethel en la verja, no hice nada. Y no sentí ninguna pena cuando la encontraron muerta en el agua. Sin embargo, sé que para Joakim es diferente. Echa de menos a su hermana. Si alguien le hizo daño, querrá saber quién fue.

Todavía no tengo todas las respuestas, pero el hombre que acompañó a Ethel al agua ha prometido venir hoy a la isla a dármerlas. Bajaré al cabo a verle.

Mientras tanto, tu libro se quedará aquí, en el banco junto a la chaqueta de Ethel.

Igual que a ti, me gusta sentarme aquí en la penumbra de la capilla, mamá. Aquí se está en paz.

Hasta el momento, he mantenido esta habitación secreta, solo para mí. Pero se la enseñaré a Joakim, ahora que se ha mudado. Hay sitio de sobra para los dos.

Es una habitación extraña, repleta de recuerdos de las personas que vivieron antes en la casa. Ahora ya no están. Nos dejaron la responsabilidad de ludden a nosotros y desaparecieron: lo único que queda son nombres, fechas y breves versos escritos en postales.

Eso es lo que todos seremos un día.

Recuerdos y fantasmas.

AGRADECIMIENTOS

En Öland hay muchos lugares con bonitos faros a lo largo de la costa, y también sitios de culto, donde se sacrificaba a personas y animales. Pero ludden y sus alrededores son imaginarios, lo mismo que las personas de esta novela.

Un libro sobre Öland que me ha sido de especial ayuda durante mi escritura es Nevasca. El libro del mal tiempo ölandés, de Kurt Lundgren.

Gracias a Anita Tingskull, que me enseñó su bonita casa en Persnäs, y a Håkan Andersson, que me mostró el precioso palacio real en Borgholm. Gracias asimismo a Cherstin Juhlin y a Kristina Österberg, hija de farero. Gracias también a tres «estocolmenses»: Mark Earthy (que encontró el viejo muelle de mi abuelo Eller), Anette C. Andersson y Anders Wennersten.

Gracias a la familia ölandesa Gerlofsson, sobre todo a mi madre Margot y a sus primos Gunilla, Hans, Olle, Bertil, Lasse y sus respectivas familias.

De las personas que han trabajado profesionalmente con La tormenta de nieve quiero dar especialmente las gracias a Lotta Aquilonius, Susanne Widén, Jenny Thor y Christian Manfred.

Un abrazo para Helena y Klara, mi padre Morgan y mi hermana Elisabeth y su familia.

Johan Theorin

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