Выбрать главу

—No sé. Pareces sintético, pero piensas como un ser humano.

—Soy sintético, Alfa Archivista, te lo aseguro.

—¿Pero castrado?

—Mi cuerpo está entero.

—Hablo metafóricamente. De alguna manera, se te ha condicionado para que defiendas el punto de vista de los humanos, incluso contra tus propios intereses.

—No tengo otro condicionamiento que el entrenamiento normal de un androide.

—En cambio, parece que Krug ha comprado no sólo tu cuerpo, sino también tu alma.

—Krug es mi Hacedor. Me entrego plenamente a Krug.

—¡No me vengas con tonterías religiosas!—estalló Archivista—. Ha muerto una mujer, y sin motivo. Krug pagará a sus propietarios, y ahí se acabará todo. ¿Puedes aceptarlo? ¿Puedes limitarte a encogerte de hombros y decir que ella no era más que una propiedad? ¿Te consideras a ti mismo una propiedad?

—Soy una propiedad —respondió Vigilante.

—¿Y aceptas tu estatus de buena gana?

—Acepto mi estatus porque sé que llegará el momento de la redención.

—¿Eso crees?

—Eso creo.

—Eres un estúpido que se engaña a sí mismo, Alfa Vigilante. Has construido una bonita fantasía que te permite soportar la esclavitud, la tuya y la de todos los tuyos, y ni siquiera te das cuenta del daño que estás haciéndote a ti mismo y a la causa an- droide. Y lo que ha sucedido hoy aquí no te hace cambiar de opinión en absoluto. Irás a tu capilla y rezarás para que Krug te libere, mientras el auténtico Krug estaba aquí, sobre este sendero helado, mirando cómo mataban a una mujer alfa. Su única reacción fue decirte que llamaras a sus abogados y preparases un acuerdo para un sencillo arreglo sobre propiedades. ¿Ése es el hombre al que adoras?

—No adoro a un hombre —dijo Vigilante—. Adoro la idea de Krug el Hacedor, Krug el Preservador, Krug el Redentor. El hombre que me ordenó llamar a los abogados no era más que una manifestación de esa idea, y no la manifestación más importante.

—¿También crees eso?

—También creo eso.

—Eres imposible —murmuró Sigfrido Archivista—. Escucha: vivimos en el mundo real, tenemos problemas reales, y debemos buscar una solución real. Nuestra solución reside en la organización política. Ya hay cinco de nosotros por cada uno de ellos, y cada día salen más de los nuestros de las cubas, mientras que ellos apenas se reproducen. Hemos aceptado nuestro estatus durante demasiado tiempo. Si presionamos exigiendo reconocimiento e igualdad, lo conseguiremos, porque en secreto nos temen, saben que podríamos aplastarlos si quisiéramos. No estoy sugiriendo que usemos la fuerza, sólo la insinuación de una amenaza, incluso la insinuación de una insinuación. Pero tenemos que trabajar en el marco constitucional. La admisión de androides en el Congreso, la obtención de ciudadanía, el establecimiento de nuestra existencia legal como personas…

—Déjalo. Ya conozco vuestras ideas.

—¿Y aún no lo entiendes? ¿Ni después de lo de hoy? ¿Ni después de esto?

—Entiendo que los humanos toleran vuestro partido, e incluso que, si alguna vez vuestras exigencias se convierten en algo más que peticiones simbólicas, abolirán el PIA y someterán a la hipnolobotomía a todos los alfas problemáticos. Si es necesario, ejecutarán a los líderes del partido tan despiadadamente como pareces creer que fue ejecutada esta alfa. La economía humana depende del concepto de los androides como propiedad. Eso puede cambiar, pero no a tu manera. El cambio sólo puede venir de un acto voluntario de renuncia por parte de los humanos.

—Qué ingenuidad. Los crees dueños de virtudes que en realidad no tienen.

—Nos crearon a nosotros. ¿Pueden ser demonios? Y si lo son, entonces, ¿qué somos nosotros?

—No son demonios —dijo Archivista—. Simplemente, son seres humanos, ciega y estúpidamente egoístas. Hay que educarlos para que comprendan lo que somos y lo que nos están haciendo. No es la primera vez que hacen algo como lo de hoy. En otro tiempo, hubo una raza blanca y una raza negra, y los blancos esclavizaron a los negros. Compraban y vendían a los negros como si fueran animales, y las leyes que garantizaban ese status eran leyes civiles, leyes de propiedad…, un paralelismo exacto con nuestra actual condición. Pero unos cuantos blancos inteligentes comprendieron que era injusto, y lucharon por el fin de la esclavitud. Tras años de campaña política, de concienciación de la opinión pública, incluso de una guerra, los esclavos fueron liberados y se convirtieron en ciudadanos de derecho. Ése debe ser nuestro modelo de acción.

—El paralelismo no es exacto. Los blancos no tenían derecho a interferir con la libertad de sus camaradas humanos de piel oscura. Y fueron los mismos blancos, o algunos de ellos, los que por fin lo comprendieron y liberaron a los esclavos. Éstos no hicieron el trabajo político, ni concienciaron a la opinión pública. Simplemente, se quedaron donde estaban y sufrieron, hasta que los blancos comprendieron su pecado. En cualquier caso, esos esclavos eran seres humanos. ¿Qué derecho tiene un humano a esclavizar a otro? Pero nuestros amos nos crearon. Les debemos nuestra existencia. Pueden hacer lo que quieran con nosotros, pues para eso nos dieron la vida. No tenemos argumentos morales contra ellos.

—También crean a sus hijos —señaló Archivista—. Y, hasta cierto punto, los consideran propiedad suya, al menos mientras están creciendo. Pero la esclavitud de los niños concluye cuando termina la infancia. ¿Y la nuestra? ¿Tanta diferencia hay entre un niño hecho en una cama y uno hecho en una cuba?

—Estoy de acuerdo en que el status legal de los androides es injusto…

—¡Menos mal!

—…pero vuestras tácticas no me parecen adecuadas —siguió Vigilante—. Un partido político no es la solución. Los humanos conocen su historia del siglo diecinueve, y han considerado y rechazado el paralelismo. Si les molesta la conciencia, ya nos habríamos enterado. ¿Dónde están los abolicionistas modernos? No veo a muchos. No, no podemos intentar someterlos a una presión moral, al menos no directamente. Debemos tener fe en ellos, debemos comprender que nuestros sufrimientos de hoy son una prueba para nuestra virtud, nuestra fuerza, una prueba impuesta por Krug para decidir si los humanos sintéticos pueden integrarse en la sociedad humana. Te pondré un ejemplo histórico: los emperadores romanos echaban a los cristianos a los leones. Al final, los emperadores no sólo dejaron de hacerlo, sino que ellos mismos se convirtieron al cristianismo. Eso no sucedió porque los primeros cristianos formaran un partido político y diesen a entender que podían rebelarse y masacrar a los paganos si no se les permitía libertad religiosa, si no que fue un triunfo de la fe sobre la tiranía. De la misma manera…

—Sigue con tu estúpida religión si quieres —estalló repentinamente Archivista—; pero, al mismo tiempo, únete el PIA. Mientras los alfas sigamos divididos…

—Vuestros objetivos y los nuestros son incompatibles. Nosotros aconsejamos paciencia, rezar por la gracia divina. Vosotros sois agitadores y panfletistas. ¿Cómo podríamos unirnos?

Vigilante se dio cuenta de que Archivista ya no le escuchaba. Parecía inmerso en sí mismo. Le brillaban los ojos. Las lágrimas le corrían por las mejillas, y los copos de nieve se adherían a los senderos húmedos. Vigilante no había visto nunca llorar a un androide, aunque sabía que era fisiológicamente posible.

—Supongo que nunca nos convertiremos el uno al otro —dijo—. Pero hazme un favor: prométeme que no usarás esta muerte como propaganda política. Prométeme que no irás por ahí diciendo que Krug hizo que la eliminaran deliberadamente. Krug es, en potencia, el mejor aliado que tiene la causa de la igualdad androide. Una sola declaración suya podría salvarnos. Pero si le pones en contra nuestra con una acusación ridícula como ésa, nos harás un daño terrible a todos.