Y dicen, ¿qué hay de los androides?
¿Vosotros creéis? ¿Qué diría mi padre? Si él no lo aprueba…
No te preocupes por él. Haz lo que creas correcto. Clissa está a favor de la igualdad de derechos para los androides. Deja que Clissa hable con él antes que tú. ¿Por qué va a enfadarse? Ya ha ganado su fortuna con los androides; ahora puede permitirse el lujo de dejarlos votar. Apuesto a que votarían por él. ¿Sabías que todos los androides están enamorados de tu padre? Sí. A veces creo que debe de ser casi una religión para ellos. La religión de Krug. Bueno, tiene sentido, adoran a su creador. No te rías. Tengo que reírme. La idea de un androide inclinándose ante mi padre es una locura. Seguro que tienen ídolos con su imagen, ¿eh?
Te estás apartando del tema, Manuel. Si te preocupa no estar haciendo nada importante, conviértete en cruzado. Igualdad de derechos para los androides. ¡Arriba los androides! ¡Eso, arriba los androides! Eso no es digno de ti. Tienes razón.
Oímos los gongs y sabemos que se nos ha terminado el tiempo.
Salimos de la red. Volvemos a nuestras propias cabezas. Se dice que esto lo hacen con mucho, mucho, mucho cuidado, lo de devolver a cada uno a su propia cabeza.
Por lo que sé, soy Manuel Krug.
Nos hacen salir. Hay una cámara de readaptación al otro lado de la red. Nos sentamos allí tres o cuatro horas, para volver a acostumbrarnos a ser individuos. Nos miramos extrañados. La mayor parte del tiempo, no nos miramos. Alguien se ha estado riendo demasiado a través de mi boca.
En la cámara de readaptación hay más de esos nuevos juguetes, los cubos de aristas redondeadas. El mío me lanza una serie de mensajes.
AHORA SON LAS 09.00 EN KARACHI.
¿ES LA PRIMERA VEZ QUE SE ENCUENTRA A SI MISMO?
PROBABLEMENTE, A SU PADRE LE AGRADARIA TENER NOTICIAS SUYAS.
LAS UNICAS RESPUESTAS FALSAS SON LAS VERDADERAS.
HAN LLEGADO A UN ACUERDO FUERA DE LOS TRIBUNALES.
EN EL PASADO TODOS FUIMOS MUCHO MAS SABIOS.
La máquina me aburre y me asusta. La tiro a un lado. Estoy casi seguro de que no soy Cadge Foster ni Lloyd Tennyson, pero todavía me preocupa el sapo. Iré a ver a Lilith en cuanto salga de aquí. Quizá antes debería hablar con Clissa. Mi padre debe de estar en su torre. ¿Cómo le irá a esa gran estructura? ¿Tendrá pronto mensajes de las estrellas para leer en las noches de invierno?
—Esperamos que vuelvan pronto, caballeros —nos dice el sonriente alfa.
Salimos. Soy ellos. Soy yo. Somos nosotros.
Nos estrechamos las manos con solemnidad. Nos dirigimos a los transmats. Virtuoso, cumplidor, vuelvo con Clissa.
18
Los abogados se reunieron tres veces en la semana que siguió a la destrucción de Alfa Casandra Núcleo. La primera reunión tuvo lugar en las oficinas de Empresas Krug. La segunda, en los cuarteles de General Transmat de Labrador. La tercera, en la sala de reuniones del Edificio Chase/Krug, en Fairbanks. La gente de Transmat de Labrador había sugerido que Krug entregara una nueva alfa y pagase los costes del entrenamiento. Lou Fearon, abogado de Krug, objetó que esto podía exponer a su cliente a unos gastos cuya cuantía no se podía determinar por anticipado. Transmat de Labrador reconoció que esta postura era justa, y se llegó a un acuerdo según el cual Empresas Krug transfería a Transmat de Labrador el título de propiedad de una hembra alfa recién salida de Duluth, sin entrenar, y accedía a pagar los costes de su entrenamiento, un mínimo de diez mil dólares. El tiempo total invertido en estas tres reuniones fue de dos horas y veintiún minutos. Se firmó un contrato, y se evitó la demanda civil. Leon Spaulding dio su conformidad en ausencia de Krug, que se encontraba en la Luna inspeccionando un nuevo estanque gravitatorio para hemipléjicos en el Centro Médico Krug, en el mar de Moscú.
19
17 de noviembre de 2218. Un delicado rastro de nieve, traída por el viento, cubre el terreno alrededor de la torre de Krug. Más allá de la zona de construcción, la nieve es una capa espesa, dura como el hierro. Un viento frío azota la torre. Ha alcanzado los quinientos metros de altura mucho antes de lo previsto, y ahora su esplendor cristalino es impresionante.
La base de ocho caras da paso imperceptiblemente a los cuatro lados del tronco. Un halo de luz rodea a torre: los rayos del sol se reflejan en sus caras, iluminan la nieve de los alrededores y vuelven a subir para besar de nuevo las paredes cristalinas. Luego, son reflejados una vez más. Aquí reina el albedo. El brillo lo es todo.
Los dos tercios inferiores de la estructura existente ya están divididos en pisos, y, mientras los androides ensamblan los bloques de cristal que forman la capa exterior de la torre, los responsables del trabajo interior los siguen hacia arriba.
Ya ha comenzado la instalación del sistema del rayo de taquiones. Cinco varas gigantescas de brillante cobre rojo, con un grosor de sesenta centímetros y un largo de cientos de metros, formarán una quíntuple columna vertebral que se elevará dentro de los centros de servicio verticales. Las secciones inferiores de estas grandes columnas ya están siendo situadas en su lugar. Una envoltura circular de cristástico, con un metro de diámetro, protege cada barra. Los trabajadores deslizan cuarenta metros de cobre dentro de estas envolturas, y luego las funden con precisión, extremo con extremo, con láseres soldadores. En todos los puntos de la construcción, cientos de electricistas supervisan la conexión de filamentos.conductores en las brillantes paredes interiores de la torre, y escuadras enteras de mecánicos instalan conductos portacables, guías de ondas, conversores de frecuencias, flujómetros, accesorios de guía óptica, localizadores de plano focal, panes activadores de neutrones, absorbedores Mossbauer, analizadores de impulsos multicanal, amplificadores nucleares, conversores de voltaje, criostatos, radiofaros de respuesta, puentes de resistencia, prismas, comprobadores de torsión, sensores, desimantadores, colimadores, células de resonancia magnética, amplificadores de pilas termoeléctricas, y muchas cosas más, todo cuidadosamente situado por computadora según su nivel con respecto al suelo y su ubicación en los planos del diseño. Enviar mensajes a las estrellas con un rayo de taquiones no es cosa fácil.
La torre es ya una construcción de esplendor sin igual, una lanza espectacular y deslumbrante que se clava en el cielo. Los visitantes conducen muchos kilómetros por la tundra para verla bien, porque no se puede apreciar de cerca. Pero Krug disfruta recordando a sus invitados que lo que ven es sólo la tercera parte de lo que será la estructura una vez finalizada. Para visualizar la edificación terminada, uno debe imaginar una segunda torre del mismo tamaño colocada sobre esta aguja de noviembre, y luego una tercera encima. La mente se rebela. Nadie consigue imaginarla. En vez de eso, uno puede visualizar la imagen de una aguja de cristal, esbelta, imposiblemente delgada, terriblemente frágil, que cuelga del cielo intentando echar raíces, no lo consigue, y se tambalea, se tambalea, se tambalea para caer como Lucifer a través de un largo día, destrozándose con un leve tintineo en el aire gélido.
20
—Una nueva señal —dijo Vargas—. Ligeramente diferente. Empezamos a recibirla anoche.
—No te muevas —respondió Krug—. Ahora mismo voy.
Estaba en Nueva York. Casi al momento, se encontró en el observatorio antártico de Vargas, elevado sobre la plataforma polar, en un punto equidistante del mismo Polo y los lugares de recreo de la Costa Knox. Había quienes decían que la era transmat había empobrecido la vida en un sentido, aunque la enriqueciera en otro: la fuerza theta permitía saltar de Africa a Australia a México y a Siberia en un momento de alegría, pero te robaba el auténtico sentido de la situación y la transición, la perspectiva de la geografía planetaria. Había transformado la Tierra en un simple cubículo transmat extendido hasta el infinito. Krug se había propuesto a menudo hacer un viaje de placer alrededor del mundo por el aire, contemplar los desiertos convertirse en praderas, los bosques en tundra desnuda, las montañas en llanuras. Pero nunca había encontrado tiempo para hacerlo.