Выбрать главу

Al otro lado de los cerezos, sentado sobre una piedra circular, había un elfo rubio de rostro triangular y enormes ojos almendrados. Tocaba, desplazando con habilidad los dedos por los agujeros de la flauta. Aunque vio a Ciri y a Kelpa, aunque las miró, no dejó de tocar.

Las florecillas blancas olían a cereza con el perfume más intenso que Ciri había percibido en su vida. Y no es extraño, pensó, completamente consciente: en el mundo en el que he vivido hasta ahora, simplemente los cerezos huelen de otro modo.

Porque en aquel mundo todo es distinto.

El elfo terminó la melodía con un trémolo muy agudo, se quitó la flauta de los labios, se incorporó.

– ¿Por qué has tardado tanto? -preguntó con una sonrisa-. ¿Qué te ha entretenido?

Andrzej Sapkowski

***