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Casals entonces (ni que yo se lo hubiera pedido), empezó a hablarme de Graciela, y que Laurita antes hablaba mal de Graciela pero ahora la defiende y que Graciela es una porquería. Así se expresó Casals: «Graciela, sabés Esther, estábamos el domingo con mi prima en la Cabaña Canadiense comiendo panqueques después del cine y pasó por la mesa con esa amiga que vino con ella para el partido intercolegial, esa nariz ganchuda y se pusieron a hablar ahí paradas al lado de la mesa y mi primo les dijo que se sentaran y yo lo hubiese matado que se sentaron y pidieron también panqueques y tuvo que pagar mi primo con la plata mía para Adlon» ¡y Casals se quedó sin Adlon! y a esas dos asquerosas le dijo que había visto el estreno de Ginger Rogers y según las palabras de Casals: me dicen que es vieja Gingers Rogers, que no les gusta y me miraron con una cara como diciendo que yo era un tarado y le preguntaron a mi primo si le había gustado la película ¡y el idiota les dice que no! y yo creí que le había gustado y ellas le preguntan si yo había elegido el programa y él les dice que sí, que yo siempre elijo y ellas le dijeron pobre, qué paciencia ¡mira qué inmundas!» y para colmo llovía y qué iban a hacer hasta la hora de volver al colegio si no tenían plata para Adlon y no podían ir a caminar por el centro porque llovía y se tuvieron que quedar ahí en esa mesa, y decía Casals «¡qué domingo! y Laurita dice que Adlon estuvo fenómeno, llegó el Charrúa con las dos Kraler, la de quinto y la de tercero también». «Nunca hablé con las de Kraler ¿vos hablaste con ellas alguna vez? el padre es dueño de casi la mitad de Río Negro, es alemán. La más grande es la más linda ¿no te parece a vos? y la orquesta dice Laurita que tocó el "Boogie de los lustrabotas" y la de Kraler sabía toda la letra en inglés y cantó despacito en la mesa y la otra de Kraler dice Laurita qué toca la batería con las cucharitas de la mesa y los vasos y las tazas y todas las mesas los miraban que ellos eran los que se divertían más.»

Me contaba el pobre chico: «Héctor nos dejó en la estación y en el tren si te digo que la nariguda compró chocolate y le pedí un pedacito y me dijo que me comprara y yo le dije que la había invitado con el panqueque o si ya se había olvidado y entonces me dio la mitad y me dijo que yo era muy chico para salir con ellas» ¡y tiene catorce años igual que yo y que él! Casals me hizo sentir avergonzada cuando agregó «yo sé que a casi todas ustedes les gustan los de 5° ¿pero no te parece que son grandes para ustedes? tienen diecisiete o dieciocho años».

Y fue entonces que me animé, en la vida se necesita coraje, bien dicen que sin coraje no hay guerra, y le dije que me moría de ganas de conocer a Adlon, y recién entonces se le ocurrió decirme por fin dónde está Adlon, en frente de la joyería y al lado de pieles «Fantasio»… pero en el primer piso, y la entrada está al fondo de la galería y por más que pase por la vereda no se ve la entrada, y habrá que mirar arriba para ver las ventanas de donde sale la música, dice Casals, cuando toca la orquesta Y… «¿por qué no venís un domingo con nosotros?», y Esther azorada «¿adonde?» y respondió «al cine a la marinee, y después basta que me des para pagarte el panqueque y dos pesos más para una naranjada en Adlon, nos sentamos en la mesa con Laurita y así mi primo habla con ella por primera vez». Y le pregunté qué es lo que hacen los muchachos y las chicas los domingos desde que se encuentran hasta que se separan. Y dijo así: «Se encuentran en el cine y están toda la película con la mano agarrada, después van a comer algo al bar lácteo y después a Adlon donde tocan la música especial para parejas. Y en la mesa se dicen que se quieren, hablan de la película que vieron y planean qué película van a ver el domingo siguiente y lo mejor de todo es si en la semana hay un feriado así no tienen que esperar una semana y la hora se acerca de acompañar el muchacho a la chica al colegio y en esas cuadras oscuras se besan y se aprietan.» E inquirí: «¿es eso lo que te cuenta Héctor?» pero vi pasar como una sombra por su rostro y continuó con lo siguiente: «Adhemar cuando salía con la más chica de Kraler el año pasado, como ella también está pupila él la acompañaba hasta la verja del pabellón de chicas y desde ahí los espía la vieja celadora de las chicas, que es tan buena, y la Kraler no toma alcohol porque es protestante pero Adhemar en Adlon tomaba un "Manhattan", mezcla de whisky no sé qué más y me parece que con eso se le iba la timidez y le decía a la de Kraler lo que todos los pupilos sabíamos». E inquirí sobre lo que todos los pupilos sabían. A lo que respondió: «yo le pregunté a Adhemar si la quería a la Kraler y me contestó que "vina piba así merece que la quieran para toda la vida". Quién sabe por qué se habrán peleado…» Y Esther taimada le dice a Casals «a vos la que te gusta es la de nariz ganchuda y no lo querés decir, claro, porque es más linda que Laurita, que creí que era la que te gustaba». Y respondió Casals con voz que le salía del cofre de sus sueños: «Laurita es la mejor».

Pero a ella le gusta el Charrúa que tiene veinte años. Y me preguntó Casals: «¿no le gusta Adhemar? el Charrúa es un salvaje de la selva», a lo que añadí: «Pero si Laurita te gusta a vos, por qué le querés hacer gancho con tu primo?» «Mi primo tiene cuatrocientas novias, qué le importa a él de Laurita, pero lo mejor es hacerse de la barra de las de Kraler y Laurita y todos. Y esto es secreto: el año que viene mi primo no está porque le toca el servicio militar, y yo ya quedo adentro de la barra.»

Pobre chico, se hace ilusiones, y se lo dije, por qué no buscaba una más chica, una del primario, y me respondió: «Con una de esas no se puede hablar de nada, son muy chicas.» Y de buenas a primeras me cortó la respiración: «Voy a hablar por teléfono a mi primo a ver si este domingo vamos al cine o si él me viene a buscar a la salida después del partido de River, porque ahora ya me deja tomar el colectivo solo al centro, sabes, si querés venir entonces yo le hablo y le digo.» Sí, sí sí, se oyó exclamar a una tonta colegiala, su corazón, cual niño que gatea y de repente se larga a caminar, hoy se aventuró a dar un primer paso.

Nunca lo olvidaré, Casals me llevó hasta Secretaría a telefonearle al primo y yo quería escuchar lo que decía y justo me viene la empleada con la noticia de que el director se queda y no me dejó oír una palabra de lo que decía Casals por teléfono. Qué bueno es.

El domingo…, el domingo, Esther, es tu primera cita con la vida, al mismo tiempo que Laurita a la una del mediodía come apurada su almuerzo de domingo en su vasto chalet de rojas tejas, ¿y Graciela? me la imagino muy bien, consentida en todo por sus padres, se desata los rulos en la mesa, mientras picotea un delicado postre de cocina, en el suntuoso comedor de su departamento frente a la aterciopelada Plaza Francia; pero tanto una como la otra como la otra (¡esa tercera soy yo!), sólo obramos en pos de un sueño, un sueño romántico.

Cita a las tres en el majestuoso jol del cine más lujoso de Buenos Aires, un palacio de las mil y una noches, donde se proyecta la película que eligió Casals. Y como si no bastara con el sueño que llevo en mi alma -y que henchida me empuja como un huracán de popa- otro sueño se proyecta en la pantalla, otro sueño de otra u otro que como yo… se apresta a amar, ama, o recuerda haber amado. Lágrimas, sonrisas para la heroína, o para mí misma en ella retratada, y sobre la palabra fin las luces de la sala vuelven a iluminarse. Casals está junto a mí ¿te gustó la película, Casals? lo que esperaste toda!a semana mientras pasabas hoja a hoja las lecciones a estudiar, y ahora a salir de este mundo de gente, una oleada de público se vuelca a las calles del centro de la gran urbe, cuyas luces (azules y rojas son más que nada las luces de mi ciudad) se van dibujando cada vez más claras sobre un cielo azul cada vez más oscuro, sobre una taffeta azul tornasolada (el cielo de Buenos Aires) lucen joyas (sus incandescentes letreros), que son pedrería prendida a la taffeta que prendida a mi carne no me deja olvidar que es día de fiesta.