XVI Carta de Berto, 1933
Querido hermano:.
Aunque sin tener ninguna tuya a la que contestar, me pongo a escribirte esperando que estés bien y que tu mujer se haya repuesto con el aire de España. Ni sabemos si le sentó el viaje en barco, como de costumbre has dejado de escribir por mucho tiempo: no te voy a pedir que en el telegrama pusieras muchos detalles, pero por lo menos lo más. importante, y desde entonces ni una línea.
Aquí estamos con mucha lucha pero bien. Mita bien, mi Toto precioso, ya va para los ocho meses, es una bolita de grasa. En cuanto a tu hijo estamos muy contentos con él, Hectorcito se porta muy bien y ya está entrando en confianza en la casa. Yo no sé si habrás sido vos el de la idea de que «para tirarse un pedito», como dice él, se tiene que bajar los pantalones y sentarse en el inodoro. Mita vio que se metía a veces en el baño y no tiraba la cadena, hasta que se dio cuenta del asunto, nos hemos tirado al suelo de la risa. Qué hijo educado te salió, no se parece al padre.
La verdad es que no te perdono que no me hayas escrito durante tanto tiempo, pienso que estás de paseo sin nada que hacer y no encuentro ninguna excusa para que no escribas, vos sabés que a veces uno quiere tener noticias, y alguna palabra de aliento, porque a los perros flacos no les faltan pulgas y con la sequía de este año en Vallejos no sé por dónde empezar a rascarme. Te acordarás de lo que pasó en el año 27, lo mismo está pasando ahora, se están muriendo los animales en el campo, los bancos no dan plata y los que se benefician son los que tenían queso malo sin vender del año pasado, tenés que ver a qué precios venden la mercadería. Cuando me viene a la mente la plata que perdimos aquel año porque no me quisiste hacer caso, me golpearía la cabeza contra la pared. Yo al campo lo conozco y sé cuando se prepara una sequía, malditas sean, ese año si me hubieses hecho caso de comprarle la producción a todos los tamberos, con la amistad que te tenía el gerente del Banco, estaríamos llenos de oro.
Este año me la vi venir de nuevo, pero no podía contar con ningún Banco, y ya los tamberos se acordaban del 27 y te pedían demasiado por los cuatro quesos podridos que nadie quiso la temporada pasada. De veras, Jaime, cada vez que me acuerdo de esa errada tuya, y encima agrégale todos los apuros que estoy corriendo ahora…
Bueno, hablemos de otras cosas, tengo unas ganas bárbaras de que me veas al pergenio mío, es un negrito precioso, a la noche yo me la paso mirándolo dormir, y mirándola a la madre que duerme en toda paz, está gorda por la crianza, al fin ahora por el hijo se largó a comer como yo quiero que coma, y está redonda, antes se sujetaba de comer por la silueta, pero ahora que tiene que pensar en alimentar al crío con el pecho, se ha puesto a comer a gusto y está con el peso que debe tener, sabés que nunca me gustaron las huesudas. Mita es muy miedosa en la cuestión moneda, y si ella hace la digestión tranquila es porque yo no la dejo ver la gravedad de la situación, desde el principio la acostumbré a que me tenga confianza.
El que se está poniendo las botas con esta situación es el gerente del Banco Regional, vos no lo conoces, hace menos de un año que está aquí, es un vasco hijo de su madre, y le prestó plata a todos los tamberos para que hicieran frente a los gastos y aguantaran unos meses sin vender ni un queso hasta que el precio estuviera por las nubes. Yo vi los papeles del préstamo al gringo Lucchetti y el préstamo estaba al interés del 3 % anual, lo más bajo que hay, así que no eran excusas del gringo cuando me dijo que las ganancias no eran tantas porque las tenía que dividir con un socio de Buenos Aires ¿de qué Buenos Aires me están hablando? Macanas, seguro que es el gerente mafioso que va con un cincuenta por ciento del negocio.
Yo no te lo conté pero fui a fin de año a hablar con el gerente, ni bien vi que tenía que cerrar la cremería si no empezaba a llover pronto. Le dije que quedaban siete peones en la calle y no le importó. Yo le pedí plata para ir al sur donde todavía llovía algo, y hacerle un contrato a algún tambero de allá aunque el flete de la leche costara un ojo de la cara, y no me quiso dar un centavo. Qué alma de buitres tienen algunos.
Yo no te lo conté antes porque para qué te iba a dar malas noticias, y a lo mejor tampoco te interesaba, qué te importa que yo reviente. Te lo digo en broma, no me hagas caso.
Dios quita por un lado pero da por el otro, hay que creer en que la justicia al final triunfa, yo soy un convencido, no me importa que el vasco buitre se haya llenado de plata y que haya siete peones en la calle, porque ya se van a arreglar las cosas para nosotros mientras que el vasco va a seguir sufriendo de diabetes hasta que se muera. Está a cada rato en lo del médico. Yo creo que Dios me va a ayudar, Jaime, tengo fe, porque nunca le hice mal a nadie. Pero no quiero que la alarma llegue a la familia de Mita, todo iba tan bien, ni bien vendí los novillos y compré la cremería, la madre le escribió a Mita de La Plata diciéndole que estaban tan contentos de haberme tenido confianza cuando le fui a pedir la mano de Mita. Vos sabés que ellos para Mita querían lo mejor y la hicieron estudiar con sacrificios, y después no es fácil dársela al primer atorrante que se les presente en la casa.
Perdóname el largo de la carta, pero son las cuatro de la tarde y no tengo absolutamente nada que hacer, la semana próxima lo voy a llevar a uno de los ingleses que compraron la estancia de Drabble hasta el campo de Juancho Carranza, el inglés está interesado en comprar campo para pastoreo ahora que cuesta menos la hectárea, y creo que ya tengo la venta hecha, con la comisión tengo para vivir medio año por lo menos. Mita hoy está de turno en el hospital hasta la seis, la voy a ir a buscar, por suerte encontramos una niñera que no lo descuida al nene ni un minuto.
No sé si en la otra carta te conté que esperábamos a Adela, la hermana de Mita, la más alta, rubia, que te gustaba. Hasta hace unos días estuvo aquí pasando un mes, pero no hay como estar los tres solos, yo, mi mujer y mí hijo. Ese es otro asunto que mejor no te cuento, no te quiero amargar. Jaime, hoy me he acordado tanto de mamá, como si hubiese sido hoy que se murió, me parecía que los años no habían pasado y que todavía yo estaba sentado en un rincón del velorio y te veía a vos que recibías el pésame de la gente que llegaba. Vos ya eras un hombre, pero yo era un chico, y ahora que soy un hombre y tengo un hijo todavía no me puedo resignar a que mamá se nos fue para siempre y no la vamos a ver más.
Perdoname que te hable de cosas tristes, pero es que hoy tengo unas ganas tan grandes de estirar los brazos y abrazarla fuerte a mamá. No sé si estaría contenta de encontrarme como estoy, ella quería que yo estudiara y me recibiera de algo, pero dentro de todo tan mal no estoy y no sé qué daría, Jaime, por mostrarle al nieto negrito que tiene, con dos ojos que son dos uvitas. Jaime, si tan siquiera vos me escribieras más seguido, una carta tuya me va a dar mucha alegría, y no te perdono si te volvés del paseo sin ir a ver los parientes en Barcelona, quiero que al volver me cuentes todo hasta el último detalle, y si se parecen a mamá y a nosotros. Si se parecen a vos deben ser unos buenos malandras, me imagino que no estarás dejando títere con cabeza en Madrid, ya habrás degenerado a la mitad de las madrileñas.
Qué distintos somos en eso, Jaime. Yo desde que la conocí a Mita me olvidé de que existen las mujeres, te juro que no son macanas, a vos justamente no iba a tener vergüenza de decírtelo, gran crápula. Pero me parece que vos tenés razón de pasártela bien, total yo qué gano.
Interrumpí la carta un momento porque entró la Amparito, la niñera, con el nene que se despertó de la siesta. A la seis nos vamos a ir a esperarla a Mita en coche a la salida del hospital, tenés que ver los colchones de tierra que hay en el camino, está todo seco, no se ve una hoja verde en todo el camino. Cuando la madre salga del laboratorio dentro de un rato, se le va a iluminar la carita al negro, ojalá la tenga por muchos años a la madre, que no tenga mi mala suerte de perderla, así lo puede criar bien como yo quiero y le dé toda la educación que ella puede darle, a Mita le sobran estudios y preparación para eso. En ese sentido no puedo reprocharle nada. Pero ni bien las cosas se arreglen quiero que deje el hospital, podemos arreglarnos sin ese sueldo tan pronto como vea la situación más clara. Si la semana que viene cierro el trato con el inglés soy capaz de que me da un ataque y la hago renunciar ese mismo día. Yo creo en Dios, que ve quien se merece un poco de suerte, si no hubiera justicia en el mundo y triunfaran los tipos como el gerente, que ven a los pobres peones quedar sin trabajo, bueno, eso no sería mundo. Alguna justicia tiene que haber.