VI Teté, invierno 1942
Esta noche me voy a portar bien y no voy a pedir una naranja. El Toto ya apagó la luz y papi todavía no apaga la luz hasta que yo no termine de rezar porque a mí no me gusta vivir en la casa del Toto no es como la casa de abuelita, que está lejos con patio de caballos y los peones a cualquier hora me llevan en la grupa si yo quiero. Con los breeches que tengo en la foto ya no puedo andar, porque me quedan chicos, pero la Hermana Anta me dijo que nunca tengo que andar con las piernas separadas como los varones, tengo que ir con pollera de amazona, y montar como las mujeres, de costado, pero es mucho más difícil y si el caballo corcovea me tira, y después estoy enferma grave. Mamá está enferma grave y si mami se muere se va al cielo y yo voy a rezar todo el día para que me oiga y vea que soy buena y ni bien me enfermo grave y me muera voy a ir al cielo también a estar con ella. El Toto el año pasado tomó la primera comunión y ya este año no va casi nunca a comulgar, y Mita no va nunca a la iglesia y le tiene rabia a los «curas y a las monjas no los puedo ver, dice ella. Mita es buena pero no va nunca a misa y yo recé para que me diera una naranja, pero recé para que fuera a misa y Dios la haga ir siempre a misa, a rezar por Jesucristo que sufre en la cruz, así le hacen doler menos ias espinas de la corona que se le clavan en la piel de la cabeza y si son muy filosas, pobre Jesús que es tan bueno, se le clavan cada vez más. ¡Si Mita rezara le dolerían menos y la hiél que le dieron a tomar no le quemaría la boca, pobre Jesús! Yo rezo por mamá, y a lo mejor soy yo que la hago estar mejor, mamá está grave desde hace tiempo, y por ahí dice «estoy bien» y sale a dar vueltas con papá y caminan toda la siesta bajo el sol cuando está fuerte, después no porque si se va el sol queda un frío que escarcha todos los charquitos y a la mañana siguiente me gusta ir saltando por los charcos duros que hacen «cric crac», se rajan todos y parecen vidrios rotos, de formas lindas, agarré un pedacito puntiagudo y lo empecé a chupar como hielo, y Mita me vio y dijo que me hacía mal, que me podía enfermar y yo le dije que si me enfermaba me iba al cielo con mami y Mita me dijo que mami no está enferma «tu mami no tiene nada, no te asustes, no tiene nada, lo único que tiene es miedo de morirse, porque la operaron una vez y le quedó el susto, ahora tiene que cuidarse un poco y nada más, tu mamá nos va a enterrar a todos» ¿mami le cuenta a Dios que Mita no va a misa y que yo me porto mal, y que el Toto es desobediente y caemos los tres en un pozo? y en vez de gprender a andar en bicicleta en la bicicleta que le compraron nueva que es alta para él y él en vez de hacerle caso al padre de practicar con la bicicleta se pone a recortar artistas del diario y a pintarlas con los lápices de colores. Y mami le cuenta todo a Dios y Dios nos castiga. Un pozo tapado de tierra. Porque mamá está enferma y lo mismo es buena y va siempre a misa y por suerte cuando se muera va a ir al cielo. Si yo rezara todo el día como las Hermanas del Colegio de Lincoln mami siempre estaría bien a lo mejor, cuando yo no rezo ella está mal y se queda en la cama todo el día y se queja del reuma, y me llama y me abraza. Y ahora que hay unos días de solcito que a la siesta no hace tanto frío va a pasear con papi caminando hasta el Parque Municipal, lejísimo, que es a media legua dice papi, mami tiene la cara con colorcito de sol, y no se pone polvo ni se pinta los labios porque hizo una promesa cuando la operaron del riñon, pero Mita se pinta los labios y se queja de que Berto la hace quedar a dormir la siesta y no puede ir a tomar solcito, tiene la cara pálida fea, y se pone un poco de polvo. Las Hermanas de Lincoln no se pueden poner polvo y nunca salen y están blancas feas, como Mita cuando se levanta de la siesta. En las paredes blancas es pecado poner adornos, en el Colegio de Lincoln no pude colgar el juego de abanicos regalo de abuelita, pero en los pies sin permiso mi funda bordada para el ladrillo caliente de la noche al ir a la cama helada. Las otras pupilas con la funda del colegio, de lana marrón ordinaria, con los pies helados después de rezar arrodilladas contra la cama, por fin apagan la luz y no se reza más. Y la Hermana Anta me tenía rabia y siempre «¿en qué estás pensando, pícara?», y yo no pensaba en nada, pensaba en el guardapolvo blanco y los cubrecamas blancos y que en la pieza de mamá en el sanatorio había unos cuadros de barcos amarillos y verdes. Los cuadros son lindos pero mejor sin cuadros, en el colegio es pecado tener adornos, y en el sanatorio debe ser igual. Y mami no se curó bien y abúelita no venía a visitarla porque nunca se ven casi desde que mamá se casó, pero a mí sí. Y después abuelito tuvo el ataque. Y el cubrecama también es blanco y yo no pensaba en nada malo ¿por qué sospechaba la Hermana Anta? que ahora sí, que la Paqui me contó que no existe la cigüeña y que cuando seamos grandes los hombres nos van a agarrar y meter adentro de la cola nuestra lo que tienen los varones, para tener hijos, que lo mismo se pueden tener aunque sea soltera, y con la Paquita nunca vamos a ir solas por la calle, siempre agarradas de la mano. Y tuve que confesar al Padre de Vallejos que me habían contado todo y él dijo que solamente las mujeres casadas pueden hacer eso, cuando quieren encargar un nene a la cigüeña, que no existe. Que es el pecado más grande. Y yo le pregunté si el pecado más grande no era matar, dejar morir a alguien, y me dijo que para una niña de doce años es más pecado dejarse «fornicar» por los muchachos, porque para matar se necesita un cuchillo o un revólver, mientras que para pecar conmuchachos basta con pensar que ya es pecado. Y con la Paquita le empezamos a hablar al Toto a ver si sabía algo y el Toto no sabe un pepino, que es un poco más chico que nosotras pero todos los varones saben esas cosas aunque sean de primero inferior, pero el Toto tiene nueve años y todavía cree en la cigüeña, él no dice nada pero se calla. Y la Paquita empezó a refregarse el dedo de una mano en la otra mano cerrado el puño como formando un cartuchito y le decía al Toto «mira lo que estoy haciendo, meto el dedo en la con…, adivina la palabra». Y el Toto no sabía y de algo me parece que se dio cuenta porque salió corriendo y no quiso seguir jugando con nosotras, que siempre es un pegote. Pero yo anoche de nuevo me porté mal y pedí una naranja. Y mejor que la Paquita no le haya dicho nada porque una vez la de la esquina lo quiso avivar y él se lo contó a la madre. Qué tonto, cuando a mí mé lo dijo la Paqui, lo de los hombres, me puse contenta. Yo no voy a rezar para que a la Hermana Anta no la corra el jardinero o el lechero, porque así le levantan el hábito y le hacen tener un hijo, después nadie va a saber nada, que fue culpa mía porque no recé, y todo bien calladito, y se va del internado y el año que viene si vuelvo pupila no está más que es la única que no me quiere, todas las Hermanas me quieren y abuelita les hace las donaciones más grandes para la iglesia nueva. Y yo dejo toda la comida en el plato pero nunca hablo en el rosario, que rezo por mamá para que no se muera. Y no era cierto que cuando la cigüeña me trajo a mami le dio un picotazo y por eso mamá quedó enferma, porque la Paquita dijo que no hay cigüeña y es cierto, porque antes de nacer el Kuki en el campo tía Emilia tenía la barriga grande y se mandó a pedir a Buenos Aires un vestido suelto que en el catálogo se llama «maternidad». Así que no fue culpa mía, que abuelita con los peones siempre está rezongando «mi hija no está bien, desde que tuvo a Teté quedó mal» y yo le pregunté a tía Emilia y me contó del picotazo. Entonces no es cierto que desde que me tuvo a mí está mal, pero abuelita no dice mentiras, no sé por qué mami está mal… pobre mami, esta mañana lloraba porque papi tiene que salir otra vez a buscar clientes del vino, siempre llora de miedo que se va a morir y vamos a quedar solos papi y yo, y yo recé toda la semana pasada pero ella siguió mal y de cepillarse el pelo, que lo tiene tan largo y lindo, ya se cansa y queda mal toda la mañana, y después come un poco de chuño, y un bife, y nada más porque le da asco todo, que Mita dice que no hay que tener miedo a los microbios y no hace lavar la ensalada con agua hirviendo y no hace hervir las tazas ni los vasos irrompibles. Ni sacar al sol todas las mañanas los colchones y golpearlos y lavar los pisos con el desinfectante que pasaban en el sanatorio, y lo deja comer al Toto manzanas sin pelar. Pero yo todas las noches me porto mal, de ganas de comer una naranja. Y mami quería el vaporizador que había en casa de abuelita para matar microbios de las paredes, que lo compraron después que se murió la hermana de tía Emilia, y dejó toda la pieza infestada de tuberculosis. Abuelita estaba con rabia, que no era parienta cercana, era parienta lejana El Kuki y yo la vimos, estaba prohibido con penitencias, estaba en la piezia del fondo del patio, un día yo jugaba con el potrillo y oí gritos que no sabía de qué animal eran. Eran de la hermana de tía Emilia, que con el ataque de ahogo estaba dura en la cama, hundía la cabeza en la almohada para aguantar porque se asfixiaba, estaba azul, y miraba fijo el techo y parecía que le quería clavar las uñas a las sábanas. Con la cara azul. Y yo recé todas las noches desde que estamos en la casa del Toto, cuatro avemarias y tres padres nuestros todas las noches y mamá lo mismo sigue mal, «hay que rezar con el corazón dolorido, el dolor de Jesús crucificado» decía la Hermana Anta y. anoche me puse ¡a rezar hasta dormirme, a rezar más que nunca, con el corazón dolorido… pero me quedé dormida, y recé menos que nunca, y ahora tengo que rezar, que a lo mejor mamá se va a morir del dolor de brazos y en vez de rezar todo el día desde que sale el sol como las monjas de Lincoln, quiero jugar con la Paquita: en lo de abuelita los peones se levantan cuando sale el sol, cuando recién sale el sol está más griande que nunca y ahora ya es de noche y es hora de dormir pero no me voy a quedar dormida: tendría que estar rezando desde que me hicieron acostar, que pronto papi apaga la luz y ya no se reza más, papi me escribió un verso «Mi niña es el sol» y en vez de rezar estoy pensando en jugar. El corazón dolorido va doliendo más y más al rezar. Ni bien sale el sol las monjas rezan y no duermen más, mami del dolor no puede dormir ¿y si yo me quedo dormida?… ay, qué puntadas de ahogo… Yo también estoy mal, yo estoy mal ay mami, por favor, que me ahogo, me muero, no, no… No, mami, no me miren la garganta, no, el médico no, no, no tengo placas, yo me muero porque me ahogo, me muero ya, después en el cielo vamos a estar juntas, pero yo me muero ahora, porque me ahogo, y si me llevan al sanatorio los médicos me van a poner un pañuelo blanco en la cabeza y en la camilla me van a llevar a darme oxígeno, pero yo me voy a morir en el pasillo y todas las enfermeras me van a mirar, y nunca se les murió una nena enferma de doce años, todas viejas, y van a llorar que se les murió una chica tan chica, y van a decir que soy un ángel, envuelta en esas sábanas blancas las manos se me van a caer de la camilla, tiesas, y yo aunque me esté ahogando voy a seguir rezando por vos, mami, que estás así desde que me tuviste a mí, ay, yo lloro porque te quiero, mami, mami, no, no llames al doctor, que yo me muero porque me estoy ahogando en la camilla, en el sanatorio estoy peor que vos, mucho peor que vos. Y si me vienen a poner esas inyecciones que te ponían a vos que yo creía que eran por el picotazo de la cigüeña, no los dejes que me las pongan, lo mismo yo me muero porque no puedo respirar y primero me agarro a las sábanas porque me asfixio y después ya al morirme te agarro a vos y te aprieto fuerte, fuerte, y te morís conmigo. Dios va a querer que nos muramos juntas, Dios es bueno… bueno, bueno, sí, una naranja, Mita, sí, quiero una naranja de la planta, que Mita vaya y me arranque la naranja de la planta, sí, sí,… ésta me gusta, la chupo, hacele un agujerito y la chupo, la chupo… qué rica, sí, después me duermo y me porto bien, mami, no te hago renegar… Mita estira la mano y alcanza a las naranjas bajas, que la planta está llena de naranjas altas. Ahora me duermo, si el ahogo se pasa me duermo, y me porto bien y me duermo con la naranjita y no me voy a portar mal,… no me ahogo más, de día Mita agarró un palo largo y volteó una naranja alta… muchas altas altas y otras bajas que Mita alcanza con la mano… me arranca una todas las noches