Выбрать главу

El fiscal pidió la palabra y se puso en pie.

– Ciertamente nos alegramos de haber podido acceder a este objeto, y procederemos a estudiar este nuevo aspecto del caso. La sección de investigación envió de inmediato a una persona en cuanto se tuvo conocimiento del hallazgo ayer por la noche, y la foto está siendo estudiada en estos mismos momentos. -Carraspeó-. Por otra parte, no vemos motivo alguno para desestimar nuestra petición de prisión provisional para el sospechoso, sobre esta única base. El imputado no ha explicado las circunstancias de modo suficiente y aún existen sospechas muy fundadas de su participación en los hechos delictivos.

– ¿Qué responde usted, letrada? -preguntó el juez, mirando a Þóra.

– Es absurdo considerar que la foto es lo único nuevo que tenemos. El vehículo de Baldvin Baldvinsson pasó por los túneles de Hvalfjörður el domingo a las 17:51. Eso quiere decir que estuvo en la zona con tiempo suficiente para perpetrar el segundo de los asesinatos, aunque ante mí no haya querido reconocer dicho viaje. Supongo que la policía dispondrá de una lista semejante del tráfico en el día en que Birna fue asesinada, y de acuerdo con mis fuentes, el mencionado Baldvin estaba también en la zona. Participó en una reunión espiritista que se celebró esa noche, pero salió antes de la pausa, lo que quiere decir que tuvo posibilidades de llegar hasta Birna y matarla. La policía dispone también, sin duda, del correo electrónico cruzado entre Baldvin y Birna, aunque yo no he sido autorizada a acceder a él todavía, como tampoco a las demás diligencias de la investigación, con excepción de la lista del tráfico de vehículos por los túneles el domingo, que la policía tuvo la amabilidad de dejarme. -Þóra vio a Þórólfur removerse en su asiento en la sala de audiencias. Ansiaba, visiblemente nervioso, poder corregir aquel error, pero la única forma de hacerlo era admitir que se habían olvidado la lista encima de la mesa. Se dominó. Þóra continuó-: También he hecho notar que quizá Eiríkur tuvo intención de escribir abreviadamente «Reikiavik» en la pared, pero no consiguió grabar el último trazo correctamente. La K puede haber resultado escrita como R. Es preciso recordar que mientras estaba intentando escribir, un semental furioso estaba a punto de matarle a coces. REK podría haber sido una alusión a la ocupación de Baldvin como concejal.

El juez movió lentamente la cabeza, asintiendo.

– He de reconocer que no podemos apresurarnos a sacar conclusiones. Baldvin Baldvinsson es concejal y su abuelo Magnús fue alcalde. Por ello, es muy arriesgado airear unas confusas ideas en el sentido de que sea culpable de violar tan gravemente las leyes. No necesito extenderme mucho para señalar cuáles podrían ser las consecuencias si estas cosas llegaran a los medios de comunicación sin ser verificadas debidamente.

– Para mi cliente no es menos grave encontrarse en esa misma situación -afirmó Þóra-. También se está atentando contra su reputación. -Dio gracias a Dios de que la contraseña del ordenador de Jónas no fuera conocida por todo el mundo-. Mi defendido ha reconocido que tuvo relaciones sexuales con la difunta el jueves de autos, pero mucho antes de la hora a la que se calcula tuvo lugar el crimen. Eso explica sus huellas dactilares en el cinturón de la interfecta; pero ésta no se cambió de ropa a lo largo del día, al menos no se me ha informado de que lo hiciera. Mi defendido explicó, además, sus viajes en ambos días, aunque no haya habido tiempo de confirmar su relato. Al prestar declaración ante la policía, se equivocó acerca de su viaje a Reikiavik el domingo pasado, pero eso es algo que le puede suceder a cualquiera.

El juez miró al fiscal del distrito y le otorgó la palabra.

– Lo único que ha quedado claramente establecido en esta discusión -dijo el fiscal- es que la investigación de los escenarios está lejos de haber sido concluida, en vista de que aún están apareciendo nuevas pruebas. Pero eso, de ningún modo, puede llevar a la puesta en libertad del sospechoso en estos momentos. No sabemos si será exculpado por las nuevas diligencias. Esa teoría de Baldvin, sin duda, es interesante, pero resulta demasiado rebuscada y no libra de sospecha al imputado. Por ejemplo, no se ha demostrado relación alguna entre Baldvin y Eiríkur. Por todo ello, nos mantenemos en la solicitud de catorce días de prisión preventiva.

– En referencia al párrafo primero del artículo ciento tres de la ley de procedimiento -dijo Þóra-, consideramos que las sospechas sobre mi cliente no están suficientemente fundadas, teniendo en cuenta, además, que no obran las excepciones establecidas en el mencionado artículo. A la luz de las dudas que despierta la incompleta investigación de la policía, quiero señalar especialmente, en este contexto, que es totalmente imposible que el imputado pueda dificultar la investigación destruyendo pruebas, como se estipula en el apartado (a) del mencionado artículo. Si mi cliente hubiera conocido la existencia de la foto en cuestión, habría tenido tiempo suficiente para destruirla o entregarla. Por ello, no se puede aducir que exista peligro de que destruya pruebas ni cualquier otra cosa, pues habría podido hacerlo en los días pasados. Pero no lo ha hecho, como demuestra esta fotografía, y por ello solicitamos que no se atienda a la solicitud de la policía o que, en su caso, se señale un periodo de prisión preventiva más breve del solicitado. En caso de tomarse esta decisión, sigo solicitando el acceso sin restricciones a todas las diligencias policiales en el caso.

– Si puedo intervenir, señor juez -interrumpió el fiscal-, está claro que dos personas han muerto a manos de un asesino, y existen sospechas razonables de que ese asesino puede haber sido el detenido. Delitos como éstos, obviamente, despiertan una gran alarma social, pues no está claro si el homicida elige a sus víctimas empujado por sus propios deseos irracionales, o por algún otro motivo. De forma que cualquier persona podría ser la próxima víctima. Si se considera que no se cumplen las condiciones establecidas en el párrafo primero, solicitamos que se decrete prisión preventiva en base al párrafo segundo, por la alarma social causada.

El juez dio por concluida la vista y se puso en pie. Dijo que se tomaría un tiempo para deliberar hasta el mediodía, que sería entonces cuando daría a conocer su decisión, y que no se marcharan muy lejos. Salió seguido por el secretario judicial. Þóra se volvió hacia Jónas.

– No podemos hacer más que esperar -le dijo en voz baja.

– ¿Qué crees que dirá? -le susurró Jónas-. Me parece que lo hiciste estupendamente, y la alineación de los astros es favorable, para hablar sin exageración alguna. Estoy convencido de que rechazará esa absurda solicitud de prisión preventiva. -La miró orgulloso-. Fue tremendo cuando mencionaste los números de los artículos.

Þóra sonrió a Jónas. Por fin había alguien que sabía valorar sus enumeraciones. Þóra llevaba mucho tiempo esperando aquel momento. Lo único que estropeaba la alegría ligeramente era que quien tanto la había alabado mencionase la posición de los astros en el mismo contexto, y que encima fuera sospechoso de asesinato.

– No ha sido nada -replicó-. Tendrías que oírme recitar los números de los artículos del reglamento de Correos y de las disposiciones sobre las bocacartas.

* * *

Þóra se dejó caer sobre una de las sillas de madera delante de la puerta del hotel, y puso la gruesa cartera con los documentos del caso sobre la mesa, mientras suspiraba cansinamente. El juez de distrito había ordenado que se la entregaran, metida en una bolsa de supermercado.

– Desgraciadamente, no fue todo lo bien que esperaba -le dijo a Matthew, que estaba sentado a su lado-. Han decretado siete días de prisión preventiva. -Miró a su alrededor-. ¿Dónde están los niños?