La ironía de todo este asunto me golpeó con fuerza cuando Mark me dijo cuán poco le había impresionado su parentesco con los Lockyer-Fox. A fin de cuentas, un apellido sólo es un apellido y el valor de una familia reside en la suma de sus partes, no en la etiqueta que han elegido colgarse. Si yo hubiera asumido antes este punto de vista dudo que estuviera escribiendo esta carta. Mis hijos habrían crecido hasta ser miembros ejemplares de la sociedad y usted habría sido bienvenida por ser quien era, y no rechazada por lo que era.
Terminaré diciendo que ésta es la única carta que escribiré. Si usted no responde, o si da instrucciones a un abogado para presentar una demanda, aceptaré haber perdido la apuesta. Con toda intención no he explicado la razón por la que deseo reunirme con usted, aunque podría sospechar que su condición de nieta única tiene algo que ver con ello.
Confío en que Mark le haya dicho que sería una muestra de bondad el hecho de que aceptara verme. Podría añadir que, además, usted estaría ofreciendo una esperanza de reparación a una persona que está muerta.
Sinceramente suyo,
James Lockyer-Fox
El León, el Zorro viejo y el Asno generoso
El León, el Zorro y el Asno vivieron juntos en íntima amistad durante varios años hasta que el León comenzó a desdeñar la edad del Zorro y a burlarse del Asno por su generosidad hacia los extraños. Exigió el respeto debido a su fuerza superior e insistió en que el Asno sólo fuera generoso con él. El Asno, temblando de miedo, reunió toda su riqueza en un enorme montón y se la ofreció al Zorro para que cuidara de ella hasta que el León corrigiera sus malos modos.
El León se enojó sobremanera y devoró al Asno. Entonces pidió al Zorro que le hiciera el favor de repartir las riquezas del Asno. El anciano Zorro, sabiendo que el León no lo consideraba un rival, señaló hacia el montón y le dijo al León que lo tomara. El León, que suponía que el Zorro había aprendido algo de la muerte del Asno, dijo:
– ¿Quién te ha enseñado, mi magnífico amigo, el arte de la división? Eres perfecto hasta el último detalle.
– He aprendido el valor de la generosidad de mi amigo el Asno -respondió el Zorro.
Entonces, levantó la voz e invitó a los animales de la selva a que echaran al León y dividieran entre ellos la fortuna del Asno.
– Así -dijo al León-, no te quedarás con nada y el Asno será vengado.
Pero el León devoró al Zorro y se quedó con su fortuna.
Lockyer-Fox. Ailsa Flora falleció repentinamente en su domicilio el 6 de marzo de 2001, a los setenta y ocho años. Amada esposa de James, madre de Leo y Elizabeth y generosa amiga de muchas otras personas. Ceremonia funeraria en la iglesia de San Pedro, Dorchester, el jueves 15 de marzo a las 12.30. Se ruega no traer flores, si se desea pueden dar sus donativos al doctor Barnardo o a la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales.
VEREDICTO DEL JUEZ DE INSTRUCCIÓN
Una investigación del juez de instrucción resolvió ayer que Ailsa Lockyer-Fox, de setenta y ocho años de edad, de la mansión Shenstead, falleció por causas naturales, a pesar de un informe post mortem no concluyeme y del informe del patólogo que no lograron dictaminar la causa de la muerte. Se puso en marcha una investigación policial tras el hallazgo de manchas de sangre cerca del cadáver y el testimonio de varios vecinos que habían oído una airada discusión la noche de su muerte.
La señora Lockyer-Fox fue hallada por su esposo en la terraza de la mansión Shenstead la mañana del 6 de marzo. Vestía ropa de dormir y había fallecido horas antes. El coronel Lockyer-Fox, que prestó declaración durante la investigación, dijo que creía que su mujer debió de levantarse durante la noche para alimentar a los zorros que visitaban habitualmente la mansión. «Sólo puedo asumir que perdiera el sentido y muriera de frío.» Negó que las puertas de vidrio estuvieran cerradas por dentro cuando él bajó las escaleras, o que la señora Lockyer-Fox no fuera capaz de regresar a la casa si así lo hubiera querido.
El juez de instrucción se refirió al testimonio de una vecina que decía haber oído a un hombre y una mujer discutiendo poco después de la medianoche del 6 de marzo. El coronel Lockyer-Fox negó que él y su esposa fueran las personas en cuestión, y el juez de instrucción aceptó su declaración. También aceptó que las manchas de sangre halladas sobre las losas a dos metros del cadáver fueran de un animal y no de un ser humano. Al desestimar las especulaciones que han rodeado la muerte de Ailsa Lockyer-Fox dijo: «En este caso, los rumores son totalmente infundados. Espero que el veredicto de hoy ponga punto final a todo eso. Por la razón que fuera, la señora Lockyer-Fox decidió salir en una fría noche vestida de forma poco adecuada y se desplomó trágicamente».
Hija de un rico terrateniente escocés, Ailsa Lockyer-Fox era muy conocida por sus campañas contra la crueldad hacia los animales. «La vamos a echar en falta -dijo un portavoz de la rama de Dorset de la Liga Contra los Deportes Crueles-. Ella creía que toda vida tenía valor y debía ser tratada con respeto.» Era también una generosa benefactora de orfanatos locales y nacionales, así como de instituciones de beneficencia. Su fortuna personal, valorada en 1,2 millones de libras, pasa a manos de su esposo.
Debbie Fowler
Kosovo
Martes, 6 de noviembre
Estimado coronel Lockyer-Fox:
Mi madre me hizo llegar su carta. También yo tengo mucho interés en las fábulas. Los personajes de su fábula son el León, el Zorro y el Asno, y la moraleja podría expresarse como «la Fuerza hace el Derecho». Hubiera podido aplicar una moraleja similar a su propia historia: «La Fuerza de Muchos hace el Derecho», ya que la implicación consiste en que usted está desmantelando la fortuna de su esposa a fin de entregarla a causas más dignas que su hijo, presumiblemente a niños y organizaciones a favor de los animales. Esto me parece una decisión muy acertada, sobre todo si él fue responsable de la muerte de ella. No creo mucho en que los leopardos (o los leones) cambien sus manchas, por lo que sigo siendo cínica con respecto a que él pueda «enmendarse».
Hay algo que no tengo totalmente claro de los recortes: el veredicto del juez de instrucción sobre el sujeto de las especulaciones respecto a la muerte de su esposa, aunque sospecho que puede haber sido usted. Sin embargo, si he leído correctamente su fábula, entonces su hijo es Leo, el León, su esposa era Ailsa, el Asno, y usted es el Zorro que fue testigo de su asesinato. Entonces, ¿por qué no informó de ello a la policía en lugar de permitir que las especulaciones tomaran cuerpo? ¿O se trata de un nuevo caso para esconder los «errores» de la familia bajo la alfombra? Su estrategia radicaría quizás en que la reparación a su esposa se lograría negando la herencia a su hijo, pero ¿no es acaso la justicia mediante tribunales la única reparación válida? No importa cuáles sean los problemas de inestabilidad de su hijo, no mejorarán si se le permite salir indemne de un asesinato.
Usted parece referirse a ello en la última frase: «El León devoró al Zorro y se quedó también con su fortuna». Obviamente, esto es una predicción y no un hecho, de otra manera usted no hubiera podido escribirme, pero me pregunto de qué manera, al reconocerme como su única nieta, puede inclinar la predicción a su favor. Temo que el resultado sería totalmente contrario y obligaría a su hijo a emprender acciones precipitadas. En vista del hecho de que no tengo el menor interés en el dinero de su esposa y tampoco deseo enfrentarme a su hijo por esa causa, le sugiero que sería mucho más juicioso buscar el consejo de su abogado, Mark Ankerton, para poner el dinero fuera del alcance de su hijo.