Выбрать главу

ciudadanía. En lo que se refiere a esta serie de libros, se trata de la ciudadanía romana. Estar en posesión de dicha ciudadanía daba derecho a todo hombre a votar en su tribu y en su clase (si es que estaba económicamente cualificado para pertenecer a alguna) en todas las elecciones romanas. No se le podía azotar, tenía derecho al proceso judicial romano y también tenía derecho a la apelación. El ciudadano varón estaba sujeto al servicio militar al cumplir los diecisiete años. Después de la lex Minicia del año 91 a. J.C., al hijo fruto de la unión entre un ciudadano romano de cualquier sexo y una persona no romana se le obligaba a asumir la ciudadanía del progenitor no romano.

clases. Las clases eran cinco, y representaban las divisiones económicas de posesión de bienes o de percepción de ingresos regulares de los ciudadanos romanos. Los miembros de la primera clase eran los más ricos y los de la quinta los más pobres. Los ciudadanos romanos que formaban parte del capite censi o proletariado eran demasiado pobres; por ello no estaban cualificados para pertenecer a ninguna clase y no podían votar en la Asamblea de las Centurias. Y mucho menos los miembros de la cuarta o de la quinta clases.

cliente. En latín cliens. El término se refiere a los hombres libres o manumitidos (que no tenían por qué ser ciudadanos romanos) que se ponían bajo la tutela de otro hombre al que llamaban su patrono. De la manera más solemne y vinculante, el cliente se comprometía a servir a los intereses y a obedecer los deseos de su patrono. A cambio recibía ciertos favores: normalmente regalos en dinero, un empleo o ayuda legal. El esclavo manumitido pasaba automáticamente a ser cliente de su antiguo amo hasta que éste le descargaba de su obligación… si es que alguna vez lo hacía. Una especie de código de honor regía la conducta del cliente en relación a su patrono, y se atenía a él con notable consistencia. Ser cliente no significaba necesariamente que un hombre no pudiera ser a su vez patrono; más bien lo que no podía ser era patrono último, pues técnicamente sus propios clientes eran también clientes de su patrono. Durante la República no había leyes formales concernientes a la relación entre cliente y patrono porque no eran necesarias: ningún hombre, cliente o patrono, podía esperar tener éxito en la vida si se supiera que no era honorable en aquella función vital. Sin embargo había leyes que regulaban la relación de los clientes extranjeros con su patrono: los estados extranjeros o los reyes clientes que reconocían a Roma como su patrono estaban legalmente obligados a pagar el rescate de cualquier ciudadano romano que fuera secuestrado en sus territorios, hecho en el que los piratas se apoyaban para obtener una fuente de ingresos adicional. Así pues, no solamente los individuos podían ser clientes; ciudades enteras, e incluso países; lo eran también a menudo.

clivus. Calle en cuesta.

cochinillo. Latín, porcella. Se usaba con ironía o en sentido cariñoso y se refería a los genitales femeninos.

coercitio. Derecho que tenía un magistrado curul a exigir obediencia de sus mandatos mediante medidas punitorias. Un ciudadano no podía apelar contra un magistrado que invocase coercitio a menos que fuera plebeyo y les pidiese a los diez tribunos de la plebe que lo rescatasen. Las medidas acostumbradas eran multas o confiscación de bienes; que un magistrado castigase con penas físicas era verdaderamente infrecuente.

cognomen. Era el último nombre de un varón romano ansioso por distinguirse de todos sus colegas que poseyeran idénticos nombres de pila (praenomen) y apellido (nomen). Podía adoptarlo él mismo, como hizo Pompeyo con el cognomen Magnus, o simplemente continuar con un cognornen que llevase generaciones en su familia, como ocurría con el cognomen César en la familia de los Julios. En algunas familias se hacía necesario llevar más de un cognomen: por ejemplo, Quinto Cecilio Metelo Pío Corneliano Escipión Nasica, que era hijo adoptivo de Metelo Pío el Cochinillo. Quinto era su primer nombre (praenomen); Cecilio era el nombre de su familia (nomen); Metelo Pío eran cognomina pertenecientes a su padre adoptivo; Corneliano indicaba que tenía sangre Cornelia; y Escipión Nasica eran los cognomina de su padre biológico. El cognomen, además, a menudo ponía de relieve alguna característica física o idiosincrásica: orejas como jarros, pies planos, joroba, piernas hinchadas; o bien conmemoraba alguna gran hazaña, como en el caso de los Cecihos Metelos, que recibieron los cognomina de Dalmático, Baleárico, Macedónico, Numídico, relativos al país que cada uno de ellos había conquistado. Los mejores cognomina tenían una enorme carga de sarcasmo: Lépido, que significaba tipo estupendo, aplicado a un auténtico cabrón; a veces eran muy ingeniosos, como ocurría con el ya poseedor de múltiples cognomina Cayo Julio César Estrabón Vopisco, el cual se ganó un nombre adicional, Sesquiculo, que significaba que era más que un tonto, era tonto y medio.

cohorte. La unidad táctica de la legión. Constaba de seis centurias, y cada legión tenía diez cohortes. Cuando se refería a movimientos de tropas los generales solían hablar de sus ejércitos en términos de cohortes más que de legiones, lo cual indica que, por lo menos hasta los tiempos de César, el general desplegaba o separaba las cohortes en orden de batalla. El manípulo, formado por dos centurias (había tres manípulos en cada cohorte), dejó de tener significación desde los tiempos de Mario. colegio. Colectivo o sociedad de hombres que tenían algo en común. Roma poseía colegios sacerdotales (tales como el Colegio de los Pontífices), colegios políticos (como el Colegio de los Tribunos de la plebe), colegios civiles (como el Colegio de los Lictores) y colegios de oficios (por ejemplo, el gremio de directores de pompas funebres). Ciertos grupos de hombres de todas las esferas de la vida, incluidos los esclavos, se agrupaban en lo que se conocía por colegios de encrucijada para cuidar de las encrucijadas más importantes de Roma y organizar la fiesta anual de las encrucijadas, las Compitalia.

Comicios. Gran foso redondo en el cual se celebraban las reuniones para los comitia. Estaba situado en el Foro Romano inferior adyacente a los escalones de la Cámara del Senado y la basílica Emilia, y bajaba del nivel del suelo en una serie de escalones que formaban gradas sobre las cuales los hombres permanecían de pie; en las reuniones comiciales los hombres nunca se sentaban. Cuando estaba muy lleno, el foso podía dar cabida quizás a dos o tres mil hombres. La tribuna o plataforma de los oradores estaba situada en uno de los lados.

comitia. Véase asamblea.

condemno. Palabra empleada por un jurado para emitir un veredicto de «culpable». Era un término que se limitaba al ámbito de los tribunales; tanto los tribunales como las asambleas tenían sus jergas específicas.

conducto. La conexión entre la conducción principal y las tuberías que llevaban el agua desde dicha conducción hasta el interior de los edificios, fueran de propiedad pública o privada. El tamaño o el calibre del conducto estaba estrictamente regulado por la ley, y quedaba bajo la autoridad de los ediles. Los romanos conocían el comportamiento del agua como volumen, pero no conocían la presión del agua. Sin embargo, sí apreciaban el tubo de alimentación basado en la gravedad, y colocaban los depósitos de agua de la ciudad en el terreno más elevado.

confarreatio. La más antigua y estricta de las tres formas de matrimonio romano. En los tiempos de César, la práctica de confarreatio quedaba limitada a los patricios y no era obligatoria. Uno de los principales motivos por los que el matrimonio confarreatio perdió popularidad era porque la esposa pasaba de la patria potestad de su padre a poder del marido, y así tenía mucha menos libertad que las mujeres casadas del modo corriente; no podía controlar su propia dote ni dirigir negocios. Otro motivo radicaba en la extraordinaria dificultad para disolverlo; el repudio (diffareatio) era tan arduo desde el punto de vista religioso y desde el punto de vista legal que no merecía la pena tanta molestia a menos que las circunstancias no dejasen otra alternativa.