fasti. Los fasti eran originariamente días en los que podían despacharse asuntos, pero el término llegó a significar otras cosas, el calendario, las listas de fiestas y festejos y la lista de cónsules (esto último probablemente porque los romanos preferían llevar la cuenta de los años recordando quiénes habían sido cónsules en un año determinado). La entrada fasti en el glosario de El primer hombre de Roma contiene una explicación más amplia del calendario de lo que el espacio me permite aquí.
fellator. Plural, fellatores. La persona que chupa el pene.
feriae. Fiestas. Aunque la asistencia a las ceremonias públicas en tales días de fiesta no era obligatoria, las feriae exigían por tradición que los negocios, el trabajo y los pleitos fueran interrumpidos, y que las peleas, incluso las privadas, se evitasen también. El descanso en las labores normales se extendía a los esclavos y también a algunos animales, incluidos los bueyes, pero quedaban excluidos los equinos en todas sus variedades.
feriae Latinae. Festival latino de carácter anual que se celebraba en el monte Albano. Era una fiesta móvil, cuya fecha era fijada por los cónsules entrantes del día de año nuevo durante la reunión del Senado convocada en el templo de Júpiter Optimo Máximo. El dios era Júpiter Latiaro.
flamen. Plural, flamines. Estos hombres eran probablemente los sacerdotes más antiguos de Roma, remontándose por lo menos a la época de los reyes. Había quince flamines, tres mayores y doce menores. Los tres flamines mayores eran el Dialis (de Júpiter Optimo Máximo), el Martilais (de Marte) y el Quirinalis (de Quirino). Excepto el pobre flamen Dialis, ninguno de los flamines parecía estar rodeado de prohibiciones ni de tabúes, pero los tres flamines mayores recibían un salario público, casa estatal y eran miembros del Senado. La esposa del flamen se conocí a con el nombre de flaminica. El flamen y la flaminica Dialis tenían que ser de condición patricia, aunque aún no he descubierto si esto se aplicaba también a los demás flamines, mayores o menores. Para no caer en el error, he decidido que todos los nombrados fueran patricios. El de flamen era un cargo vitalicio.
foro. Lugar de reunión de los romanos, un espacio abierto rodeado de edificios, muchos de los cuales eran de carácter público.
Foro Romano. Este espacio abierto y alargado era el centro de la vida pública romana y se dedicaba en gran medida, igual que los edificios que lo rodeaban, a la política, a la ley, a los negocios y a la religión. No creo que el espacio libre del Foro Romano tuviera siempre el estorbo que suponía un despliegue permanente de barracas, puestos y carretillas; las numerosas descripciones de constante actividad política y judicial en la mitad inferior del Foro dejaría poco espacio para tanto aparato. Había dos grandes zonas de mercado en el lado del Foro Romano próximo al Esquilmo, separados del propio Foro por una barrera de edificios, y sería allí, sin duda, donde se situarían más libremente puestos y barracas. Más bajo que los barrios que lo rodeaban, el Foro era más bien húmedo, frío y poco soleado… pero muy vivo en lo referente a actividad pública humana. Véase mapa en la página 28.
Fortuna. Una de las deidades de Roma más importantes y veneradas. En general se la consideraba una fuerza femenina y tenía muchas invocaciones diferentes. El jefe de los dioses romanos era usualmente muy específico. Fortuna Primigenia era la primogénita de Júpitcr, Fors Fortuna era de particular importancia para los de condición humilde, Fortuna Virilis ayudaba a las mujeres a ocultarles a los hombres sus imperfecciones físicas, Fortuna Virgo era venerada por las recién casadas, Fortuna Equestris cuidaba de los caballeros y Fortuna Huiusque Diei (la fortuna del día presente) era objeto especial de culto por los jefes militares y políticos preeminentes que contaban entre sus antepasados con militares. Pero aún había más Fortunas. Los romanos creían implícitamente en la suerte, aunque no la consideraban exactamente del mismo modo que nosotros; un hombre forjaba su suerte, pero tenía buen cuidado de no ofender a la diosa Fortuna -aun en el caso de hombres de inteligencia tan formidable como Sila y César-, por no hablar además de lo supersticiosos que eran. Ser favoritos de la Fortina se consideraba una indicación de todo lo que un hombre representaba.
Galia, galos. Los romanos rara vez, si es que lo hacían alguna, se referían a los celtas por el nombre de celtas; llamaban a los celtas, galos. Las partes del mundo donde vivían los galos eran conocidas como alguna clase de Galia, aunque el terreno estuviera en Anatolia (Galacia). Antes de las conquistas de César, la Galia Transalpina -es decir, la Galia situada en el lado occidental francés de los Alpes- se dividía, grosso modo, en Galia Comata y Galia de cabellera larga (que no había sido helenizada ni romanizada), una franja costera mediterránea con una extensión saliente por el valle del río Ródano (que sí había sido helenizada y romanizada), llamada la Provincia, y una zona alrededor de la ciudad portuaria de Narbo llamada la Galia Narbonesa (aunque no se llamó así oficialmente hasta el principado de Augusto). Yo me refiero a la Galia Ulterior como la Galia del otro lado de los Alpes, pero más apropiadamente era la Galia Transalpina. A la Galia conocida como Galia Cisalpina, porque estaba situada en la parte italiana de los Alpes, la llamo la Galia italiana. Esta Galia estaba dividida en dos partes por el río Padus (el Po). No hay duda de que los galos y los romanos estaban íntimamente emparentados racialmente, pues sus idiomas eran de un tipo parecido y también muchas de sus tecnologías, especialmente el trabajo de los metales. Lo que había enriquecido a los romanos en perjuicio de los galos era su contacto a lo largo de muchos siglos con otras culturas mediterráneas.
Galia Cisalpina. Véase Galia.
gens. En sentido amplio, el clan o familia de un hombre. La gens era indicada por el nomen, tal como Cornelio o Julio, pero era de género femenino, y de aquí que se hablase habitualmente de gens Cornelia o de gens Julia.
gladiador. Soldado del serrín, atleta militar profesional que luchaba ante el público para celebrar juegos funerarios en honor de los muertos. Durante la época de la República sólo había dos tipos de gladiadores: los galos y los tracios; éstos eran estilos de combate, no nacionalidades. Bajo la República, las peleas de gladiadores no eran a muerte. Entonces los gladiadores no eran propiedad del Estado; pocos eran esclavos. Pertenecían a inversores privados y costaba mucho dinero adquirirlos, entrenarlos y mantenerlos… demasiado dinero, desde luego, como para querer verlos muertos. La brutalidad de pulgar arriba, pulgar abajo de los tiempos del Imperio no existía. A un gladiador se le reclutaba joven y peleaba entre cinco y seis combates al año, hasta hacer un total de treinta peleas como máximo. Después era libre para retirarse (aunque no se le otorgaba automáticamente la ciudadanía romana) y normalmente sus pasos lo conducían a una gran ciudad, donde alquilaba sus servicios como matón, guardaespaldas o gorila. Durante la República casi todos los gladiadores eran romanos de raza, en su mayor parte desertores o amotinados de las legiones; de vez en cuando algún hombre libre adoptaba la profesión por puro placer (no estaba obligado a renunciar a la ciudadanía si lo hacía).