pontífice máximo, En latín, pontifex maximus. Era el jefe de la religión de Roma administrada por el Estado y el sacerdote de más categoría de todos. Parece que fue una invención de los primeros tiempos de la República, una manera típicamente magistral de los romanos para rodear un obstáculo sin demolerlo ni herir los sentimientos de nadie. En la época de los reyes de Roma, el rex sacrorum había sido el jefe de los sacerdotes, título que ostentaba el propio rey. Al parecer, considerando que no era prudente abolir el rex sacrorum, los gobernantes antimonárquicos de la nueva República de Roma se limitaron a crear un nuevo sacerdote cuyo papel y condición fueran superiores a las del rex sacrorum. A este nuevo sacerdote se le dio el título de pontifex maximus. Para reforzar su posición de hombre de estado, se estableció que debía ser elegido, no cooptado (todos los demás sacerdotes se nombraban por cooptación). Al principio probablemente se requeriría que fuera patricio, pero pronto también pudo fácilmente ser plebeyo. Supervisaba a todos los miembros de los diversos colegios sacerdotales… y a las vírgenes vestales. El Estado le concedía la casa más imponente que tenía para que fuera su residencia, pero en la época republicana la compartía con las vírgenes vestales, aparentemente al cincuenta por ciento. Su sede oficial tenía categoría de templo inaugurado: la pequeña y antigua Regia situada en el Foro Romano justo a la puerta de su residencia estatal. El cargo de pontífice máximo era vitalicio.
Popular, Asamblea. Véase asamblea.
popularis. Término empleado por Cicerón y otros escritores posteriores para referirse a la facción del Senado y del pueblo que era, a falta de una descripción mejor, más liberal en sus puntos de vista políticos que la facción de los boni, que eran los ultraconservadores. He atribuido la génesis del término a Cicerón, pero no puedo jurar que fuera él quien lo acuñase.
pórtico. Término que he elegido para designar un gran porche cubierto que formaba la entrada de un edificio o de un templo.
porticus. No era un porche, sino todo un edificio que tenía alguna clase de gran patio central. El edificio en sí solía ser más largo que ancho y se construía según el principio de la columnata. El pórtico Margaritaria, que estaba situado en la parte superior del Foro Romano, albergaba las tiendas más caras de Roma. El pórtico Emilia, situado en el puerto de Roma, era un edificio muy largo que albergaba empresas y agentes que se dedicaban al negocio del transporte por barco, a la importación y exportación.
praefectus fabrum. Era uno de los hombres más importasites en un ejército romano, técnicamente el praefectus fabrum ni siquiera formaba parte del mismo; era un civil nombrado por el general para ocupar el puesto. El praefectus fabrum era el responsable de equipar y aprovisionar al ejército en todos los aspectos, desde los animales y el forraje para los mismos, hasta los hombres y la comida. Como establecía contratos con hombres de negocios y fabricantes para comprar el material y las provisiones, era una figura muy poderosa, y, a menos que fuera un hombre de una integridad superior, estaba en una posición perfecta para enriquecerse. La prueba del praefectus fabrum de César, el banquero gaditano Lucio Cornelio Balbo, da una idea de cuán importantes y poderosos eran estos abastecedores de los ejércitos.
praenomen. El primer nombre de un romano. Había muy pocos praenomina (plural) en uso, quizás unos veinte, y la mitad de ellos no eran corrientes o quedaban confinados a una gens particular, como ocurría con el de Mamerco, confinado a los Emilios Lépidos. Cada gens o clan tenía ciertos praenomina favoritos, quizás dos o tres nada más de entre los veinte. Un erudito moderno a menudo puede saber por el praenomen de un hombre si era un auténtico miembro de la gens: los Julios, por ejemplo, solían llamarse Sexto, Cayo y Lucio solamente, con lo cual un hombre que se llamase Marco Julio resulta altamente sospechoso. Los Licinios eran Publio, Marco y Lucio; los Pompeyos tenían como praenomen Cneo, Sexto y Quinto; los Cornelios se llamaban Publio, Lucio, y Cneo; los Servilios de la gens patricia tenían como favoritos Quinto y Cneo. Apio pertenecía en exclusiva a los Claudios. Uno de los grandes rompecabezas de los eruditos modernos es el concerniente a un tal Lucio Claudio que fue rex sacrorum a finales de la República; Lucio no era un praenomen de la familia patricia Claudia, pero el rex sacrorum era ciertamente un patricio Claudio. Yo he postulado que había una cierta rama de los Claudios que llevaba el praenomen Lucio, rama que tradicionalmente proporcionó el rex sacrorum de Roma. Todo el tema de los praenomina me hace morir de risa siempre que miro una de esas películas épicas de romanos hechas en Hollywood. ¡Siempre están equivocados!
praerogativa. Derecho a ser el primero.
praetor peregrinus. Lo he traducido como «pretor para asuntos extranjéros» porque se ocupaba de los no ciudadanos. En la época de Sila sus deberes se confinaron a los litigios y a la dispensa de decisiones legales; viajaba por toda Italia al tiempo que se ocupaba de juicios en los que estaban implicados no ciudadanos dentro de la propia Roma.
praetor urbanus. Era el pretor urbano, cuyos deberes en la República tardía consistían casi exclusivamente en los litigios; Sila definió esto aún más al confinar al pretor urbano a los pleitos civiles en lugar de a los criminales. Su imperium no iba más allá de cinco millas alrededor de Roma, y no se le permitía estar ausente de Roma más de diez días seguidos. Si ambos cónsules se encontraban fuera de Roma, él era el magistrado de mayor categoría de Roma, y por tanto tenía poder para convocar al Senado, para tomar decisiones acerca de la ejecución de la política gubernamental e incluso para organizar la defensa de la ciudad en caso de encontrarse bajo amenaza inminente de ataque.
pretor. Esta magistratura era la segunda en la jerarquía de magistrados romanos. Muy al comienzo de la República, los dos magistrados más altos eran conocidos como pretores. Al final del siglo IV a. J.C., sin embargo, el término cónsul había empezado a utilizarse para los magistrados más altos y los pretores fueron relegados al segundo puesto. Un pretor fue el único representante de esta posición durante muchas décadas; obviamente se trataba del pretor urbano, pues sus deberes quedaban confinados a la ciudad de Roma, dejando así libres a los cónsules para que cumplieran obligaciones como líderes en guerras fuera de la ciudad. En el año 242 a. J.C. un segundo pretor, el praetor peregrinus, fue creado para encargarse de los asuntos relativos a las naciones extranjeras y a Italia en lugar de a los asuntos de Roma. A medida que Roma fue adquiriendo provincias se fueron creando más pretores para que las gobernasen, quienes se marchaban a la provincia en cuestión durante el año en que ocupaban el cargo, en lugar de hacerlo después en calidad de propretores. En el último siglo de la República había, la mayoría de los años, seis pretores elegidos, pero algunos años hubo ocho, dependiendo de las necesidades del Estado. Sila elevó el número de pretores a ocho durante su dictadura, y limitó sus deberes durante el año en que ocupaban el cargo a los tribunales legales.