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la «asociación de hombres» adquiere la propiedad terhune. Dale Coba, presidente de la…

Una modificación en la ley de parcelación territorial, un asalto en la «CompuTech».

Dejó caer el volumen inmediato anterior sobre el que había recorrido, y lo abrió por el final.

la «liga de mujeres sufragistas» podría cerrarse.

¿Y eso qué tiene de sorprendente?

A menos que se invierta el actual proceso de disminución en el número de miembros, la «Liga de Mujeres Sufragistas» de Stepford podría encontrarse obligada a cerrar sus puertas.

Así lo advierte la nueva presidenta de la Liga, Mrs. Theodore van Sant, de Fairview Lane.

¿Carol?

Más atrás, más atrás.

Una inundación había bajado, una inundación crecía.

la «asociación de hombres» reelige a coba.

Dale Coba, de Anvil Road, fue elegido por aclamación para ejercer, durante un nuevo período de dos años, la presidencia de la próspera…

Hay que retroceder dos años, entonces.

Salteó tres volúmenes.

Un robo, un incendio, una feria de beneficencia, una novedad.

Con una mano separaba las hojas chasqueantes, con la otra las pasaba, de prisa, de prisa.

SE CONSTITUYE LA «ASOCIACIÓN DE HOMBRES».

Un pequeño grupo de residentes de Stepford (doce hombres), que reparó hace un año el granero abandonado de Switzer Lane para efectuar sus reuniones, ha fundado la «Asociación de Hombres», y anuncia que está abierta la inscripción para los que deseen formar parte de ella. Dale Coba, de Anvil Road, fue elegido presidente, y será secundado por Duane T. Anderson, de Switzer Lane, en el cargo de vicepresidente, y por Robert Summer Jr., de Gwendolyn Lane, en el de secretario-tesorero. Los fines que persigue la asociación son «estrictamente sociales, dice Dale Coba: póquer, conversación entre hombres, y una bolsa de información sobre hobbies y actividades manuales». La familia Coba parece singularmente dotada para iniciar empresas: Mrs. Coba fue una de las fundadoras del «Club de Mujeres», del cual, no obstante, se ha retirado últimamente, como Mrs. Anderson y Mrs. Summer. Otros miembros de la «Asociación de Hombres» de Stepford son: Claude Axhelm, Peter J. Duwicki, Frank Ferretti, Steven Margolies, Ike Mazzard, Frank Roddenberry, James J. Scofield, Herbert Sundersen y Martin I. Weiner. Los hombres interesados en ulterior información, deben…

Salteó dos volúmenes más, y empezó a volver juntas las hojas de cada número, para buscar sólo las «Notas sobre nuevos residentes» en su correspondiente recuadro de la página dos.

…Mr. Ferretti es ingeniero industrial, y trabaja en el laboratorio de desarrollo de sistemas de la «Compañía CompuTech».

…Mr. Summer, que detenta numerosas patentes de tinturas y plásticos, se ha incorporado recientemente a la compañía americana de productos químicos «Willis», donde realiza investigaciones sobre polímeros vinílicos.

«Notas sobre Nuevos Residentes», «Notas sobre Nuevos Residentes»: a toda prisa, deteniéndose sólo cuando encontraba alguno de los nombres, saltando al final del artículo, diciéndose una y otra vez que tenía razón, que tenía razón.

…Mr. Duwicki, a quien sus amigos llaman Wick, está en el departamento de microcircuitaje de la «Compañía Instatron».

…Mr. Weiner trabaja en el departamento de grabación sonora de la «Compañía Instatron».

…Mr. Margolies trabaja para «Reed & Saunders», los fabricantes de dispositivos estabilizadores, cuya nueva planta de la Ruta Nueve entrará en actividad la semana próxima.

Volvió algunos volúmenes a su lugar, sacó otros y los dejó caer pesadamente sobre la mesa.

Mr, Roddenberry es codirector del laboratorio de desarrollo de sistemas de la «Compañía CompuTech».

…Mr. Sundersen diseña prótesis ópticas para el «Instituto Óptico Ulitz».

Y por último lo encontró. Leyó el artículo completo.

Nuevos vecinos de Anvil Road son Mr. Dale Coba, con sus hijos Dale Jr. y Darren, de cuatro y seis años, respectivamente. La familia ha llegado de Anaheim, California, donde residió durante seis años. «Hasta ahora nos gusta esta región del país dice Mrs. Coba—. No sé lo que sentiremos todos cuando llegue el invierno. No estamos acostumbrados al frío.»

Ambos esposos cursaron sus estudios en la U.C.L.A. y Mr. Coba hizo la práctica de posgraduado en el Instituto de Tecnología de California. En los seis últimos años trabajó en «audioanimatronica», en Disneylandia, ayudando a crear las figuras móviles y parlantes de los presidentes, sobre los cuales publicó un extenso artículo el Boletín Geográfico Nacional, en su número de agosto. Sus hobbies son la caza y el piano. Mrs. Coba, licenciada en lenguas, dedica sus horas libres a traducir la novela clásica noruega Las hijas del comandante.

El trabajo de Mr. Coba en nuestro medio probablemente será menos espectacular que en Disneylandia: se ha incorporado al departamento de investigación y desarrollo de la Microtécnica Burnham-Massey.

Se echó a reír como una boba.

¡Investigación y desarrollo! ¡Y probablemente menos espectacular!

Siguió riendo y riendo.

No podía parar.

No quería.

Seguía riendo como una boba, cuando se levantó de su asiento y miró una vez más esas «Notas sobre Nuevos Residentes», destacadas en recuadro. ¡probablemente será menos espectacularl ¡Dios del cielo!

Cerró el gran volumen oscuro, sin dejar de reír, lo recogió con otro que había al lado, y los mandó de un manotazo a su lugar en el último anaquel.

—¿Mrs. Eberhart? —era Miss Austrian, desde arriba—. Son las seis menos cinco. Vamos a cerrar.

— ¡Y… deje de reír, por amor de Dios!

—¡Ya acabé! —gritó—. Los estoy guardando.

—Asegúrese de que vuelve a colocarlos en el orden correcto.

—¡Bueno!

—Y apague las luces.

—¡Sí!

Guardó todos los volúmenes en el orden correcto, o casi.

—¡Santo Dios! —dijo, riéndose—. Probablemente.

Tomó su abrigo y su bolso, apagó las luces y subió, riendo, la escalera, en dirección a Miss Austrian, que se había asomado a mirarla. ¡Era explicable!

—¿Encontró lo que buscaba? —preguntó Miss Austrian.

—Sí, muchas gracias. Usted es una fuente de sabiduría, lo mismo que su biblioteca. Gracias. Buenas noches.

—Buenas noches —dijo Miss Austrian.

Cruzó a la farmacia, porque bien sabía Dios que necesitaba un tranquilizante. Iba a cerrar también; oscurecida a medias y vacía, salvo los Cornell. Entregó la receta a Mr. Cornell, que la leyó y dijo:

—Sí, puede tener esto en seguida. —Y pasó al interior.

Ella miró los peines de un escaparate, sonriendo. Un retintín de vidrios, a su espalda, la hizo volverse con un respingo.

Mrs. Cornell estaba parada frente a la pared, detrás del mostrador, fuera de la parte iluminada del local. Limpiaba algo con un trapo, limpiaba el anaquel de la pared, y colocaba encima, repitiendo el retintín de vidrios, lo que había limpiado. Era alta y rubia, larga de piernas y holgada de busto, bonita como…, digamos, como una muchacha de Ike Mazzard. Tomaba un objeto del anaquel, lo limpiaba, y limpiaba el anaquel, y ponía el objeto, y se repetía el retintín de vidrios; tomaba otro objeto, y…

— ¡Eh, hola! —dijo Joanna.

Ella volvió la cabeza y le sonrió.