– ¿Ah, sí? ¿Cuándo?
– Hace muchos años.
– ¿Está usted realmente segura?
– Tan segura como se puede estar -replicó Sarah dedicándole una mirada elocuente: no pensaba decir nada más al respecto y le estaba agradecida a sir Jeffrey por no haber revelado su secreto.
– Bueno -comentó Cranston-, eso cambia algunas cosas. Pero sigo sin entender qué tiene que ver con eso el artículo sobre aquella criatura.
– Es otra de las pistas de Laydon que sigo -explicó Sarah-. Dijo algo de los judíos. Y que el remedio se encuentra donde surge vida de lo inanimado. Al principio supuse que se refería a la Biblia, al libro del Génesis. Pero ahora creo que se refería a un lugar que realmente existe.
– ¿Qué la ha llevado a formarse esa opinión?
– ¿Conoce bien Praga? -preguntó a su vez Sarah-. ¿Ha estado alguna vez allí?
– Lamentablemente, no.
– En el artículo del periódico que me enseñó sir Jeffrey se habla del Golem. ¿Le suena ese nombre?
– Por desgracia, tengo que responder de nuevo que no -contestó Cranston con una tímida sonrisa-, Esos temas no pertenecen al ámbito de mis competencias.
– Para serle sincera, hasta hace unas horas me ocurría lo mismo que a usted -reconoció Sarah-. Solamente sabía que el Golem era un personaje de leyendas judías de la Edad Media.
– Pero eso ha cambiado, ¿verdad?-conjeturó Cranston a la vista de los muchos libros que había sobre la mesa.
– Cierto -confirmó Sarah-. Las insinuaciones de Laydon y el artículo de sir Jeffrey me han movido a realizar investigaciones precisas en relación con el Golem y su origen.
– ¿Y a qué conclusión ha llegado?
– ¿Le interesa realmente? -preguntó Sarah-. ¿O solo intenta convencerme de que se trata de una quimera?
– Hagamos un trato -propuso Cranston-. Escucharé todo lo que tenga que decirme. Si consigue disipar mis dudas, haré todo lo posible por ayudarles, a usted y a Kamal.
– ¿Y si no lo consigo?
– Le diré con toda franqueza lo que opino del asunto. Lo que usted haga o deje de hacer después, lo dejo en sus manos.
– De acuerdo -aceptó Sarah-. Pero tomen asiento. La historia que tengo que explicarles es larga y se remonta al siglo XII.
– ¿Ah, sí? -preguntó sir Jeffrey, y él y el médico aceptaron la invitación de Sarah y se sentaron con ella a la mesa de lectura-. ¿Qué ocurrió en aquella época?
– El primer documento escrito sobre el Golem -explicó Sarah- data de aquella época. Por cierto, la palabra «Golem» procede del hebreo y significa ni más ni menos que «sin acabar», «sin formar». Curiosamente, la primera mención por escrito aparece en un anexo del Libro de la Creación atribuido a la Cabala.
– ¿La Cabala? -Cranston no disimuló su desconocimiento.
– La Cabala es una enigmática ciencia judía que, a partir de números y letras, intenta descubrir mensajes divinos contenidos en los escritos sagrados. Utilizada convenientemente, también ofrece la posibilidad de cifrar noticias cuyo significado solo esté abierto a los iniciados.
– ¿Y qué más?
– En ese primer texto, del que desgraciadamente solo se conservan algunos fragmentos, se describía un supuesto método para insuflar vida a la materia inanimada.
– El Génesis -susurró sir Jeffrey.
– Así es -confirmó Sarah-.La posibilidad de hacer lo mismo que el Creador y de poder disponer sobre la vida es un viejo sueño de la humanidad que también tuvieron nuestros antepasados. En la tradición judía, ese sueño se encuentra en la leyenda del Golem. El don de otorgar vida se consideraba un privilegio que solo se concedía a hombres especialmente sabios y justos, que no lo utilizarían para sus propios fines, sino en aras de un objetivo más elevado.
»Hacia el año 1520 -prosiguió su relato Sarah, mirando las notas que había tomado-, nació Judah Löw, que ejerció de rabino, filósofo y erudito en la Praga de los Habsburgo. Cuentan que incluso el emperador buscaba de tanto en tanto su consejo. Además, Löw también era experto en la enseñanza de la Cabala y conocía los secretos que contenía.
– La creación del Golem -concluyó sir Jeffrey.
– Efectivamente. Hay que saber que, en aquella época, Praga era el centro de la vida intelectual judía en Europa. Durante la Alta Edad Media, existían dos comunidades que acabaron por unirse y formaron la ciudad judía amurallada, un asentamiento independiente cuyos habitantes fueron injuriados y atacados por el resto de la población de Praga durante siglos, hasta que José II promulgó un edicto de tolerancia a finales del siglo pasado. El barrio pasó a llamarse Josefov, «la ciudad de José», en su honor. Sin embargo, en la época del rabí Löw la comunidad judía se vio expuesta a ataques violentos. Entre otras cosas, les recriminaban que los rabinos realizaban atroces rituales de sangre en las sinagogas y pretendían que el emperador aprobara un decreto contra ellos.
– ¿Y qué ocurrió después? -preguntó Cranston, cuya curiosidad se había despertado.
– Ante lo apurado de la situación, el rabí Löw recurrió a los antiguos escritos y al saber secreto de la Cabala. Al parecer, imploró ayuda y recibió el encargo de modelar una figura humana de barro que ayudaría a los judíos de Praga y los defendería de todas las acusaciones. Löw hizo lo que le había sido dictado. Después de una semana de oración a fin de prepararse para su tarea, se dirigió a la orilla del Moldava y modeló con fango a una persona a la que dotó de vida de manera milagrosa: la hora de nacimiento del Golem, como pronto la llamarían.
– Interesante -reconoció el médico.
– Aunque el Golem era capaz de moverse y de obedecer las órdenes de su amo, no era una persona reaclass="underline" no podía hablar ni pensar por su cuenta. Durante el día, Löw lo mantenía escondido, pero de noche el Golem despertaba a la vida y ayudaba a protegerse a la comunidad judía. Un día, el rabí hubo de reconocer que su criatura escapaba cada vez más a su control y que se estaba convirtiendo en una amenaza para la ciudad, y lo destruyó con sus propias manos.
– Una historia fascinante -afirmó sir Jeffrey, asintiendo con la cabeza.
– Cierto -le dio la razón Sarah-, y aún no ha acabado. Se han tejido incontables relatos alrededor de Löw y el Golem: lo que ustedes acaban de oír es tan solo una pequeña parte. También existen diversos mitos y profecías sobre el regreso del Golem. En una de ellas se dice que el Golem regresará cuando los habitantes de Josefov vuelvan a estar en peligro. Otros creen que en realidad nunca ha desaparecido. Y otros interpretan el regreso del Golem como una señal del advenimiento del fin del mundo.
– Algo de eso se decía en el periódico -recordó sir Jeffrey.
– Cierto -ratificó Sarah-. Un rabino llamado Mordechai Oppenheim expresó esa suposición. Curiosamente, un hombre llamado David Oppenheim fue el rabino mayor de la comunidad praguense hará un siglo. Cuentan que poseía la mayor colección de la época de escritos hebreos antiguos y se cree que muchos de ellos procedían del legado del rabí Löw.
– ¿Cree que hay alguna relación?
– Bueno -dijo Sarah, pensativa-, la coincidencia del nombre permite suponer que Mordechai Oppenheim es un descendiente de aquel sabio… y que probablemente está en posesión de los escritos antiguos que revelaron al rabí Löw el secreto de la fuerza creadora y facilitaron la creación del Golem.
– Es posible -reconoció sir Jeffrey-. Pero, sinceramente, sigo sin entender qué tiene que ver todo esto con Kamal y su lastimoso estado.
– Espere un momento -pidió Sarah-, ahora voy a eso. ¿Recuerdan ustedes, caballeros, en qué estado encontré a Kamal cuando regresé a su celda?