Y me fui, dejándolo entregado a la tarea de pesar sus ratas que se quedaban sobre la mesa, muy tranquilas, esperando turno para subir a la balanza.
Una de estas ratas bajó las escaleras, atravesó el jardín y llegó a la cocina. Cuando subieron a encerrarla en el armario, encontraron a Julio de bruces en el suelo, junto a su mesa de trabajo.
Se había envenenado con una solución de aconitina al diez por ciento.