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14 Nuestra Señora del Silencio (fragmento)

Tú no eres mujer. Ni siquiera dentro de mí evocas nada que yo pueda sentir femenina [418]. Es cuando hablo de ti cuando las palabras te llaman hembra, y las expresiones te perfilan de mujer. Porque tengo que hablarte con ternura y amoroso sueño, las palabras encuentran voz para ello tan sólo tratándote como femenina.

Pero tú, en tu vaga esencia, no eres nada. No tienes realidad, ni siquiera una realidad /sólo/ tuya. Propiamente, no te veo, ni siquiera te siento. Eres como un sentimiento que fuese su propio objeto y perteneciese por completo a lo íntimo de sí mismo. Eres siempre el paisaje que he estado casi a punto de (poder) ver, la orla de la veste que por poco no pude ver, perdido en un eterno Ahora más allá de la curva del camino. Tu perfil es no ser tú nada, y el contorno de tu cuerpo irreal desata en perlas separadas el collar de la idea de contorno. Ya pasaste, y ya fuiste y ya te amé -el sentirte presente es sentir esto.

Ocupas el intervalo de mis pensamientos y los intersticios de mis sensaciones. Por eso no te pienso ni te siento, pero mis pensamientos son /opiales/ de sentirte, y mis sentimientos góticos [419] de evocarte.

Luna de memorias perdidas sobre el negro paisaje, nítida de vacío, de mi imperfección comprendiéndose. Mi ser se siente reflujo como si fuese un cinturón tuyo que te sintiese. Me inclino sobre tu rostro blanco en las aguas nocturnas de mi desasosiego, en mí saber que eres luna en mi cielo para que lo origines, o extraña luna submarina para que, no sé cómo, lo finjas.