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Tus collares de perlas falsas han amado conmigo mis horas mejores. Eran claveles las flores preferidas, tal vez porque no significaban primores. Tus labios festejaban sobriamente la ironía de su propia sonrisa. ¿Comprendías bien tu destino? Era por conocerlo sin que lo comprendieses por lo que el misterio escrito en la tristeza de tus ojos había sombreado tanto tus labios /desistidos/. Nuestra Patria estaba demasiado lejos para las rosas. En las cascadas de nuestros jardines el agua era diáfana [424] de silencios. En las pequeñas cavidades rugosas de las piedras, por donde el agua optaba [425] había secretos que tuvimos cuando niños, sueños del tamaño parado de nuestros soldados de plomo, que podían ser puestos en las piedras de la cascada, en la ejecución estática de una gran acción militar, sin que faltase nada a nuestros sueños, ni nada detuviese a nuestras suposiciones.
21 Libro del Desasosiego o Filatelista [426]
Nosotros no podemos amar, hijo. El amor es la más carnal de las ilusiones. Amar es poseer, escucha. ¿Y qué posee quien ama? ¿El cuerpo? Para poseerlo sería necesario hacer nuestra su materia, comerlo, incluirlo en nosotros… Y esa imposibilidad sería temporal, porque nuestro propio cuerpo pasa y se transforma, porque nosotros no poseemos otro cuerpo (poseemos tan sólo la sensación de él), y porque, una vez poseído ese cuerpo amado, se volvería nuestro, dejaría de ser otro, y el amor, por eso, con la desaparición del otro-ente, desaparecería.
¿Poseemos el alma? -Óyeme en silencio-. No la poseemos nosotros. Ni siquiera nuestra alma es nuestra. ¿Cómo, por lo demás, poseer un alma? Entre alma y alma existe el abismo de ser almas.
[424] La palabra del original que traducimos por