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¿Qué poseemos? ¿Qué poseemos? ¿Qué nos lleva a amar? ¿La belleza? ¿Y la poseemos amando? La más feroz y dominadora posesión de un cuerpo, ¿qué posee de él? Ni el cuerpo, ni el alma, ni siquiera la belleza. La posesión de un cuerpo lindo no abraza a la belleza, abraza a la carne celulada y grasienta; el beso no toca la belleza de la boca, sino la carne húmeda de los labios perecederos con /mucosas/; la propia cópula es sólo un contacto, un contacto restregado y cercano, pero no una penetración real, siquiera de un cuerpo por otro cuerpo… ¿Qué poseemos nosotros? ¿Qué poseemos?

¿Nuestras sensaciones, al menos? ¿Al menos el amor es un medio de poseernos, a nosotros, en nuestras sensaciones? ¿Es, al menos, un modo de soñar nítidamente, y más gloriosamente por lo tanto, el sueño de existir? Y, al menos, desaparecida la sensación, queda el recuerdo de ella siempre con nosotros y, así, poseemos realmente…

Desengañémonos hasta de esto. Ni nuestras sensaciones poseemos. No hables. La memoria, al final, es la sensación del pasado… Y toda sensación es una ilusión…

– Escúchame, escúchame siempre. -Escúchame y no mires por la ventana abierta la llana otra margen del río, ni el crepúsculo (…), ni este silbido de un tren que corta la vaga lejanía (…) -Escúchame en silencio…

Nosotros no poseemos nuestras sensaciones… Nosotros no nos poseemos en ellas.

(Urna inclinada, el crepúsculo vierte sobre nosotros un óleo de (…) donde las horas, pétalos de rosas, flotan espaciadamente.)

22

Yo no poseo mi cuerpo, ¿cómo puedo poseer con él? Yo no poseo mi alma, ¿cómo puedo poseer con ella? No comprendo a mi espíritu, ¿cómo comprender a través de él?