Luz en el ocaso tu adviento a estas regiones donde la Muerte reina [444].
Te coronaron con flores misteriosas, de colores ignorados [445], guirnalda absurda que te cabe como a un dios depuesto.
…tu /purpúreo culto/ del sueño, (…) fausto de la antecámara de la Muerte.
hetarios [446] imposibles del abismo
¡Tocad, heraldos, desde lo alto de las almenas, saludando a esta gran madrugada!
¡El Rey de la Muerte va a llegar a su dominio!
Flores del abismo, rosas negras, claveles de color blanco de luna, amapolas de un rojo que tiene luz.
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¡Y para ti, oh Muerte, va nuestra alma y nuestra creencia, nuestra esperanza y nuestra salutación!
¡Señora de las Ultimas Cosas, Nombre Carnal del Misterio y del abismo -alienta y consuela a quien te busca, sin osar buscarte!
Señora de la Consolación.
¡Virgen-Madre del Mundo absurdo, forma del Caos incomprendido, arrastra y extiende tu reino sobre todas las cosas -sobre las flores que presienten que se marchitan, sobre las fieras que se estremecen de viejas, sobre las almas que han nacido para amarte- entre el error y la ilusión de la vida!
La vida, espiral de la Nada, infinitamente ansiosa por lo que no puede haber.
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Artífices de la morbidez, esmerémosnos en enseñar a desilusionarse. Curiosos de la vida, observemos todos los muros, antecansados de saber que no vamos a ver nada /de nuevo o de bello/.
Tejedores de la desesperanza, tejamos tan sólo mortajas -mortajas blancas para los sueños que nunca soñamos, mortajas negras para los días que morimos, mortajas color ceniza para los gestos que apenas soñamos, mortajas imperiales-de-púrpura para nuestras sensaciones inútiles.