Satán, sin que lo queramos, posee para nosotros una sugestión como de macho respecto a la hembra. La serpiente de la Inteligencia Material se nos ha enroscado al corazón, como al caduceo simbólico del Dios que comunica: Mercurio, señor de la Comprensión.
Aquellos de nosotros que no son pederastas desearían tener el valor de serlo. Toda inapetencia por la acción inevitablemente feminiza. Malogramos nuestra verdadera profesión de amas de casa y castellanas sin quehacer por desvío del sexo en la encarnación presente. Aunque no creamos absolutamente en esto, sabe la sangre de la ironía actuar en nosotros como si lo creyésemos. Todo [449] esto no es por maldad, sino por debilidad. Adoramos, a solas, al mal, no por ser el mal, sino porque es más intenso y fuerte que el bien, y todo cuanto es intenso y fuerte atrae a los nervios que debían de ser de mujer. Pecca fortiter no puede ir con nosotros, que no tenemos fuerza, ni siquiera la de la inteligencia, que es la que tenemos. Piensa en pecar fuertemente -es lo más que para nosotros puede valer esa indicación aguda. Mas ni siquiera eso nos es a veces posible: la propia vida interior tiene una realidad que a veces nos duele por ser una realidad cualquiera. Que haya leyes para la asociación de ideas, como para todas las operaciones del espíritu, insulta a nuestra indisciplina nativa.
(¿1914?)
34 Cenotafio
Ni una viuda ni un hijo le puso en la boca el óbolo con que pagase a Caronte. Están velados para nosotros los ojos con que transpuso la Estigia y vio nueve veces reflejado en las aguas inferas el rostro que no conocemos. No tiene nombre entre nosotros la sombra ahora errante por las márgenes de los ríos soturnos; su nombre es sombra también.