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Se recostó y consideró qué hacer. La cabeza no estaba completamente mejor, a pesar de toda la energía que había gastado tratando de curarse. La fuerza de las olas había sido tremenda, azotando su cuerpo contra las piedras. Aún con sus dones especiales, no había podido combatir el poder del océano. Estaba mareado gran parte del tiempo y la cabeza todavía palpitaba con alarmante vigor, amenazando con estallar si se movía demasiado.

De repente, sintió una sensación de urgencia, y para un hombre que vivía en las sombras sin ningún nombre verdadero y con sólo un propósito, no era una buena idea ignorar sus presentimientos. Había recuperado suficientes recuerdos para saber que no quería que el hombre que había sido regresara de entre los muertos. Por lo que a Lev se refería, Sid Kozlov iba a permanecer en el mar, su cuerpo perdido para siempre. Ya se había identificado ante Rikki como Lev así que propondría una variación de ese nombre, haciéndolo más norteamericano. Era hora de poner los toques finales a su nueva identidad, una que podría utilizar aquí con ella, porque iba a quedarse y eso significaba que tenía que utilizar la cabeza y forzar sus recuerdos a cooperar.

Necesitaba un ordenador imposible de rastrear para terminar el proceso y necesitaba entrar en el pequeño pueblo cercano. Había dejado unos pocos paquetes de emergencia dispersos en caso de que tuviera que marcharse urgentemente si la necesidad aparecía, un requisito fundamental en su profesión. Sólo tenía que recordar donde estaban sus escondrijos de seguridad. Llevó los platos al fregadero y los lavó meticulosamente mientras trataba de forzar a su memoria a cooperar.

Sabía cómo construirse una nueva identidad que pasaría la inspección de cualquier oficial, lo había estado haciendo durante años. Estaba seguro que tenía mucho dinero y había ocultado más armas y munición, pero no podía recordar exactamente donde estaba todo. Ese pequeño hecho importante continuaba eludiéndole. De todas formas, la identidad era lo primero. Tenía que recuperar suficiente fuerza para salir de la casa y estudiar el terreno circundante para establecer sistemas de aviso. Y tenía que subir en su barco. El barco era mucho más vulnerable que su casa. Había sido consciente del puerto, una pequeña comunidad abierta con un parking donde la gente podía ir y venir fácilmente. El barco estaba atado en la dársena y cualquiera podría aparejarlo para salir, o amañar su compresor de aire para que muriera envenenada por monóxido de carbono mientras estaba bajo el agua.

Echó una mirada a la cocina para cerciorarse de que todo estaba en su lugar antes de salir al porche. Rikki estaba acurrucada en una silla, los pies desnudos metidos debajo de ella, las gafas oscuras colocadas sobre la nariz, cubriéndole los ojos. Se hundió en la silla a su lado y tomó posesión de su mano izquierda, trazando círculos con la yema del pulgar.

– No quería molestarte, Rikki.

– No lo has hecho. -Suspiró e indicó los árboles con el mentón-. Adoro esa arboleda de secoyas de allí. Tantas secoyas indican agua, mucha agua. Adoro que quizás esté viviendo con agua fluyendo por debajo de mí.

– Puedo ver por qué te atraería. -La paz de la granja le atraía. Los árboles rodeaban la casa, altos y majestuosos, como si protegieran la propiedad. Ella mantenía todo pulcro y ordenado. No había césped, pero tenía terrazas de plantas, flores brillantes y coloridas y arbustos en cada sombra de verde. El trabajo rocoso en las terrazas era hermoso y obviamente hecho con cuidado por alguien que había seleccionado cada piedra.

– Cuéntame sobre esa noche. ¿Oíste algún ruido? ¿Viste a alguien? ¿Actuaron tus padres de forma diferente? ¿Preocupados quizá?

Ella permaneció silenciosa mucho tiempo. Él esperó pacientemente, dándole espacio, dejando que averiguara si confiaba en él lo bastante para darle algo personal. El viento susurró entre las hojas de los árboles en lo alto y los pájaros revolotearon de rama en rama. Una ardilla parloteó y otra contestó. Él lo notó todo más bien distraídamente mientras miraba a la distancia en busca del polvo revelador que indicaría un coche en la carretera en dirección a la casa al levantarse.

Rikki estaba totalmente inmóvil, sin retorcerse, sin hacer ningún sonido, simplemente miraba fijamente al espacio, la cara apartada, los ojos ocultos detrás de las gafas oscuras. No había apartado la mano y Lev presionó el pulgar en el centro de la palma y cerró los ojos, sintiendo a su manera. Inmediatamente "vio" números en la cabeza. Ella estaba contando e iba por el setenta y ocho.

Se quitó las gafas oscuras y giró la cabeza para mirarlo directamente a los ojos. La sacudida fue como un poderoso puñetazo directo a sus tripas. Duro. Abarcándolo todo. Ella hacía algo con su interior, donde él era tan duro como el acero, fuerte e impenetrable. Ella se deslizaba por sus escudos y lograba penetrar profundamente. Su reacción a ella lindaba con lo primitivo.

– Piensas que toda mi familia era un objetivo y quienquiera que mató a mis padres falló conmigo y todavía me caza.

Quiso atraerla a sus brazos y sostenerla cerca, pero todo su comportamiento chillaba "manos lejos", así que continuó acariciándole la palma abierta, satisfecho de que no se alejara completamente.

– Si fue un asesinato por contrato, no pararían, no hasta que estuvieran muertos, e incluso entonces, el contrato podría ser entregado a otro asesino a sueldo.

– ¿Eres un asesino a sueldo?

Un día antes no habría estado tan seguro.

– No. -Mantuvo la mirada en la de ella-. No sé exactamente que hacía, y seguramente he matado, pero no estoy seguro de por qué. Mi memoria regresa a trozos, pero está volviendo definitivamente. -Y no estaba del todo feliz por ello.

Se humedeció los labios, se colocó las gafas de vuelta a la nariz y se giró para mirar a sus árboles otra vez.

– ¿Si alguien trata de matarme por cualquier razón, por qué los vacíos entre los incendios? ¿Y por qué fuego? ¿No sería eso una elección rara para un asesino a sueldo?

– Sí, muy rara. Mi memoria regresa lentamente, así que quizá finalmente recordaré a alguien que utilice ese método. No es de ninguna manera familiar, pero eso no significa que no pudiera suceder. ¿Eran tus padres diferentes? ¿Estaban disgustados? ¿Hubo algo excepcional que puedas recordar en los días o semanas anteriores a esa noche? -La presionó porque estaba seguro de estar en el camino correcto.

– Tienes los instintos de un guardaespaldas -indicó.

Él no permitió que la sonrisa surgiera. Ella no tenía la menor idea de qué instintos tenía y no iba a aclarárselo y arriesgarse a que le echara a patadas, pero seguro como el infierno que no era un guardaespaldas. Se quedó silencioso, esperando.

Ella se mordisqueó el labio inferior unos momentos.

– Mi madre era mi estabilidad. Sin ella estuve perdida y todo lo que recuerdo realmente es estar sola con mi padre. Trató de comprenderme, pero estaba decepcionado de que fuera tan diferente. No me entiendas mal. Me amaba e intentó hacer todas las cosas que mamá hacía, pero estaba tenso y molesto la mayor parte del tiempo. Trataba de ocultarlo, y cuando Mamá estuvo en el hospital, fuimos tan miserables que habría sido imposible advertir otra cosa.

– El accidente de tráfico cuando fue herida. ¿Podría haber sido deliberado?

Sacudió la cabeza.

– Fue una de esas cosas de accidente múltiple, donde todos chocan contra otros. Un par de coches quedaron atrapados en el fuego y los rescatadores sacaron a todos rápidamente, nos hicieron quedarnos tan lejos como fue posible, aún los heridos. Había tal caos que si alguien nos deseó muertos, nos podrían haber matado allí mismo y nadie lo habría notado. Varias personas murieron en ese accidente. Fue horrible.

– ¿Qué le sucedió a tu madre?