– Su pierna estaba aplastada. Estuvo en el hospital una semana y recuerdo a mi padre llorando, atemorizado de que fuera a perder la pierna. Estuvo allí la primera noche, con costillas rotas y una conmoción, pero luego le permitieron volver a casa conmigo.
Lev frunció el entrecejo mientras atraía las puntas de los dedos a su boca y distraídamente raspó los dientes de aquí para allá sobre las yemas sensibles y trataba de encajar las piezas del puzle. Tenía el presentimiento, más que un presentimiento; estaba seguro que ella era el objetivo, y eso significaba que si había un contrato, ella estaba en verdadero peligro.
– ¿Esa noche, cómo escapaste?
– Estaba leyendo y la casa estaba muy silenciosa. Escuchaba música clásica mientras leía y tenía auriculares, pero supe que mis padres se habían acostado. Lo comprobé un par de veces porque me gustaba el sonido de ellos moviéndose por la casa apagando luces y preparándose para la cama. Siempre me confortaba. -Hablaba de manera muy práctica y no había expresión en su rostro.
Lev mantuvo el pulgar contra el centro de la palma y permitió que su mente se expandiera para abarcar la de ella. Ella reproducía el sonido de sus padres moviéndose por la casa a menudo. Atrajo la mano a la boca y presionó un beso allí.
Ella saltó y giró para encararlo, los ojos muy abiertos y asustados detrás de las gafas de sol, pero no se apartó.
– Leí durante mucho tiempo después de que se acostaran y de repente estaba tosiendo. Advertí que era difícil ver las palabras en las páginas y parpadeaba. Dentro de mí, había ese llamamiento extraño, tiré de los auriculares para quitármelos y miré alrededor. El cuarto estaba lleno de humo y podía oír un sonido rugiente. Me dejé caer al piso y me arrastré a la puerta. Quería llegar a mis padres. Lo intenté, pero todas las habitaciones estaban ardiendo. Teníamos una alfombra en el pasillo y se fundió en mi piel mientras me arrastraba. Recuerdo los sonidos y el calor vívidamente.
– ¿Recuerdas llamar al agua?
Asintió.
– Los tubos estallando en la casa, por lo menos eso es lo que los bomberos me dijeron más tarde. No me di cuenta de lo que había hecho, por supuesto, no hasta mucho más tarde, y todavía no era enteramente consciente de que todo no fuera una enorme coincidencia. -Se pasó la mano libre por el pelo en agitación-. Mi madre no podía andar. Parece que mi padre trató de llevarla fuera y un trozo de techo cayó sobre ellos. El fuego ardió con fuerza y rápidamente. Habían vertido un acelerante dentro de las paredes al igual que por fuera.
– ¿Por qué no en tu cuarto?
– En aquel momento, los investigadores dijeron que mi luz estaba encendida y probablemente quienquiera que lo hizo no quiso arriesgarse a ser interrumpido. Más tarde, por supuesto, se figuraron que fue para permitirme escapar, aunque no pudieron averiguar por qué no atravesé la ventana.
Él giró la cabeza hacia el camino, su radar interno sonaba en voz alta.
– Estás a punto de tener compañía.
– Probablemente una de mis hermanas.
– Iré adentro y esperaré.
– No dispares a nadie.
Le sonrió, se inclinó y le rozó la sedosa coronilla con un beso. Ella sentía soledad en él. Lev sabía exactamente qué era eso y no lo deseaba para ella.
– Estaré cerca si me necesitas.
Ella levantó la mirada, pero no contestó.
Capítulo 9
Rikki miró la puerta cerrarse detrás de Lev y su corazón empezó a latir normalmente otra vez. No era consciente de que apenas había estado respirando. Lev había presionado un beso en el centro de su palma y durante un momento le había sentido, lo sintió físicamente, profundamente dentro de sí. Su vientre había reaccionado con un jadeante grito de sorpresa y el haz de terminaciones nerviosas se sintió en carne viva y sensible. Había sido incapaz de pensar con claridad después de ese breve toque de su boca sobre ella. Se sentía primitiva y necesitada y tan vacía por dentro.
El sexo con Daniel había sido, a lo sumo, pobre. No creía que pudiera disfrutar de eso porque no le gustaba el contacto cercano, pero él era bueno con ella y ella cuidaba de él. Tenía sentido que pudieran bucear juntos y tener una buena vida. Daniel estaba contento con tener relaciones sexuales rápidas mientras ella estuviera disponible para él, y cómo él había sido el primero y la única persona por la que ella había sentido afecto, incluso amor, quiso la relación. Ellos tenían sentido.
Lev no tenía sentido. Ninguno. Y era aterrador sentir las sensaciones que él producía en ella, sin embargo, ansiaba ahora su toque. Anhelaba la forma en que la hacía sentir tanto en su cabeza como en su cuerpo. Sus besos eran extraordinarios, alcanzándola en su interior y derritiéndola hasta que todo su cuerpo fluía contra él como el agua.
El coche de Blythe la distrajo de sus pensamientos. Su estómago se tensó. ¿Qué diablos iba a decir? La culpa era aguda y afilada, un cuchillo que la desgarraba. No había mentido a Blythe, nunca. Ni siquiera cuando quería. Sabía que Blythe nunca aprobaría a Lev y no entendería por que no le llevaba directamente a las autoridades. Blythe creía en la ley, nunca había visto lo que podían hacerle las falsas acusaciones a una persona.
Rikki se enderezó y se colocó las gafas para asegurarlas firmemente en su lugar. No iba a traicionar a Blythe mintiendo. Pero Lev…
Blythe salió de su pequeño deportivo Spider y caminó lentamente hasta Rikki.
– ¿Estás bien? -Se quitó las gafas para estudiar el rostro de Rikki.
Rikki estaba segura de que la culpa estaba allí estampada. El color se elevó a pesar de su determinación de no permitirlo. Se encogió de hombros.
– Sí. -Eso al menos, no era una mentira.
Blythe cayó sobre la silla que Lev había dejado libre, y por un momento Rikki tuvo miedo de que el calor del asiento lo delatara. Ella se habría dado cuenta y estaba segura de que Lev también, pero Blythe estaba demasiado ocupada inspeccionándola.
– No pareces enferma.
Rikki negó con la cabeza.
– Dejaste pasar un día de buceo esta semana. El jueves, el clima estuvo perfecto, el mar estaba en calma y no fuiste. Siempre vas.
– Demasiados barcos ahí fuera. -Volvió a sentir alivio, todavía seguía diciendo la absoluta verdad. No había querido compartir su mar con tantos y era peligroso. Un barco podía acercarse demasiado y cortar su manguera.
– Cariño. Habla conmigo. Has tenido sopa durante dos meses y de repente compras más. E Inez dijo que estuviste esta mañana comprando alimentos. Preguntó si estabas preparando una cena de fiesta. Te conozco mejor que eso. ¿Qué está pasando?
Allí estaba, la pregunta directa que estaba temiendo. Se sentó en silencio, su mente trabajando rápido, desechando las ideas tan pronto como aparecían en su cerebro.
Esta bien, Rikki, lo manejaré. La voz de Lev se deslizó en su mente y ella giró, sabiendo exactamente lo que él estaba haciendo.
Él empujó la puerta mosquitera y salió. Parecía rudo y peligroso, sus vaqueros caían sobre las caderas y la camisa se estiraba tensa a través de su amplio pecho. Era imposible pasar por alto los músculos definidos que ondulan bajo el tejido. A Rikki le pareció maravilloso.
Blythe se puso de pie y retrocedió un par de pasos, los ojos muy abiertos por la conmoción. Lev le sonrió y le tendió la mano.
– Soy Levi Hammond -anunció él. Asegúrate de utilizar Levi en lugar de Lev, advirtió a Rikki.
Blythe le estrechó la mano de mala gana, todo el tiempo mirando a Rikki. Ella no podía haber dejado de advertir sus pies descalzos o la manera íntima en que rozó con su mano el pelo de Rikki antes de sentarse a horcajadas en una silla cercana a ella.
– Blythe Daniels -murmuró Blythe, y levantó las cejas con expectación hacia Rikki mientras ésta tomaba asiento, con una decidida y casi alarmada mirada en la cara.