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– Estoy esperando conseguir el trabajo de tender en el barco de Rikki -anunció Lev.

Rikki se atragantó. Le miró furiosa.

Digo la verdad.

Sonaba tan inocente. Ella mantuvo la cara apartada de Blythe. ¡Condenado hombre! Ya podía ver lo que iba a suceder. Iba a usar a Blythe para manipularla y que le dejara subir a bordo de su barco.

Tenía la boca apretada.

– Te lo he dicho, no necesito un tender. -En el momento que las palabras salían de su boca supo que había cometido un grave error. Si hubiera mantenido la boca cerrada, Blythe se habría concentrada en el peligroso aspecto de Lev, no en si ella necesitaba a alguien vigilándola en el mar. Y así fue exactamente como lo vio Blythe. Ella no sabía nada sobre la pesca de erizos, pero quería alguien a bordo comprobando la seguridad de Rikki. Y Lev parecía el tipo de hombre capaz de manejar las cosas.

– Por supuesto que necesitas un tender -se opuso Blythe, cayendo claramente en la trampa de Lev-. Te lo he dicho durante mucho tiempo. Es mucho más seguro con alguien en superficie vigilándote.

Detrás de las gafas oscuras Rikki puso los ojos en blanco. Aunque el día de la boda se había ofrecido a ir al mar con ella, antes de eso, Blythe se había negado a ir en el barco después de la primera vez cuando se puso tan enferma. El agua había estado en calma el día que Rikki la había llevado, pero Blythe había estado aterrorizada. Estaba segura de que un gran tiburón blanco iba a subir por debajo del barco y arrancar un pedazo grande de él, o un calamar gigante se levantaría y envolvería sus tentáculos alrededor de la barca, arrastrándola bajo el mar. Ahora que la cuestión era que se sospechaba que una burbuja de gas metano había hundido el yate, Blythe tenía algo más de qué preocuparse.

– No quiero ser rescatada por aficionados -murmuró ella.

– Sé bucear -afirmó Lev.

– Los tender permanecen en el barco.

– Lo que tengo toda la intención de hacer. -Se las arregló para parecer piadoso.

– ¿Dónde os conocisteis? -Pregunto Blythe, mirando a uno y a otro.

– En alta mar -dijo Lev-. Fuimos arrojados juntos al puerto. Ella estaba buceando sola y yo sin trabajo. Sé cómo moverme alrededor de un barco, por lo que esperaba que funcionara para ambos.

Habló en tono desenfadado e informal. Creíble. Incluso Rikki le creyó. ¿Cómo había pasado el hombre aterrador, asesino armado a cachorro mimado en cinco segundos? Estaba despatarrado con el rostro en la sombra del porche, lo que de alguna manera suavizaba sus facciones afiladas. Parecía abierto y honesto, aunque seguía siendo duro y fuerte, lo cual podría atraer a Blythe. Ella quería a alguien cuidando el barco, que fuera capaz de sacar una ballena del océano. No entendía la pesca de erizos de mar y lo que eran riesgos muy reales.

Rikki se quitó las gafas y lo inmovilizó con su oscura mirada.

Blythe le dio un codazo.

– Deja de tratar de intimidarlo.

– Si estuviera en mi barco, estaría intimidado -murmuró Rikki.

– ¿Eres vecina de Rikki? -preguntó Lev, todo hablador.

Rikki apretó los dientes cuando se subió las gafas sobre la nariz. Debería haber sabido que él podía sacar el encanto. Era un camaleón y ella estaba comenzando a tener una idea de cuan letal podría ser. Blythe no era una mujer que pudiera ser fácilmente camelada y aunque no podía decir que Lev estuviera mintiendo, sin duda era engañoso, actuando como un dócil pez de color cuando realmente era un tiburón.

De repente, Lev levantó la cabeza en alerta.

– Alguien viene.

Rikki se volvió para mirar a la carretera, pero no vio nada del polvo que indicaba que alguien se estaba acercando. Esperó unos pocos latidos de corazón, y efectivamente, una pequeña nube de polvo se disparó al aire. Lev se puso de pie, no exactamente de pie, más bien fluía sobre sus pies, un movimiento elegante, fluido, más como un bailarín que como un hombre grande.

– ¿Te gusta el café, Blythe? ¿Crema? ¿Azúcar?

Blythe pareció sorprendida. Rikki nunca dejaba entrar a nadie en la casa. Le había costado meses conseguir que Rikki le permitiera ir a la cocina, y allí estaba Levi haciéndose con la casa.

Rikki le miró airadamente otra vez. Sé exactamente lo que estás haciendo. Y lo sabía. Esa pequeña demostración de galantería le valió dos cosas. Blythe vería que él estaba como en casa, en la casa de Rikki, y le llevaría al interior donde no sólo estaba fuera de la vista sino que podría disparar a alguien que considerara una amenaza.

Sabía que eras una chica inteligente cuando quisiste tirarme al mar. Se reía de ella mientras añadía nata y azúcar al café de Blythe. Deja que comience la inquisición.

Ella se enderezó. No había considera eso. En el momento en que él fuera a la cocina, ella iba a ser interrogada como si no hubiera mañana. Se retorció, dándose cuenta de que no había forma de escapar. Simplemente le entregó su taza de café en señal de rendición.

– Sin azúcar ni crema.

Él le dio una sonrisa arrogante.

– Lo sabía.

Por supuesto que sí. Era observador. Ella le envió otra mirada afilada, pero él se limitó a sonreír mientras cerraba la mosquitera tras él.

– Oh, Dios mío. -Blythe le tomó la mano y se inclinó hacia ella-. Es tan ardiente. ¿Dónde lo encontraste?

– Lo saqué del mar y decidí quedarme con él. -La respuesta de Rikki fue estrictamente honesta.

Blythe se echó a reír.

– Yo lo guardaría también. ¿Así que realmente quiere trabajar contigo?

Rikki frunció el ceño, su ceño más feroz, normalmente reservado para cualquiera excepto Blythe.

– Para mí, no conmigo. Vamos a mantener esto totalmente claro. Soy el capitán. Y él es un humilde tender. -La palma de su mano latía, un atenuado dolor que rápidamente se convirtió en una picazón en otro lugar. Presionó su mano contra la pierna con fuerza, tratando de mitigar la sensación.

Acepto las condiciones de un humilde tender. Estoy bien con ese título.

– Parece un hombre que sería de gran ayuda en un barco, Rikki -dijo Blythe.

Rikki gruñó en voz alta.

– Soy una buceadora solitaria, Blythe. -El coche estaba ahora a la vista y Rikki lo reconoció como perteneciente a Judith. Tanto Judith como Airiana estaban dentro. Rikki gimió y se tapó la cara.

– ¿Qué es esto, Blythe?

– Una intervención.

– ¡Tienes que estar bromeando! ¿Debido a que compré comestibles?

– Tú no has comprado nada más que mantequilla de cacahuete y pan en cuatro años.

Rikki estaba indignada.

– Compro café, brócoli y azúcar para ti.

– Nosotras íbamos a hablar sobre nutrición. No puedes comer solamente mantequilla de cacahuete todo el tiempo, y ya que muestras interés en la comida, pensamos que este era un buen momento para hablar contigo.

Rikki la miró airadamente.

– Levi mostró interés en la comida -Ves, lo recordé.

Esa es mi chica.

– Adiviné eso después de verle, pero compraste sopa hace un par de días, lo que significa que él ha estado aquí durante un tiempo.

Rikki apretó la boca y se negó a hablar. Se abrazó a sí misma. Creo que ellas están pensando aparecer en masa. Y cuando lleguen, serán implacables. La última vez que vinieron, insistieron en que comenzara a comer brócoli. Fue realmente molesto. Ella no estaba tocando el comentario “mi mujer” para nada.

Él se rió suavemente en su mente, compartiendo su diversión por encima de su evidente disgusto por cualquier cosa verde y su cobardía. Como yo quiero alimentos reales, voy a estar al lado de ellas, advirtió.

Ella gruñó en el fondo de su garganta, advirtiéndole de las nefastas consecuencias. Hazlo y tomaré represalias. Cada vez que te duches el agua de repente se va volver muy fría.