Le gustaba que la llamara de esa manera, la única vez que utilizaba acento ruso; de otro modo, su acento norteamericano era perfecto.
– ¿Cuántos idiomas hablas, Lev?
Se encogió de hombros y siguió mirando por la ventanilla, examinando el suelo mientras ella frenaba para hacerlo más fácil. El camino estaba descuidado, cortaba a través del espeso bosque para rodear la propiedad de la granja. Había dos conjuntos de marcas de neumático estropeando el camino fangoso, como si dos vehículos hubieran viajado por allí antes que ellos. Ambos llevaban a la puerta de otra propiedad, la única evidencia de otros a lo largo del camino.
– Tu vecino -preguntó.
– Esa propiedad está sin explotar. Pensamos en comprarla, pero está valorada un poco demasiado alto para nosotras en este momento.
Él se incorporó.
– Para un minuto.
Las huellas indicaban que uno de los vehículos había ido marcha atrás fuera del camino por donde iban, pero el otro había girado en dirección opuesta y seguía la ruta alrededor de la granja. Lev salió y se agachó para examinar las huellas de neumáticos. Reconoció las marcas de uno de los vehículos. El mismo camión había aparcado en el risco por encima de la casa de Rikki.
El hombre había conducido siguiendo al segundo vehículo, posiblemente un corredor de bienes raíces, y después de que el primer vehículo se fuera, había esperado un rato, presumiblemente hasta que quienquiera que hubiera venido con él se hubiera ido. Mientras esperaba, el hombre había fumado la misma marca que el acosador de Rikki. Lev echó un vistazo para buscar más pistas. Encontró lo que buscaba más allá de la puerta. Pequeñas quemaduras en el césped. El acosador había estado jugando con fuego otra vez. En esta ocasión, había sido más creativo. Los círculos tenían un patrón.
Lev caminó alrededor del área, estudiándola desde todos los ángulos. Tenía un mapa en la cabeza y el arreglo de los círculos le pareció familiar, como si hubiera visto el diseño antes. Si tenía razón, y apostaría su vida a que sí, las áreas quemadas en la hierba eran un cianotipo de los cinco acres de Rikki, desde los árboles a los jardines en terrazas y la casa misma. El incendiario había estudiado la topografía de la granja, poniendo cuidadosa atención a los cinco acres que pertenecían a Rikki.
– ¿Qué es? -gritó ella.
Lev se enderezó lentamente.
– Creo que este hombre tiene intención de venir detrás de ti otra vez y está planeando el ataque.
Ella no se estremeció. Mantuvo los ojos en la cara de él.
– ¿Están las otras en peligro?
Lev negó con la cabeza.
– No tengo manera de saberlo con seguridad, pero hasta ahora, sus planes de batalla parecen muy concentrados en tu propiedad. -Subió de vuelta al camión-. Sigue conduciendo. Puedes ver sus huellas en el camino. Debo ver cada lugar al que ha ido.
Rikki apretó las manos en el volante hasta que los nudillos se le pusieron blancos, el único signo de agitación, pero condujo lenta y establemente.
– Él no sabe de mí -murmuró Lev, tratando de tranquilizarla.
– Tiene que saber que estás en la casa -discutió-, probablemente piensa que vives conmigo. Estás en tanto o más peligro que yo.
– Vivo contigo y no sabe una maldita cosa acerca de mí.
Su risa fue inesperada y desenredó algunos de los nudos en su vientre.
– Yo no sé una maldita cosa acerca de ti tampoco, Lev, y tú probablemente no sabes mucho más que yo.
– Está regresando -le dijo, con tono serio. Su memoria volvía definitivamente, y poco de ello era bueno-. Y cualquiera que te esté acechando se enfrenta a una pesadilla. -No era un hombre pasivo. No creía en esperar a que el enemigo golpeara. Él golpeaba primero y con fuerza, y terminaba la guerra antes de que empezara, pero no creía que fuera necesario decírselo.
Notó el comienzo de una alta valla de tela metálica.
– ¿Y esta cerca rodea toda la granja?
– No todos los trescientos y pico acres -dijo Rikki-. No tenemos tanto dinero, ni juntando todos nuestros recursos. La valla rodea la parte principal de la granja donde cultivamos alimentos y hierbas. Los huertos no están cercados tampoco.
Giró en un camino de tierra.
– Estamos en nuestra propiedad ahora. Mantenemos este camino nosotras mismas. Lexi puede manejar un tractor o una excavadora como una profesional. Es asombrosa.
– Es muy joven. ¿Creció en una granja?
Rikki se tensó y miró fijamente hacia adelante, apretando los labios. Era más que obvio que las hermanas no hablaban unas de las otras. Le diría a Lev todo lo que quisiera saber sobre ella misma, cosa rara para ella, pero nunca revelaría los pasados de sus escogidas hermanas a nadie más, ni siquiera a él. Y quizá especialmente no a él.
Lev no la presionó. Estaba siendo irrazonablemente amable y generosa con él. Nunca había conocido a nadie como Rikki antes, y no iba a empujarla para que revelara nada con lo que estaba incómoda. Había estado conversando con ella, tratando de conseguir más que una sensación de las mujeres a las que amaba.
– No importa, lyubimaya. Mantener la confianza de tu hermana es mucho más importante que contestar.
– Es sólo que siento que cada una de nosotras tiene derecho a decidir quién nos conoce hasta ese punto. Te estoy contando cosas de mí que sólo les he contado a ellas, pero te lo estoy dando sin condiciones. Estoy bien con ser diferente. No me oculto de ti ni de nadie más. Me gusta mi vida, Lev. De hecho soy muy feliz conmigo misma. Escojo compartirlo contigo porque quiero hacerlo.
Él le tocó la cara, arrastró los dedos por la piel suave, los pómulos salientes y el mentón terco.
– Si estás tratando de decirme que no me necesitas a mí ni a cualquier otro hombre en tu vida, soy bien consciente de ello. Yo estoy diciendo que te necesito.
Debería haber estado vacilante, o aún avergonzado o azorado de admitirlo ante ella, pero no lo estaba. Era ahora o nunca. Hundirse o nadar. Vivir como un ser humano, o morir en el vacío que había sido su vida. Quería salir. Y Rikki era su salvadora. Lo sentía con cada fibra de su ser.
Quedaba poco de su humanidad, sólo éste pequeño pedazo que le entregaba a ella para que lo guardara. Si ella lo tomaba, si elegía permitirle construir una nueva vida con ella, habría una oportunidad para él. No era lo que los expertos ni los libros de cuentos decían que era una relación buena o sana, pero era todo lo que había para alguien como él. Necesitaba un ser humano para que le viera. Él sólo podía permitirse una oportunidad. Algún poder más alto había escogido a Rikki. El destino. Lo que fuera. No importaba, todo lo que importaba era que le había sido ofrecida una oportunidad y estaba decidido a agarrarla con ambas manos.
La sonrisa de Rikki fue lenta en llegar.
– Los hombres como tú no necesitan mujeres como yo, Lev. O cualquier mujer, en cuanto a eso.
– Tú eres exactamente lo que necesito. -La yema del pulgar le acarició los labios-. Eres todo lo que necesito. Te he dicho que no te mentiré y hablo en serio.
Rikki apartó los ojos del camino lo suficiente para mirarlo. Él podía ver que se sentía escéptica y quizá un poco confusa. Ella sacudió la cabeza y volvió a concentrar su atención en conducir.
– Ahora estamos subiendo por la puerta de atrás y el camino pavimentado. Esto lleva a través de los huertos a la parte principal de los acres de la granja de Lexi. Tenemos olivos allí. No tenemos nuestra propia prensa todavía, pero formamos parte de una cooperativa que posee una.
– Esta operación es enorme.
La cara de Rikki se iluminó.
– Es bastante impresionante. La granja estaba en ruinas cuando la compramos. Deberías habernos visto levantando todas las vallas y construyendo las casas. Lexi se ocupó en su mayor parte de los huertos y empezó a plantar cosechas. Tenemos un invernadero asombroso donde cultivamos todo el año. El clima aquí es demasiado frío para la mayoría de las cosas durante los meses de invierno.