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Miró como venía un macho grande y supo, como Rikki lo sabía, que él era quien iba a golpear esa cadena de agua, golpeándola con fuerza con su cola, de ese modo el agua estalló en el aire, miles de gotitas de cristal llovieron sobre ellos. Satisfecha, la manada se movió, desapareciendo bajo la superficie una vez más.

– Eso fue increíble.

Ella se rió y le permitió ayudarla a levantarse, moviéndose contra su cuerpo con una señal no tan sutil.

– La próxima vez, llevaré esa falda. -Le besó el mentón y se volvió para acelerar el barco hacia delante-. Si sigues mirando, probablemente subirán en aproximadamente tres a cinco minutos. Resoplarán a intervalos de tres a quince segundos antes de levantar sus colas y desaparecer. A menudo permanecen abajo más tiempo, pero si pones atención, advertirás una pauta general.

– ¿Acabas de lanzar lo de la falda y cambias el tema a las ballenas?

Su risa excitó su ingle hasta que fue doloroso. Juró por un momento que podía sentir sus dedos acariciando su pesada erección.

– Tenemos trabajo que hacer, compañero.

Fue tras ella, cerca, de manera que su cuerpo quedara impreso contra el de ella, así Rikki podía sentirle duro y empalmado, apretado contra ella. Un brazo le rodeó la cintura y descansó el mentón levemente en su hombro. Me gusta ser tu compañero. No podía decir tales palabras en voz alta, pero la emoción de su interior se derramó en la mente de Rikki.

Ella se estiró hacia atrás para rodearle la cabeza con un brazo, girando la suya para poder encontrar su boca. La besó larga y profundamente, saboreando el amor en sus labios. Ella se separó primero, volviéndose para cerciorarse de que seguían el curso. Se dirigían hacia uno de sus lugares predilectos, fuera de Elk. Le había dicho que estaba aproximadamente a quince kilómetros y que había aplazado trabajar allí para poder conseguir una buena cosecha.

El paseo duró cerca de media hora y ella nunca le pidió que se moviera hasta que se acercaron al lugar.

– El cementerio está allí arriba -dijo, haciendo gestos con el mentón y un ceño de concentración en la cara-. A veces siento que los espíritus me prestan demasiada atención.

Él ya no tenía su atención y retrocedió para darle espacio.

– ¿Es peligroso?

– Bien, si no sabes lo que haces -admitió-. Tienes que saber cómo maniobrar aquí. El suelo debajo de nosotros es virtualmente una cordillera. Ves que no hay mucha roca asomándose por aquí. Hay una caída de noventa metros desde lo alto. Las rocas están cerca de la superficie pero se extienden de repente a más de trescientos metros en el océano.

Mientras hablaba, maniobró el barco con cuidado por un sendero oculto.

– El borde norte de la montaña está totalmente bajo el agua.

Él miró debajo de ellos y el corazón saltó. Podía ver rocas a ambos lados del barco bajo la superficie del agua. Unas pocas sobresalían, pero la mayoría parecían estar fuera de la vista. Mientras se acercaban, aparecieron pequeñas islas, nada más que rocas sobresaliendo del mar.

– Bajaré unos seis metros, directa sobre esas piedras, pero tengo que entrar en arco en la corriente, así puedo bajar la cadena, de otro modo el flujo me alejaría a mí y a los erizos del barco. De esta manera puedo utilizar la corriente en mi beneficio.

Cada una de las pequeñas calas formaban refugios en las rocas. Los islotes estaban punteados con focas que tomaban el sol en la marea baja. Las focas puntaban con sus abrigos marrón oscuro con manchas plateadas que brillaban al sol temprano mientras los mamíferos descansaban con sus grandes cuerpos extendidos sobre las piedras.

– Míralas. Son realmente precioas tan cerca, pero más grandes de lo que esperaba.

Ella rió.

– No son tan monas si te zambulles en uno de sus vías entre las piedras. No les gusta y no son tímidas en hacértelo saber. De repente tienen dientes y garras, y tú sólo sales de su camino. Gran parte del tiempo, se disparan por delante de ti cuando estás allá abajo y tienes que ignorarlas. Nunca compartas tu cosecha o no te dejarán solo, pueden ser agresivas.

Lev estudió las focas. De repente parecieron mucho más grandes que hacía un par de segundos.

– ¿Cuán grandes son?

Ella se encogió de hombros casualmente.

– Alcanzan el metro y medio o metro ochenta de longitud y pueden pesar ciento doce kilos. Trátalas con respecto y estarás bien. -Le dio un pequeño ceño-. No vas a zambullirte, Lev.

– Lo sé, pero quizá tú tampoco deberías zambullirte aquí. ¿No hay erizos al otro lado de esas rocas, lejos de su territorio?

Ella asintió.

– Realmente, el frente de esa pared de piedra está cubierto con ellos. Hay una caída de tres metros y medio, pero sólo puedes cosechar en ese lugar con un oleaje de un metro y no mucho tiempo. Tienes que permanecer flotando en alrededor de diez metros, pero es bastante peligroso, puedes caer muy rápidamente.

– Genial. Utilizas la palabra "peligroso" bastante.

Ella sacudió la cabeza, sonriendo para tranquilizarle.

– Aquí estamos protegidos de grandes oleajes que vengan del noroeste. Las rocas grandes rompen la sucesión de olas. Por supuesto, tienes que enfrentarte con la corriente. Es como bucear en un río. No tienes el movimiento de las olas de aquí para allá.

Ella sonaba tan lógica, tan segura de sí, y más, estaba ansiosa por zambullirse. Podía sentirla escabulléndose, su atención en su amante. El mar definitivamente la llamaba. Sabía que adoraba el agua y bucear era imprescindible para su bienestar, pero de repente pareció demasiado peligroso permitirle ir sola. Él nunca había experimentado realmente temor por nadie más y era malditamente incómodo.

Ciertamente había buceado, numerosas veces y estaba perfectamente cualificado, pero ella se negaría. Ya había conseguido una enorme concesión sólo con estar en el barco. No quería ser tan impaciente para perderlo todo empujándola demasiado rápido. A Rikki no le gustaban los cambios. El había traído muchos cambios a su vida y ella era frágil. Sabía que el lazo que tenía sobre ella era tan frágil como su estado de ánimo.

– Dime lo que hace un tender -dijo.

Cuando ella lo fulminó con una mirada impaciente, él trató de sonreír.

– Mientras te pones el equipo.

Ella le indicó que se sentara fuera de su camino mientras verificaba su equipo otra vez. Lo había hecho la noche antes, lo había repasado meticulosamente por la mañana y ahora lo verificaba una tercera vez. Él se dio cuenta de que realmente se tomaba su seguridad muy en serio.

Rikki lo sujetó con sus ojos oscuros.

– Básicamente cualquier cosa que yo diga.

– Vamos, lyubimaya moya. -Deliberadamente utilizó su acento, los ojos azules vagaron sobre ella mientras vertía agua caliente en el traje de buzo-. Dame unos pocos datos.

Ella suspiró y se contoneó para quitarse los vaqueros, exponiendo las piernas proporcionadas y el tatuaje de gotas de agua que él adoraba tanto. Era muy esbelta, por trabajar bajo el agua y por comer sólo mantequilla de cacahuete. Necesitaba comida energética y una dieta equilibrada. Tranquilo, se recordó. Un cambio a la vez, y sólo cosas que ella necesita para mantenerse sana y salva.

Rikki le envió esa mirada rara como si hubiera captado parte de sus pensamientos, aunque ya no estaban conectados telepáticamente. Quizá algo acerca del agua que les rodeaba amplificaba su talento. No sabía mucho acerca de elementos agua, sólo que eran poderosos por derecho propio. Él tenía dones psíquicos, pero los de ella funcionaban de forma distinta. Estaba unida al agua y el agua estaba unida a ella.

– Rikki. -Mantuvo su voz tranquila.

– Estás trabajando muy duramente para manipularme -indicó ella.

Sabía que ella era inteligente.